~PRIMER AÑO~1 Verano, 1971: St. Edmund's

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Sábado 7 de Agosto, 1971

Despertó en la oscuridad. Hacía mucho calor en la pequeña habitación donde lo habían dejado, siendo inicios de Agosto. Aunque supuso que podía ser la fiebre. Siempre tenía una temperatura alta, la mañana siguiente. Solían ponerlo en una habitación con una ventana, pero unos meses atrás logró romper una de ellas, y si no hubiese tenido barrotes de todos modos entonces habría escapado. Los había escuchado hablar acerca de inmovilizarlo cuando creciera. Intentaba no pensar en ello.

Recordaba la sensación de hambre, tan intensa que se transformaba en furia. Recordaba aullar y gritar por horas, dando vueltas alrededor de la celda una y otra vez. Quizás lo dejarían saltearse las lecciones hoy, y podría dormir. Eran las vacaciones de verano de todos modos, y no era justo que tuviera lecciones cuando todos los demás chicos tenían permitido pasar todo el día de ocio, jugando fútbol o mirando la tele. Sentándose, se estiró cuidadosamente, prestando atención a cada dolor y sonido en sus articulaciones. Había una marca fresca de garras atrás de su oreja, y una profunda mordida en su muslo derecho.

Frotó la mano sobre su cuero cabelludo, donde su pelo estaba rapado muy cerca de su cabeza y se erizaba contra sus dedos. Lo odiaba, pero todos los chicos en el hogar para niños tenían el mismo corte severo. Significaba que cuando se les permitía salir al pueblo los fines de semana todos sabían que eran chicos de St. Edmund's – lo cual era probablemente el punto. Los dueños de las tiendas sabían de quien tener cuidado. No era que los chicos hicieran algo para subvertir las expectativas. Les habían dicho tantas veces que eran los residuos de la sociedad; dejados a un lado e indeseados - ¿así que por qué no causar unos cuantos estragos?

Remus escuchó pasos al final del pasillo. Era la Matrona; podía olerla, escuchar sus latidos. Sus sentidos siempre se sentían amplificados tras uno de sus episodios. Se levantó, envolviéndose en una manta a pesar del calor, y caminó silenciosamente hacia la puerta para escuchar mejor. No estaba sola, había un hombre con ella. Olía a viejo y de algún modo... diferente. Una esencia densa, férrica, la cual le recordó a Remus vagamente a su padre. Era magia.

— ¿Está seguro que vale su tiempo? — Matrona le preguntaba al extraño — En verdad es uno de nuestros peores casos.

—Oh sí. —El viejo respondió. Su voz era rica y cálida como chocolate — Estamos muy seguros.¿Aquí es donde lo mantiene durante...?

—Sus episodios. —La matrona finalizó en su corta, nasal voz — Por su propia seguridad.

Comenzó a morder, desde su cumpleaños pasado.

—Ya veo. —Respondió el hombre, sonando pensativo, más que preocupado — Puedo preguntar, madam, ¿qué es lo que sabe de la condición del joven?

—Todo lo que necesito saber. —Respondió la Matrona, fríamente — Ha estado aquí desde que tenía cinco años. Y siempre ha sido un problema, no solo porque es uno de los de su tipo.

— ¿De los de mi tipo? —El hombre respondió, calmado y sin perturbarse. Matrona bajó la voz, casi a un susurro. Pero Remus aún podía escuchar.

—Mi hermano era uno. No lo he visto en años, desde luego, pero ocasionalmente me pide favores.

St Edmund's es una institución muy especial. Estamos equipados para los casos problemáticos. —Remus escuchó el sonido de llaves — Ahora, debe dejarme verlo antes. A menudo necesita que lo parchen. No sé porqué lo quería ver después de una luna llena en primer lugar, si ya sabía.

El viejo no respondió, y la Matrona caminó hacia la habitación de Remus, sus reconocidos tacones de cuero chasqueando con el piso de piedra. Tocó la puerta tres veces.

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