Los días pasaron con rapidez, Harry entrenaba de sol a sol, comiendo una o dos veces al día, pasando unos minutos con Ron y Hermione antes de acostarse (Se había enterado de que Hermione tenía una pareja para el baile, pero que no le iba a decir a nadie quién era; Ron había invitado, a regañadientes, a Parvati Patil, diciendo que, aunque la chica era bonita, a él le gustaban las rubias de ojos azules que se llamaban Daphne, Harry sintió que lo traicionaba, pero luego recordó que quien saldría mayormente beneficiado no sería él, así que no reveló su cita, así como Hermione, que lo miraba de manera extraña, una manera que él conocía bien, pues estaba pintada en su mirada también).
Le había pedido a Dobby que le comprara una túnica nueva que le quedara a la medida y que tuviera algo de verde, aunque prefería que no se viera mucho. Los entrenamientos con Neville avanzaban con más rapidez de la que había esperado. Cuando estaban entrenando, Neville dejaba de ser ese chico torpe y tímido y daba golpes al saco (y a él) con fuerza y certeza, Harry no podía estar más orgulloso.
En la última sesión, Neville le había presentado a su nueva amiga, una chica rubia de Ravenclaw llamada Luna Lovegood a la que había conocido durante la cena la semana anterior, era una chica extraña, pero sin dudas muy especial y dulce, se cayeron bien de inmediato y Harry la invitó a hacer parte del entrenamiento, ella aceptó, al igual que Neville, que se veía emocionado por pasar más tiempo con ella.
Faltaba una semana para el baile y él ya tenía su túnica (Dobby se la había llevado dos días antes), era a la medida y le quedaba bien, sus clases de baile habían provocado muchos sonrojos por su parte y muchas carcajadas por parte de sus entrenadores, que disfrutaban viendo el show que él protagonizaba.
El día de Navidad, Harry tuvo un despertar muy sobresaltado. Levantó los párpados preguntándose qué era lo que lo había despertado, y vio unos ojos muy grandes, redondos y verdes que lo miraban desde la oscuridad, tan cerca que casi tocaban los suyos.
—¡Dobby! —gritó Harry, apartándose tan aprisa del elfo que casi se cae de la cama—. ¡No hagas eso!
—¡Dobby lo lamenta, señor! — chilló nervioso el elfo, que retrocedió de un salto y se tapó la boca con los largos dedos—. ¡Dobby sólo quería desearle a Harry Potter feliz Navidad y traerle un regalo, señor!
—Sí, muy bien —dijo Harry, con la respiración aún alterada, mientras el ritmo cardíaco recuperaba la normalidad—. Pero la próxima vez sacúdeme el hombro o algo así. No te inclines sobre mí de esa manera...
Harry descorrió las colgaduras de su cama adoselada, cogió las gafas que había dejado sobre la mesita de noche y se las puso. Su grito había despertado a Ron, Seamus, Dean y Neville, y todos espiaban a través de sus colgaduras con ojos de sueño y el pelo revuelto.
—¿Te ha atacado alguien, Harry? — preguntó Seamus medio dormido.
—¡No, sólo es Dobby! —susurró Harry—. Vuelve a dormir.
—¡Ah... los regalos! —dijo Seamus, viendo el montón de paquetes que tenía a los pies de la cama. Ron, Dean y Neville decidieron que, ya que se habían despertado, podían aprovechar para abrir los regalos.
Harry se volvió hacia Dobby, que seguía de pie junto a la cama, nervioso y todavía preocupado por el susto que le había dado a Harry. Llevaba una bola de Navidad atada al gorro de invierno rojo de su uniforme, que decía Dobby en la parte de atrás y combinaba con el resto de su vestimenta, que era una camisa negra y un pequeño pantalón rojo.
—¿Puede Dobby darle el regalo a Harry Potter? —preguntó con timidez.
—Claro que sí —contestó Harry—. Eh... yo también tengo algo para ti.
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Harry Potter y el poder del heredero
Fanfiction"No juegues con fuego a menos que estés dispuesto a quemarte." Harry no ha tenido las cosas fáciles a sus catorce años de vida, los últimos tres cursos en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería ha tenido muchas dificultades y obstáculos, que ha s...