III. El deber de Yuuji

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Las mañanas en su nuevo hogar eran todo menos deseadas, con cada canto de algún pajarillo a lo lejos, era otro lamento de Yuuji por estar ahí. Aunque, en ocasiones se cuestionaba si era realmente un completo sufrimiento; tenía su propio espacio, su propio cuarto, sus propias cosas, tenía la libertad de salir de aquella casa y caminar por las calles, ir al centro, comprar su propia fruta, hablar con la gente. Sin embargo, aún se sentía reprimido de alguna manera.

Gojo no aparecía muy a menudo, y Yuuji agradecía esto. Durante ese par de semanas después de su matrimonio, a quien había visto más era a Nanami que lo mantenía completamente informado sobre las cosas que se decían en las reuniones oficiales respecto al posible paradero de Sukuna. Agradecía que le dijera todo, incluso si no le gustaba, estaba feliz de ser parte, no siempre los líderes de cada clan permitían que información tan confidencial saliera.

Esa mañana era distinta, Gojo sí estaba, Yuuji podía escucharlo tararear alguna canción. Se levantó, sin muchos ánimos y caminó hasta estar cerca de la cocina, entonces frunció el ceño. Tenían una persona encargada de preparar el desayuno, la comida y la cena, ¿por qué Gojo estaba entrometiéndose? Así que, tan discreto como pudo ser, asomó ligeramente su cabeza esperando estar equivocado al suponer que Gojo preparaba algo, se llevó una gran sorpresa al verlo con un delantal a mitad de la cintura y moviendo algo con un brazo en la estufa mientras que con el otro trataba de sostener un libro.

El alfa seguía tarareando divertido y Yuuji reprimió una risa burlona. Era ridículo, tanto que se sentía mal por el hombre.

Regresó a su habitación, se dio un baño y lo más rápido que pudo se vistió, no quería estar en casa mientras Gojo también lo estaba, no quería verlo y ser grosero, porque sabía que todos tenían un límite, no quería conocer hasta qué momento Gojo Satoru podía soportar los rechazos.

Al salir de su cuarto y pasar por el comedor principal, Gojo lo llamó aun estando en la cocina.

-¿No quieres comer algo antes de irte?- Gojo llevaba algunos platillos en sus brazos, Yuuji estaba de espaldas a él, tragó saliva antes de responder.

-Yo... uhm... en realidad...

-¿Seguro? Puede que se enfríe y sabe mal frío.

Yuuji dio media vuelta atraído por el olor de la comida recién hecha, lucía delicioso todo, si pasaba más tiempo admirando, la saliva caería por su boca. Entonces, tan traidor como solía ser, su estómago gruñó. No pudo hacer nada más que asentir y tomar asiento.

Parecía todo irreal, ¿cómo es posible que Gojo sea bueno cocinando también? Podría jurar que eso era una debilidad, el alfa no tenía una postura tan agraciada, mucho menos con la paciencia suficiente como para crear algo tan exquisito. Yuuji estaba extasiado con cada bocado, su estómago feliz por recibir alimento y su boca satisfecha por saborear cada ingrediente.

Quería reclamar o enojarse, quizás gritarle que era completamente injusto, pero no podía solo porque su boca estaba tan llena.

-Esta noche tenemos una cena con las familias de los clanes- Gojo dijo, tenía ya algunos minutos sin comer nada, Yuuji tragó lo que llevaba en la boca-. No siempre suelen llevar a sus parejas, pero debido a que somos los nuevos...

-Entiendo- Yuuji miró los palillos en su mano-. Estaré listo.

-Sí... bien.

Luego, todo se sintió realmente incómodo.

Yuuji en ese momento deseó saber qué es lo que pasaba por la mente de Gojo. Y, no fue la primera vez que le sucedió eso, también quiso saberlo aquella noche en su boda, cuando salió del baño envuelto en una toalla y se paró frente a Satoru quién aún tenía la mirada perdida y confundida. ¿Acaso no diría nada? ¿No se defendería? ¿O era que realmente no se esperaba que Yuuji recordara ese día y, sobre todo, que lo haya visto? Muchos minutos pasaron, Yuuji volvió a tener lágrimas en sus ojos y Gojo estaba inmóvil, parecía que el tiempo se quedaba estático.

Broken places | GoYuu [omegaverse AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora