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—Te he dicho que no —sentenció

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—Te he dicho que no —sentenció. Estaba furioso y no hallaba las palabras para seguir refutando en contra de lo que Namjoon le proponía.

—Yoonie, quizás esta sea nuestra única salida —una ácidez insoportable se instaló en su estómago.

—¿Te estás escuchando, Namjoon? —el sol estaba en el punto más alto del cielo, no tenía ganas de esconderse todavía. La sombra, burlona, se tallaba contra ellos, pues era aquel maldito sol que le permitía aparecer con nitidez—, ¿te casarás con la mujer que escogió esa vieja bruja? ¡la pobre no tiene idea de nada! —gritó perdiendo los estribos—. ¿Qué va a ser de mi entonces? —susurró. Parecía que los días nunca querían darle tregua.

—Yoongi...

—Namjoon, ¿qué va a ser de ella? —sollozó—, yo seré el pobre amante desvíado y ella será la pobre tonta engañada, ¿tú? —le señaló—. ¡Quedarás como un desgraciado! ¿Es que no ves que a tu madre le importa todo menos tú?

La luz le permitía observar con mayor claridad los rasgos de la irreconocible persona que tenía enfrente: ojeras pronunciadas, labios resecos y barba crecida. Namjoon tenía noches sin aparecer en su casa y días sin pisar la facultad. Los rumores corrieron con velocidad, afortunadamente, ninguno de ellos era malo: «El catedrático Kim ha enfermado, pidió una licencia pero no saben hasta cuándo».

La situación no estaba del todo alejada de la realidad, Namjoon estaba enfermo: enfermo por cargar con los caprichos de su madre, enfermo por no poder hacer de su vida lo que le viniera en gana pese a tener casi treinta años y enfermo de amor. Podía decir que eran las primeras dos las que más lastimaban su alma, pues la última casi parecía una oda romántica.

—Yoongi, ya no sé qué hacer para quitármela de encima —murmuró—, la última semana ha estado insoportable, espera que le de una respuesta afirmativa. Cerró todas las puertas con llave —relató acercándosele—. Por favor, mírame—el pelinegro titubeó, tenía ganas de negarse, no soportaba ver en esas condiciones a su novio. Al final accedió, pues si Namjoon decidiera no mirarlo cuando se lo pidiera, se sentiría profundamente herido.

Sus obres chocaron; mieles y negruzcas. Yoongi recorrió todo su rostro y un fuerte nudo se amarró en su garganta.

—¿Incluso cerró la puerta del baño? —su voz salió temblorosa. Namjoon sonrió enternecido por primera vez en una semana.

—Si lo preguntas por mi barba, no. Simplemente no tenía ganas de rasurarla.

—Te ves muy mal —Namjoon rió con ganas.

Era el astro rey el que daba vida, era él quien daba calor y era él quien iluminaba. Para Yoongi, el astro Rey era Namjoon y este no solo brillaba en el día.

(***)

Yoongi no era una persona que lograse experimentar sentimientos fuertes, entonces, se le hacía extraño sentir su nerviosismo a flor de piel. Su cuerpo estaba temblando como una hoja de papel al recibir la más mínima brisa, sus palmas estaban mojadas y frías y su corazón sonaba como si hubiera corrido un maratón.

𝑙𝑜𝑣𝑒𝑚𝑒𝑚𝑜𝑟𝑒. [NᴀᴍGɪ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora