Capítulo veinte

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— ¿Alguna vez te han dejado en la friendzone? —preguntó Ashton mientras esperábamos al doctor. Hoy era miércoles de revisión, el doctor habló para decir que me quería ver aquí antes de las once, ya que tenía un curso propedéutico.

—Uh, no. De hecho yo era la que mandaba a la friendzone a los chicos. ¿A ti te ha pasado?

—Básicamente esta es la situación: no eres hombre si nunca te han mandado a la friendzone. ¿Eso contesta tu pregunta?

—Básicamente sí —bromeé—. ¿Sufriste al saber que jamás pasarías a segunda base?

—Era secundaria, así que no dolió tanto. Pero nada se compara a primero de preparatoria. Diablos, al recordarlo aún me duele.

— ¿Tan malo fue? Yo digo que estás exagerando.

Froté mis manos para crear un poco de calor en ellas, pero fue insuficiente. El hospital a estas horas de la mañana estaba helado, casi como una nevera.

—Vanessa Hale, no puedes decirme exagerado si nunca te han dejado en la friendzone.

—Ashton Irwin, no puedes decirme que no te diga exagerado si no me cuentas tu historia.

Estábamos sentados en la sala de espera que correspondía a la zona de médicos generales… y creo que éramos los únicos ahí por el gran silencio que se escuchaba en cada pausa de nuestra conversación. Había un televisor que a duras penas podía interpretarse como sonido de fondo, pero pareciese que cada vez el volumen de éste fuese bajándose más y más por cada minuto que dejáramos de hablar.

Se preguntarán el porqué de nuestra espera, pero esta vez no era mi culpa. El doctor Davis aún no llegaba y nosotros estábamos esperándolo desde hace diez minutos. No podía creer que fuera tan estricto y me dijera que sólo podía venir antes de las once para que me saliera con que llegaría tarde. Además, me prohibió desayunar antes de venir acá porque tenía que hacerme unas tomografías para ver si se había desarrollado algún tumor o algo parecido en el cerebro. No puse mucha atención a su mensaje de voz, realmente me estaba quedando dormida en el sofá mientras Ashton estaba en el baño.

Mientras Ash ya estaba a media historia, se escucharon unos pasos apresurados en la sala de espera. Al estar vacía, cualquier pequeño ruido hacía eco por toda ésta y creaba un sonido algo gracioso.

— ¡Vanessa, me has ganado! —dijo entre cortas respiraciones el que podría ser el doctor.

—Llevamos aquí media hora, pero no se preocupe —contesté fingiendo amabilidad después de levantarme.

Entramos después de que el doctor Davis nos diera el acceso. Ashton me ayudó a sentarme y después él hizo lo mismo en una silla a lado.

Este consultorio podía conocerlo de pies o de cabeza porque todos los consultorios de este hospital tenían la misma estructura y las mismas dos sillas frente al gran escritorio del que podría ser tu doctor impuntual como el que a mí me había tocado.

—Y dime, Vanessa… —carraspeó su garganta—… ¿quién está acompañándote hoy?

—Él es Ashton, el niñero —y supuesto novio para Mercy— que mamá contrató. Ashton, éste es el doctor Davis, de quien me hice amiga cuando estuve aquí.

—Mucho gusto —dijeron los dos al mismo tiempo, creando un sonido en el que perfectamente se podían diferenciar sus voces, ya que la voz del doctor Davis era demasiado grave y la de Ashton era… comparada con la de Davis, aguda.

— ¿Cómo te has sentido estas semanas? ¿Alguna molestia en los ojos o dolores de cabeza?

—Uh, no. Sólo puedo decirle que las píldoras que me ha dado, me… bueno, a mi mamá le parecen demasiado para mí.

Blindness || a. i.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora