Capítulo 9
Tú también
El cuerpo de Odette se estremecía debajo del suyo mientras ella daba suaves besos por su cuello y deslizaba sus manos por su cintura. Gaba temblaba, incapaz de controlar las sensaciones que aquella dulce chica le estaba provocando.
—Gaba... —escuchó cerca de su oreja.
Odette la abrazó fuerte, uniendo sus cuerpos desnudos.
—Eres hermosa —susurró ella, regresando a los labios de la chica, deteniéndose un momento a admirar sus ojos—. No te imaginas lo que siento por ti.
—¿Qué sientes? —preguntó Odette mientras le mordía el labio inferior.
—Siento cosquillas... calor... a-amor —confesó, quedándose quieta, en espera de la reacción de la otra.
Odette sonrió y abrió la boca para responder aquella declaración.
BOOM
Gaba estaba en el suelo, con las cobijas envueltas alrededor de su cuerpo como una patética prisionera que se retorcía para escapar. ¿Qué hora era? ¿Dónde estaba? ¿Aquello tan delicioso había sido un maldito sueño?
Como pudo, se colgó de la cama y subió, rodando sobre el colchón.
—¿Por qué a mi? —susurró tapándose la cara con las manos. Sentía que había perdido la oportunidad de escuchar lo que Odette sentía por ella. Quería saber si la chica la amaba así como... Gaba se sentó de golpe en la cama y recordó el sueño. Le había dicho a Odette que la amaba, ¿la amaba? ¿Eso que sentía era amor? ¿Si? ¡¿Cómo rayos se sentía el amor?!
Corrió hacia el balcón y saltó a la casa de al lado... estrellándose con el cristal de la puerta. Mientras se sobaba la nariz con una mano, con la otra golpeaba con insistencia.
Mia apareció con los ojos apenas abiertos. La chica abrió.
—¡¿Qué pasa?! —preguntó su amiga con molestia.
—¿Cómo se siente el amor?
—¿Ah? —Mia la miró, confundida.
—Necesito saber cómo se siente el amor. He escuchado que son mariposas, ¿no? —dijo ella entrando a la habitación como torbellino.
—Gaba, son las... —Mia observó por todos lados pero no tenía cerca su celular o algún reloj—. ¡Ni siquiera ha amanecido! ¿Podemos empezar con la locura hasta que salga el sol? —La chica se lanzó de nuevo sobre su cama.
—Sí, perdón. —La azul se sentó en el colchón.
—¿Qué haces?
—Estoy esperando a que salga el sol. —Era obvio, ¿no?
—¿Por qué de repente vienes como loca a preguntar eso? —Su amiga parecía dispuesta a prestarle un poco de atención.
—Verás... tuve un sueño raro.
—¿Raro?
—Sí. Fue... Odette y yo... —Gaba sintió ardor en sus mejillas.
—¡Carajo, Gaba! ¡Te sonrojaste! —Su amiga soltó una carcajada—. Necesito tomarte una foto —terminó la chica entre risas, estirando el brazo hasta el buró.
—¡¿Por qué eres así?! —La azul se lanzó sobre la castaña, empujándola hasta el suelo. Mia siguió riendo desde ahí.
—Ya... ya... dime... ¿fue húmedo? —La chica no se podía contener.
—Ese no es el punto.
—Vamos, Gabriella. Me has contado tus sueños cochinos antes —comentó la chica mientras se limpiaba las alegres lágrimas de los ojos.
—Pero esto es...
—¿Diferente?
—Sí —admitió ella clavando su mirada en el piso.
—Me parece que no hay duda. Es amor —dijo la castaña sonriendo.
—Demonios.
—¡Esto es bueno!
—¿Segura? Porque a ti no te fue bien, ni a tus padres ni a los míos. —La azul se dejó caer sobre la cama—. ¡Nunca le he sido fiel a nadie!
—A mí sí —dijo Mia acostándose junto a ella.
—Pero tú eres mi amiga, no cuenta.
—¡Que fea eres! —Mia le dio un golpe en la frente—. Gaba, una novia es como una mejor amiga, solo que hay besos de por medio.
—Ni siquiera es mi novia —susurró ella.
—Pero te tiene bien tonta. A efectos prácticos es lo mismo.
—¿Crees que lo haga bien... como novia? —preguntó con temor.
—Seguramente serás magnífica... ¿Ya me dejarás dormir?
—Si, perdona todo esto.
—Está bien. —Mia se acomodó mejor—. Gaba...
—¿Qué?
Mia no contestó enseguida. Luego dijo:
—¿Te puedes quedar? No importa que esté mi madre.
—Bueno —aceptó ella buscando la cobija que siempre usaba, para dormir las horas que faltaban hasta el amanecer.
—Gaba... —Se escuchó de nuevo—. Solo no te olvides de mi cuando tengas novia —dijo la castaña tan bajito que a Gaba le costó un poco de trabajo entender lo que había dicho.
—Mia Arias «madre de chihuahuas», eso jamás pasaría. Eres casi mi amante, mi alma siamesa. Cuando muera me sepultarán junto a ti. Mis hijos llevarán tu nombre —continuó Gaba mientras se tapaba—. Pondré una estatua tuya en mi jardín y un tatuaje de tu cara en mi nalga derecha.
—Ya me arrepentí de lo que dije.
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Tú tan buga, yo tan lencha
RomanceGaba Espadas no cree en el amor y por eso se toma a la ligera a las chicas con las que sale . Por otro lado, Mia Arias es una chica romántica, ridículamente enamorada de su novio. Mia intenta hacerle ver a Gaba que las historias de amor verdadero...