Capítulo 4: Yo soy un... ¿Qué?

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A la mañana siguiente, Merlín despertó Harry un par horas antes de que amaneciera, el chico se vistió, llenó su botella de agua y salió de la casa con sigilo.

"Lo has estado haciendo muy bien, Harry, veamos hasta donde logras llegar hoy" - lo alentó su entrenador y Harry asintió, terminando de estirar y preparándose para correr.

"Lo haré mejor esta vez" - prometió antes de empezar a correr, cogiendo una velocidad de 80 kilómetros rápidamente.

Como el día anterior, empezó despacio, luego aumentó el ritmo y pronto se encontró corriendo a 150 kilómetros por hora, con un aumento en su velocidad cada vez mayor. 160, 170, 180, ,190, 200. Harry se cansaba, pero resistía un poco más, sus piernas aún no habían llegado al entumecimiento total, 210...

Tan fuerte como sería chocar contra un tren a en movimiento, Harry sintió el dolor en todo su cuerpo que se suponía que debía sentir, continuó corriendo, 250, 260 kilómetros; no aguantaba, era demasiado rápido, sentía su ropa incendiarse, pero siguió corriendo, 270, 280, en cualquier momento se desmayaría, pero se obligó a no parar, luego podría dormir por días, pero ahora debía seguir. 300, 310, 320... las suelas de sus zapatos de pronto estallaron y perdió el equilibrio, rodó unos metros sobre sí mismo hasta por fin detenerse, acostado en la hierba chamuscada.

Se quedó así lo que le parecieron horas, respirando con dificultad y viendo el cielo que seguía estando negro. Consiguió las fuerzas para sentarse y tomar agua de su botella. La tomó toda de un trago. Se sorprendió al ver el estado de su ropa: totalmente chamuscado. Supuso que en algún punto de su carrera pudo haberse prendido en llamas y no darse cuenta, eso, por supuesto, ya había sucedido, solo que en menor magnitud.

"Casi lo logras, Harry, es un buen avance, para la próxima tienes más posibilidades de hacerlo, pero si en esta semana no lo logras, lo seguirás haciendo en Hogwarts" - informó Merlín y Harry estuvo de acuerdo, aún no sabía qué pasaría cuando lograra lo que Merlín quería, o como saber cuándo lo había logrado, pero se prometió no rendirse.

"Es bueno saber que estoy cerca, pero dime, ¿Qué pasará cuando lo complete?" - preguntó.

"Eso lo tendrás que averiguar tú solo, chico, cuando lo hagas todo va a ser más fácil, pero no desesperes, la paciencia es una virtud, ahora, como bono por haberlo hecho bien, harás solamente sesenta flexiones justo ahora" - Harry gimió.

"¿Es necesario?"

"Lo es, debes expandir tus límites" - dijo Merlín y Harry, luego de protestar, se inclinó y comenzó a hacer las flexiones, esta vez utilizando un tronco de un árbol caído en su espalda. No lo admitiría en voz alta, pero fue un verdadero descanso haberlo hecho, había estado sintiendo que sus piernas quemaban, pero que sus brazos estaban flojos, ahora, lo había igualado un poco y se sintió bien.

Luego de hacer las flexiones, Harry se levantó, estiró un poco y empezó a correr considerablemente rápido, disfrutando ver el paisaje por el que pasaba a cámara lenta. Luego de una hora llegó a la Madriguera (hasta que estuvo de regreso no se dio cuenta de que se había alejado más que las veces anteriores), entró por la puerta de la cocina y se dio una ducha, bajó con uno de sus nuevos libros: "La fuerza física y el poder detrás de ella" y, comiendo una manzana roja, comenzó a leer.

"Los magos han subestimado y despreciado a la fuerza bruta por siglos, pero hay otra mitad de la historia..." Decía en el primer renglón, eso le bastó para mostrarse interesado y seguir leyendo.

Pasaron varias horas y nadie bajaba, así que podía seguir leyendo a gusto. Pasadas las nueve de la mañana, la primera persona en verse fue la señora Weasley que, al igual que el día anterior, se mostró sorprendida de verlo ahí.

Harry Potter y el poder del herederoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora