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—¡Jeongin! — el pelirrojo corrió a los brazos del joven en cuanto esté abrió la puerta.

—Seungmin...¿Qué paso? —preguntó después de escuchar el primer sollozo del recién mencionado.

—Papá... Lo hizo de nuevo, Jeongin. — lloriqueo abrazando al castaño.

—¿Por donde escapas te esta vez? — hablo cerrando la puerta detrás suyo mientras le acariciaba la espalda.

—Por la ventana, yo... Yo baje por la ventana con ayuda de unas sábanas o algo así. El termino de tocarme y yo simplemente corrí, el me castigará peor Jeongin, ayúdame. — suplicó con un hilo de voz, llorar hacia las cosas más difíciles.

—Sabes que no te puedo ayudar por el momento Seungmin... — miro al mayor con tristeza, era mejor decirle eso a darle falsas esperanzas.—... Pero puedes seguir viniendo a mi casa cada que lo necesites, sabes que estaré aquí.

Lo sabía, Seungmin sabía que Jeongin no lo podía ayudar. Ambos estaban pasando por situaciones parecidas así que lo único que tenían era la compañía del otro.
Jeongin era abusado por su abuelo desde los 8, nunca ha pasado de toqueteos por debajo de sus shorts como el padre de Seungmin pero aún así el tuvo la valentía de decirlo aunque nadie le creyó.
Su mamá decía que el no encontraba más maneras para llamar la atención así que dijo aquello. Su abuelo es un pan de Dios, ¿cómo se le ocurría inventar semejante mentira sobre él?

Los dos estaban jodidos, nadie podía ayudarlos.
Ni debían, nadie debía saber que eran abusados o les iría peor.

Nadie debía ver detrás de las cortinas cuándo estas eran cerradas.

☁︎☁︎☁︎

—¿Estas más tranquilo Seungminnie? —hablo el menor viéndolo comer, el cual apenas y tocaba la comida. Había perdido el apetito de la repulsión que sentía a sí mismo.

—Un poco mejor Innie, gracias. —sonrió, una sonrisa débil y triste.

—Mañana tenemos colegio Seungmin, ¿quieres quedarte a dormir? El abuelo no vendrá hoy. -
—Seungmin podría jurar que los ojitos del menor tomaron un ligero brillo al decir lo último.

—Claro, papá y mamá deben estar celebrando haber ganado el caso. No creo que ellos noten que no estoy.

—¿Vemos una película? — preguntó.

—No, mejor veamos bob esponja. —sonrió, bajando de la silla donde estaba sentado.

☁︎☁︎☁︎

—Seungmin, despierta. —movió al pelirrojo recibiendo un quejido.

—Tienes que volver a casa Seungmin, son las 6 de la mañana. Vete antes de que tus papás se enteren de que no estas. —al decir lo último el ya nombrado se sentó de repente, tenía que irse o le tocaría castigo después de la escuela.

—Es cierto, nos vemos en la escuela Jeongin. — corrió poniéndose los zapatos para después salir por la puerta trasera y subir por su ventana.

Al subir por completo a su habitación se dirigió al baño, se lavo y se alistó para ir a la escuela.
Tal como lo hacía todos los días.

Bajo lentamente asegurándose de que sus padres no se encontrarán en casa, y para su hermosa suerte esos dos ya se habían ido.

Salió de casa para luego a paso un tanto lento y distraído, tomar rumbo a la escuela.

Su papá no solía llevarlo ya que estaba muy ocupado, y para él era el completo paraíso.
Escuchar música a todo volumen con audífonos mientras caminaba por la vereda y el sol junto al hermoso aroma de la mañana se hacían presentes era estupendo.

Dobló en la esquina, iba por un café. El mismo de siempre, un Americano frío. Seungmin no era Seungmin sin café.

—Perdón. — se disculpo tras haber chocado con alguien.

—¿Uh? —el desconocido hizo una mueca, ¿Por qué se disculpaba? Apenas y se habían rozado el hombro.

—Que lo siento, estaba distraído. Que tenga una linda mañana. —murmuró sin levantar la mirada del suelo.

Que bonito niño, pensó el rubio.

☁︎☁︎☁︎

—¿De qué tienes clase? — preguntó metiendo un trozo de pollo a su boca.

—Historia, ¿tu? —respondió con cierto fastidio, odia historia. A él que le interesa saber en qué año jupiter invadió China.

—Inglés.

—Cool, me gusta inglés. —claro que le gustaba inglés, nunca hacían nada en esa clase. Lo único que sabía decir era "Hola, soy Jeongin" en inglés.

—También amo ingles, y me gustaría continuar esta platica pero debo irme antes de que suene el timbre. ¡Adiós Jeongin, suerte con el pelinegro! —Alzó un poco la voz moviendo frenéticamente su mano saliendo de espaldas, el pelinegro era un chico un año mayor que él por el cual su amigo estaba coladito. Clásico amor de adolescentes, agh.

Sonrió para sus adentros antes de chocar nuevamente con alguien, sacándole de sus pensamientos.

—Lo siento tanto... Oh eres tu, el chico bonito con que el choque está mañana ¿cierto? —un curioso niño de aproximadamente su edad le miraba con interés, lo cual hizo que las mejillas del pelirrojo tomarán un color carmesí tirando a rojo. Que atrevido, ¿como se le ocurre decir eso como si nada?

—Si... Eso creo. No te vi la cara. — hablo entre dientes acariciando su nuca.

—Dios, tus mejillas están muy rojas, pareces una ceresita. —la pequeña sonrisa que comenzaba a acompañar los labios de Seungmin se borro al instante en el que escucho aquel apodo y pequeños recuerdos invadieron su mente.

«¿No crees que necesitas un castigo, ceresita? — pregunto susurrando en su oído»

«Me gusta tu pantalón negro, resalta tu trasero ceresita»

«Tan bonito, dulce y apetecible tal cual lo es la cereza. Tu si que eres las ceresita del pastel. — río aquel hombre, como si aquello que acababa de decir fuese gracioso»

—Me... Me tengo que ir. —corrió, corrió como siempre lo hacía, huyendo de la realidad. Huyendo de un papá malo y una mamá experta en abusar psicológicamente de él.

Como si su vida dependiera de ello, llegando a uno de los cubículos del baño se deslizó sobre la puerta de este para comenzar a soltar pequeñas lágrimas.
En poco tiempo silenciosos sollozos se hicieron presentes llenando aquel lugar de tristes sonidos, junto con abrumadores recuerdos.

—¡Corre! ¡Corre hasta que tus hermosas piernas se vuelvan flacidas! ¡Maricon! ¡Sigue corriendo, así cuando te canses no podrás escapar de mi!

La voz de su papá sonaba una y otra vez en su cabeza, recordando la vez que quiso huir de él. Cuando su papá le dio la oportunidad de "escapar" ¡mentira! Él solo quería disfrutar de verlo tambalear se hasta que sus piernas dejasen de funcionar para después tomarlo en sus hombros, llevándolo a casa.
A castigarlo por no haber sonreído ante la prensa y ser un mal hijo.
Así, de nuevo robaba un pedazo de su alma. La cual ya se había roto hace mucho, y lo único que quedaban eran pequeñas partecitas filosas que cortaban apenas las tocase.





𓀐𓂻𓀐𓂻𓀐

¡Hola! Sinceramente no pensé que esto era buena idea, pero me equivoque. ^^
*momento de fama*


Domingo/13/06/21
4:44 a.m

Sonríe « KNOWMIN » Donde viven las historias. Descúbrelo ahora