Casada con el diablo (Ryomen Sukuna X Lectora) (+21)

Capítulo 7: " La ex"

Al volver de la luna de miel me sentía totalmente consumida, cansada y  al mismo tiempo con un sentimiento de serenidad. La mansión esperaba intacta por nuestro regreso, Sukuna no me acompañó, me mandó de regreso con uno de sus empleados mientras él urgentemente se iba a resolver unos asuntos que por sus propias palabras "No eran cosas que me importaban".

Eran las 2 de la madrugada y el sueño me consumía, el auto era increíblemente incómodo para dormir, tan pronto cerraba mis ojos sentía que un dolor de cuello me gritaba que me despertara de inmediato.

Uraume esperaba en silencio y fijo a mis pasos, salí de inmediato del auto y haciendo un gesto me dio la bienvenida.

—No tienes que ser tan formal—Le expresé con sinceridad—No es como si por ser la esposa de él tuviera más rango o algo así.

—Admito que—Dijo mirándome serio— no me agradas mucho por tu comportamiento con Sukuna-Sama, más creo con fiereza que como su esposa, si él te eligió, debes comportarte a la altura.

Y ya empezaba a caerme mal de nuevo, la forma en la que sus ojos miraban a Sukuna como un dios me provocaba un increíble deseo de pegarle, pero estaba cansada, no quería discutirle y en el fondo, aunque no quisiera admitirlo,  el supuesto odio que sentí hacia Sukuna tras pasar la luna de miel se estaba  transformando en un sinfín de emociones que parecía que nunca llegaría  a un resultado final.

Dormí en la ahora cama matrimonial completamente a gusto sin imaginar lo que pronto se avecinaba.
Uraume tocó la puerta de mi habitación para despertarme en eso de las 6 de la tarde, me había quedado completamente rendida y era de esperarse.

—Vístase apropiadamente, Sukuna—Sama no tarda en llegar.

—Tengo hambre—Dije sentada en la cama mirando el vacío infinito.

—Es de esperarse, pero Sukuna—Sama está en camino, cenará con él , así que de prisa por favor.

No era cosa mía, su trato hacía mi era algo diferente.

Esperar tranquila a Sukuna en la enorme mesa repleta de comida mientras mi estómago rugía era una maldición.
Uraume estaba parado a mi izquierda analizando mi impaciencia hasta que de pronto soltó:—Ya no pareces tan disgustada.

—Aunque quisiera no me podré ir.

—Entonces se ha resignado de una vez.

—Incluso en el infierno hay que aprender a bailar.

—No es una frase apropiada, considerando el hecho que de está mejor que cualquier mujer de esta ciudad.

—El dinero no lo es todo.

—Engáñate a ti misma si quieres, pero seamos realistas, ahora que estás aquí no te has preocupado ni una sola vez por morir de hambre.

—Ahora mismo sí.

Sukuna hizo su entrada, imponente, serio y con un semblante de incomodidad, Uraume se apresuró de inmediato a quitarle el saco y ayudarlo a ponerse cómodo.

—¿Qué tal su día, Sukuna—Sama?

—Ha sido un caos en mi ausencia, pero no esperaba menos.

—Entiendo.

—¿Cómo se ha portado mi esposa en mi ausencia?—Preguntó mientras me daba una mirada que me hacía sentir algo incomoda.

—Se la pasó la mayoría del día durmiendo.

—Entonces es una completa holgazana—Se escuchó una voz femenina la cual entraba  al inmenso salón sin ningún tipo de invitación.

Todos giramos la vista hacia donde provenía la voz.

—¿Tú?—Habló Uraume bastante molesto—¿Cómo diablos has entrado aquí?

—Conozco esta casa como la palma de mi mano—Se acercaba más hacia la mesa en donde estábamos.
La mujer era muy hermosa, estaba apenas vestida y poseía un sonrojo coqueto en sus mejillas mientras miraba a Sukuna.
Me sentía fuera de contexto, volteé a ver a Sukuna quien poseía una expresión totalmente aburrida.

—¿Quien eres tú?—Pregunté con curiosidad.

—La futura esposa de Sukuna después de tu funeral.

Me indigné por completo, estaba a punto de ponerla en su sitio, no era cuestión de celos,  no la conocía pero la tipa me caía mal y sentía la necesidad de ponerla en su sitio.

—¿Qué haces aquí, Yorozu?—Le Preguntó  Sukuna sin darle mucha importancia al tiempo que empezaba a comer.

—¿Q-Que qué hago aquí?—Preguntó emocionada, tartamudeando y sin contener la emoción, en un tono bastante infantil—¿Pues qué crees? Vengo para casarme contigo después de más de 1 año en el extranjero y ahora me entero que estás casado con una mujer que no es más hermosa que yo, ¡¿Qué te pasó?!

—Tardaste demasiado—Habló Sukuna. Yorozu se sentó en la mesa sin ninguna invitación, Uraume se veía molesto.—¿Quién te crees que eres tú después de todo, sabes quién soy yo?—Prosiguió Sukuna.

—¡Por supuesto que lo sé! ¡ Y no entiendo! ¡AH!—Dijo colocando su mano en su cabeza—Me mata la idea de que hayas estado con otra, quiero matarla.

Lo que estaba viendo parecía una obra teatral pero me sentía fatal.

—Cuidado con tus palabras—Habló Uraume—No te atrevas a amenazar a la esposa de Sukuna, Zorra vulgar.

La mujer que respondía al nombre de Yorozu lo ignoró, tomó algo de comida en su boca y halagó la experticia culinaria de Uraume.

No tenía palabras para pronunciar, ¿Qué papel se supone que ocupaba yo? No me sentía lo suficientemente en confianza de hacerme sentir como la esposa de Sukuna pues bien sabía yo que era un título falso que el mismo Sukuna me había otorgado, me sentía como una figura falsa en frente de la posible real.

—¿Y bien?—Dijo Yorozu centrándose en Sukuna—¿La mato?

—¿Hablas de (...)?—Probó otro bocado y me miró burlón —¿No dirás nada esposa mía?

—¿Y qué se supone que quieres que diga?—Le hablé con indignación.

—Lo que se supone que diría una esposa ante una escena como esta.

—No creo que jamás una esposa tenga que ver una escena de una ramera insolente que no conoce insinuándose y hablando tantas tonterías.
Tan pronto terminé la oración Yorozu tenía un cuchillo en mi cuello, mientras tanto Sukuna, mi esposo miraba interesado la situación.

—¿Qué dices?—Expresó en un tono casi psicótico—Tú eres la ramera, Sukuna es mío.

El cuchillo estaba a punto de cortarme, en eso Uraume la despegó de mí con una fuerza tremenda al tiempo que la tiraba al piso. Sukuna se puso de pie.

—No arruines mi cena Yorozu, márchate, mañana hablaremos de nuestros asuntos.