Todo por ella

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Kenny McCormick

—Ahg... Carajo —me quejé al despertar por un dolor que recorría en todo mi cuerpo

En cuanto abrí mis ojos y pude observar aquel demacrado techo reconocí rápidamente el lugar donde me encontraba, mi antiguo hogar, el cual había abandonado hace ya 2 años junto con mis hermanos.

Me levanté del mugriento colchón donde me encontraba, completamente desnudo, junto a mí yacía mi madre, inconsciente con muchas botellas de cerveza y colillas de cigarrillos alrededor, suspiré, me vestí con la ropa andrajosa que se encontraba tirada en la habitación y fui directo al baño para mojar un pequeño trapo y ponerlo sobre la frente de mi mamá

Estaba hirviendo en fiebre, respirando con cierta dificultad, muy delgada y sudada, con múltiples golpes y heridas en su pálido y frágil  cuerpo, era doloroso verla en ese estado, tan enferma y carente de vida, sumida en su propia depresión y adicción.

Al salir de aquella arruinada habitación observé detalladamente mi supuesto hogar, donde había crecido gran parte de mi vida, aún a pesar de los años y la casi nula mantención de esta, se veía incluso mejor a cuando mi padre vivía aquí

Los muebles rotos y viejos permanecían y aún eran visibles las manchas en el tapiz de la pared por las peleas familiares donde nos lanzábamos los unos a los otros botellas de cerveza que dejaban mis padres a medio tomar cada día

Afortunadamente eso ya se acabó, el maldito bastardo que se hacía llamar mi papá al fin había obtenido lo que se merecía y ahora estaba tras las rejas y yo y mis hermanos vivíamos muy lejos de esta mugrosa casa.

Me retiré del lugar con la promesa de volver para mi visita semanal y darle algo de dinero a mi madre, si bien no sabía lo exacta que era la palabra "madre" para esa mujer, al fin y al cabo me parió, una y otra vez, a pesar de todo me preocupaba por su salud así que no podía abandonarla por completo.

—Puta madre... ¿Dónde morí esta vez? —me pregunté a mi mismo, intentando recordar el lugar exacto donde ese maldito vagabundo adicto me apuñaló una y otra vez hace apenas unas horas

Caminé por las oscuras calles de mi pueblo natal en busca de mi cuerpo, finalmente lo encontré en un sucio callejón detrás de un basurero, posiblemente a cualquier persona normal se le derretiría el cerebro con solo presenciar aquella escena, pero yo no soy alguien normal y ya estaba acostumbrado a esto.

Me vestí con la ropa que traía mi cadáver, me sentí aliviado de que gran parte de mi mercancía estuviese aún en mi bolsillo secreto dentro de mi usual chaqueta naranja, aunque la robada por el vagabundo me afectaría de todas formas

Sin más abandoné aquel callejón para que las ratas callejeras comenzaran a comer mi otro cuerpo y no dejar rastro de aquella muerte que solo yo podía recordar.

Es curioso, acababa de volver a la vida y me sentía como la mierda, estaba cansado y escuchaba mi estómago rugir por el hambre, sin embargo aún tenía mucho trabajo para esa noche...





(...)

—¡No! Kenny, ¡Por supuesto que no! —me decía entre gritos mi hermano mayor

—¡Kevin entiéndelo, es la única manera! —respondí yo de igual manera

Eran cerca de las 12 de la noche, pero no nos importaba en lo más mínimo, nuestra hermana menor Karen no se encontraba en casa, puesto que había sido invitada a quedarse a dormir en casa de uno de los chicos góticos

—¡Carajo Kenny!, ¿¡De verdad quieres volver a esa vida de mierda!? Por fin nos libramos de papá y su puta droga ¿¡Y tú quieres hacer lo mismo!? —me reprochaba, estaba furioso, pero yo también, me enfurecí por el simple hecho de escuchar la mención de nuestro padre

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