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—"¿Cómo saber si el chico de la cafetería es gay y se puede follar a mi amigo despechado?"— hablaba mientras tecleaba un ojiverde concentrado en la pantalla del portátil. 

Algunos estudiantes que pasaban al momento que Erick pensaba en voz alta lo miraban sorprendidos por las palabras del chico, pero este hizo caso omiso. Ellos harían lo mismo si estuvieran en su lugar, Christopher llevaba 5 días sin ducharse, 3 sin ir a la universidad y una semana sin salir de casa; así que por el bien de su amigo y de sus fosas nasales, debía hacer algo.

—¿Qué haces, Colón?— preguntó un curioso pelinegro sentándose a su lado y fijando su mirada en el portátil.

Erick lo ignoró mientras resoplaba frustrado. Internet no le servía.

—Quiero saber si el chico rubio que trabaja en la cafetería cerca de mi casa es gay y si me haría el favor de follar con Christopher para que por fin olvide al idiota ese.— le explicó Erick tranquilamente.

El pelinegro lo miró durante unos segundos y al ver que no era broma asintió.

—Ah, puedo ayudarte.— eso causó una sonrisa en el ojiverde.

—¿En serio, Cabrera?— este asintió. —¿cómo, lo conoces?— recibió otra respuesta positiva.

—Sí, por lo que me dices creo que es Zabdiel, aunque Richard cambia más el color de cabello que los calzoncillos...— quedó pensativo. —Si tiene mal humor, es Zabdiel.—

El grito de felicidad que soltó Erick pudo haber dejado fácilmente sordo a cualquiera, pero Yoandri estaba más que acostumbrado y se había preparado tapando sus orejas.

—¡¿Cómo, cuándo, dónde!?— preguntó sacudiendo a Yoandri como un melón. —¡Responde!—

—¡Me estás licuando el cerebro!— el ojiverde se detuvo. —Mi novio trabaja con ellos, cuando lo visito ellos están ahí y me hice su amigo.— explicó.

—Fantástico, vamos a decirle que le gusta a Christopher y que haga el favor de quitarle la tristeza a folladas.— Erick agarró a Yoandri de la mano dispuesto a ir a la cafetería en ese momento, pero este lo detuvo.

—Erick, cariño...— este lo miró. —son las 11:00 a.m. de un jueves, tenemos clases y no podemos saltarlas. Estamos en la universidad.—

El ojiverde lo pensó y bufó después de un rato.

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—Y así es como se sirven los cafés.— habló Richard terminando de dar las instrucciones a Estaban, quien solo asentía. —¿Ves? No es complicado.— le regaló una sonrisa.

El chico se la devolvió agradecido, la verdad es que Richard estaba teniendo mucha paciencia a diferencia del rubio, quién casi muere del cabreo cuando Esteban puso azúcar en el café en lugar de miel.

—Gracias, Richard.—

—Los primeros días son algo difíciles. Así que si lo haces mal, tranquilo que nos pasa a todos.— contestó colocando una mano en el hombro del nuevo. —Y si necesitas ayuda en algo, dímelo a mí porque Zabdiel no tiene mucha paciencia.—

—No es mi culpa que sea de aprendizaje lento.— se defendió el boricua, quien los miraba desde el marco de la puerta con los brazos cruzados.

—Cae mal a la primera y cómo amigo no sirve, pero inexplicablemente le coges cariño con el tiempo.— siguió el dominicano ignorando a su amigo.

—No volveré a equivocarme.— aseguró Estaban recibiendo una sonrisa amistosa del moreno y un bufido del rubio.

La campanilla de la puerta sonó dando a entender que alguien había entrado.

—Lo siento, aún no está abierto.—

Se disculpó el rubio sin girar hacia el cliente que al parecer, no sabía leer el cartel que estaba en la puerta indicando los horarios.

—Tampoco quiero tu café, te sale como el culo y sabe a mierda.— le contestó el supuesto cliente.

Zabdiel se giró para encarar al chico, pero se quedó estático al ver de quién se trataba.

Richard salió de la cocina al no escuchar una respuesta agresiva del rubio y cuando estuvo a su lado, mostró la sonrisa más grande y brillante que su cara le permitía.

—¡Joel, hermano!— gritó un eufórico moreno mientras corría a abrazarlo.

Joel aceptó el abrazo gustoso mientras reía.
Una vez se separó de Richard miró a Zabdiel, quien no se movió.

—¿No piensas saludarme?—

Zabdiel sonrió corriendo como un niño pequeño hacia una tienda de chuches y abrazó a Joel sin intención de soltarlo.

—Joder, ¡que bonito!— expresó Richard uniéndose al abrazo.

Estaban los veía desde la cocina, vaya, pues al final Zabdiel sí sabía sonreír.

𝚁𝙴𝙿𝚄𝚃𝙰𝚃𝙸𝙾𝙽  ||𝙲𝚑𝚛𝚒𝚜𝚍𝚒𝚎𝚕||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora