Capítulo 3: Sirena

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Dahlia:

Las primera horas siempre son las peores sobre todo si te toca algún curso con números, volteo y veo a dos chicos durmiendo. Ambos están a punto de caer de sus sillas por la mala posición en la que se encuentran.

Llama mi atención una bola de papel que aterriza en mi pupitre

Tú y yo en una cita a las 6 pm en el mirador ¿Qué dices? –Piero M.

Lo busco con la mirada y lo encuentro a dos pupitres del mío, gesticulo un sí y me manda un beso exagerado que me hace reír.

Ya había llegado la hora indicada de nuestra cita, Piero me recogió y me llevo a nuestro lugar favorito, el mar.

Nos paramos frente al mirador y apreciamos la noche con el sonido del mar de fondo, desde que conozco a Piero solemos venir seguido aquí.

—Verte de pie aquí frente al mar me hace recordar a las historias que le contaba mamá a mi hermana sobre las sirenas

—Me cuentas alguna —pido curiosa

—Soy pésimo para contar historias lo miro suplicante— está bien, lo intentaré, en un lugar muy lejano vivía una joven princesa incaica. Era una princesa de verdes pupilas, oscura cabellera que cantaba de una manera extraordinaria a tal punto de que todo aquel que escuchaba su melodía se emocionaba hasta las lágrimas, pero ella tenía un secreto y es que su corazón quedo enamorado de un hombre que no le correspondía. La princesa buscaba un rincón donde llorar y al hallarse libre, cavaba ante el árbol un hoyo donde enterraba el nombre de su amor. Una vez un hoyo que había excavado se llenó de agua tibia, ella se sumergió dejando ver su blanca desnudez. Cuando salió del baño, se envolvió con una manta y al verse en el espejo que siempre traía consigo, descubrió un espía que al ver su belleza quedó prendado de sus encantos. La princesa huyó seguida obstinadamente por el cazador, corrió entre la arena en la cual iba dejando trozos desgarrados de su manto que por momentos dejaban ver su desnudez. La manta terminó enredada y la princesa quedó avergonzada, entonces la manta abierta se convirtió en arena. La princesa siguió huyendo con su espejo en alto, cuando quiso dar un salto tropezó y de su mano se escapó el espejo, ocurrió una conmoción, pues el espejo roto se volvió una laguna y la princesa se transformó en una sirena que en las noches de luna sale a cantar una antigua canción dedicada al hombre que una vez amo.

—Es muy linda e interesante pero ¿Por qué te hago recordar a esas historias?

—En todas las historias que contaba mamá siempre mencionaba a la misma chica pero en diferentes escenarios, como en la historia que acabo de contarte ella nunca era correspondida o simplemente no encontraba el amor, físicamente eres como ella de ojos verdes, cabellos oscuros, con facciones delicadas y con las curvas perfectas. Solo hubo una vez en donde la sirena logro encontrar el amor para toda la eternidad —sonríe— recuerdo que cuando le contó esa historia a mi hermana yo estaba más emocionado que ella porque al fin la sirena tenía su final feliz. Tu eres mi sirena, eres la chica que me enamora a diario, la chica que me hipnotiza dejándome prendado de su belleza y quiero ser el indicado que puede quedarse contigo hasta el final.

—Gracias por traerme Piero— me dispongo a bajar de su coche pero su mano en mi brazo me lo impide

—No tan rápido, sirena, quiero despedirme de ti como se debe —con un ágil movimiento me toma del cuello y me besa, no es un beso delicado como el que me dio en casa, si no es uno apasionado, tomo la iniciativa cuando profundizo el beso y él aprovecha esto para introducir su lengua mordiendo y jalando ligeramente mi labio inferior, terminamos el beso por falta de aire

Dahlia (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora