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Elevó un poco el mentón, dejando su rostro a disposición del sol. Cerró sus ojos y se relajó. Un viento ligero y fresco, combinando a la perfección con la temperatura cálida que le estaba brindando el sol, sopló en su rostro, haciendo que algunos mechones de cabellos intentaran volar en el aire.
La noche anterior no había ocurrido nada. Ada intentó varias veces ir con Adler o simplemente llamarlo, pero era como si su cerebro y su cuerpo no estuvieran conectados. Sin embargo, nada ni nadie extraño los amenazó, no estuvieron en peligro, nada pasó. También había intentado decirles a los demás en el día de hoy en algunas ocasiones, pero cuando su cuerpo no seguía las indicaciones de su cerebro simplemente se rindió.
Abrió los ojos y miró al frente. Quizá para otras personas no era una gran vista: casas destruidas, al igual que las calles, algunos edificios, tiendas, parques en su peor estado. Pero desde la terraza en la que se encontraba, y dado que nunca había visto tantas cosas en su vida, para Ada era la mejor vista del mundo.
Sin embargo, el hecho de que desde esta altura —aunque dentro de todo no era demasiada— no pudiera ver el segundo bosque del que la anciana Gabriela le había hablado, le inquietaba. Tanto a ella como a los demás. Solo podía ver más casas, y más de todo lo antes mencionado. Definitivamente el segundo bosque estaba muy lejos, y definitivamente no llegarían allí en un largo tiempo.
Inhaló aire lentamente y exhaló despacio otra vez, como alguien que estuviera en paz y en tranquilidad, disfrutando de poder respirar aire fresco. Solo que Ada no tenía ni paz ni tranquilidad, solo aire fresco. Y ni siquiera eso. Tenía aire contaminado, podrido, y con algo que no podía distinguir si era humo o tierra levitada.
Y cuando se puso a pensar en Connor y en Dasha, escuchó la voz de esta última detrás de ella.
—¿Puedo quedarme?
Se dio vuelta para mirarla. No iba tan abrigada como el día anterior, al igual que Ada. El día estaba lindo, en una mezcla de frío y calor, así que se había quitado su gran abrigo y solo se había quedado en sudadera. Mientras que Dasha se había quedado con una remera y el abrigo sin cerrar arriba.
Se sorprendió de verla allí, puesto que Ada había salido a caminar y se había metido en otra casa para estar sola y tranquila con sus pensamientos. Suponía que la había seguido o la había visto en la terraza desde la otra calle.
Verla le dolía. El día anterior no había tenido tiempo ni de pensar en cómo se sentía al respecto con ella. Había tenido mucho miedo en el bosque, en el momento en el que Adler le dijo que le cerrara la puerta. Pero ahora que podía pensar más en blanco... se sentía decepcionada. Y no confiaba en ella. Y sabía que Dasha era consciente de ello. Le dolía. Y no sabía que podía dolerle tanto algo así.
—Puedes quedarte, yo ya me iba.
Comenzó a dirigirse a las escaleras que la llevaban al interior de la casa, escuchando otra vez la voz de Dasha.
—Ada, por favor...
La ignoró categóricamente.
—Si no he dicho nada es porque sé que si les digo van a desconfiar de mí...
Ya desconfío de ti, pensó Ada.
No tuvo intención de detenerse hasta que Dasha pronunció algo que le interesó mucho.
—No necesité de ninguna explosión para escapar del internado.
Ada se detuvo abruptamente, sorprendida y confundida en partes iguales. Se dio vuelta lentamente, con el ceño fruncido.
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Bajo un humo perenne
Ficțiune științifico-fantasticăAda ha sido privada de su libertad desde que tiene memoria. Agotada de tener que ser siempre una chica buena, educada y siguiendo las órdenes de sus superiores, toma la sabia decisión de salir al exterior cuando se presenta la oportunidad de hacerlo...