Capítulo 2: Un golpe de suerte

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—¡Gime (...), Gime y grita para mí, tu amo y señor!

La fuerza y violencia de aquellas embestidas eran lo suficiente para hacerme gritar. Era un hombre grande, mi diminuto cuerpo era embestido hasta que aquel hombre se sació por completo.
Caí al suelo con un ligero dolor y cansancio, llena del abundante líquido en mi cara y abdomen por aquel señor cuyo rostro extasiado mostraba una sonrisa satisfactoria.

Nadie sabrá de tu deshonra (...), nadie al menos que te cases.

Intenté ponerme de pie pero  mi cabeza fue sometida al piso por un pie de aquel hombre.

—No te levantes todavía, aún no te lo ordeno.

Ese día no pude volver al apartamento donde vivía, ni ahí ni a mi hogar, él me obligó a quedarme en aquella casa enorme y vacía para cumplir cada uno de sus caprichos y gustos.
No puedes huir (...), me decía, esta ciudad es mía al igual que tú eres mi propiedad.

Era  temprano en la mañana, estaba en bata en una habitación mirando por la ventana el patio inmenso y la seguridad de él. La puerta de la habitación fue abierta mostrando la figura de alguien que desconocía.

—Vengo a buscarte para que me acompañes a la sastrería,  Sukuna-sama quiere que te veas decente.

—¿Quien eres? ¿Otra de sus esclavas?

—No me compares contigo, le sirvo porque lo admiro y respeto.

—¿Qué clase de persona siente admiración por un ser despreciable como ese?

—Cierra la boca, no te permitiré que te expreses mal de Sukuna-sama, agradece que te tiene como su concubina.

Me puse la misma ropa con la que había llegado ahora limpia y caminé detrás de ella o él, no sabía exactamente que era, tenía rasgos andróginos.

—¿Cómo te llamas?

—Uraume.

Nos subimos a un auto, el chofer conducía e iba en la parte trasera junto con Uraume. Llegamos al centro de aquella ciudad deteniéndonos en una sastrería, la conocía de lejos, era una sastrería costosa que muy poca gente podía pagar.

El chofer le abrió la puerta a Uraume  y salí detrás de ella.
Una vez en la sastrería tan pronto vieron a Uraume le trataron con cortesía, le dijeron que la casa invitaba y empezaron a tomar mis medidas.

No estuve sola ni un segundo, mientras me tomaban las medidas Uraume me miraba casi sin parpadear.

Después de un rato en aquel lugar fuimos a una tienda donde las personas se comportaron con miedo y respeto hacia nosotros, pude escuchar ligeros susurros donde comentaban que yo era ahora una integrante de La secta.

En aquella tienda me sentí exasperada, pedí unos segundos para ir al baño logrando escabullirme.
No fue difícil, sólo me puse un trapo en la cabeza y salí de aquella tienda como si nada, a las afueras vi al chofer esperando tranquilamente sin percatarse de mi escape.
Tranquila y sintiéndome astuta fui de inmediato a mi antiguo apartamento corriendo como loca, no estaba tan lejos así que podía llegar. Era el único lugar donde podía encontrar algo del dinero que me quedaba  y poder escapar lejos de esa ciudad, lejos de las garras de Ryomen Sukuna y que se olvidara de mí.

Lo logré. Pude tomar mis cosas en una única y pequeña maleta, tapándome el rostro y pelo con un velo, rumbo al tren que salía a las 12:15 Pm.

11:46 Pm, casi no me quedaba mucho tiempo.
Llegué en taxi hasta el tren pagándole con la mitad del dinero y algunas joyas que tenía guardada para que me alcanzara para el tren.

Casada con el diablo (Ryomen Sukuna X Lectora) (+21) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora