Capítulo 3

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Bere per Vincere
"

Beber para vencer"

No se en que momento ha oscurecido tanto. La brisa acaricia mi cara una vez piso el umbral del local. El sonido del viento se cuela en mis oídos, y por un segundo, me dejo mecer por la melodía.

Es gracioso como las estrellas me acompañan por todo el camino, sin despegarse de mi. Hoy hay miles en el cielo, brillando con todo su fulgor e iluminando la calle sin necesidad de farolas.

Alessandro solía decirme que cada bola de gas representaba un alma que en algún momento estuvo en la tierra. Yo negaba, pues no todo se reduce a lo terrenal y al ser humano. Ellas simplemente vivian y morían en nuestro cielo, ajenas a nosotros y sin saber de nuestra existencia.

Apenas me doy cuenta de que estoy caminando, pero me limito a seguir con mis pensamientos filosoficos toda la travesía. Cuando llego a la puerta del pub, toda el aura mistica que que me acompaña se desvanece con la estridente música moderna que se reproduce por los altavoces.

¿Esto es realmente lo que quiero?

Es una pregunta que me he cuestionado muchas veces. Una buena fiesta puede llegar a ser totalmente embriagadora. Alcohol, bailes, risas, ruidos...

Mi mente podía evadirse, cosa que muy pocas veces conseguía. El alcohol erradica mi estrés emulando al mejor ansiolitico del mercado.

Consigo introducirme a la fuerza en el establecimiento, ignorando totalmente las diversas amenazas de la seguridad del lugar y las quejas de la gente que espera pacientemente en la cola. Espero a que entren reclamando mi identificación pero eso no sucede.

La chirriosa melodía no tarda en colarse en mis oídos y taladrar mi cabeza como un machete. Las luces parpadean, mostrando colores que no sabía que podía llegar a procesar. El quejumbroso antro está bien provisto de gente que se agalopa frente a una extravagante barra posicionada en el lado izquierdo de la sala, a la que no tardo en dirigirme.

Me siento en uno de los taburetes pegando un pequeño saltito y espero a que un rubio venga a mi rescate y me salve de la aburrida sobriedad.

Como tal premonición de lo contrario, siento una mano caer en mi hombro. Gesto que respondo con un giro emocionado al nombre de Alessandro. Ese entusiasmo disminuye en cuanto comprendo que quien quería captar mi atención no es mi amigo, sino alguien mucho peor.

—¿Tú otra vez? —Enarco una ceja, bastante molesta— Joder, eres peor que un mosquito en una noche de verano.

Se limita a esbozar una sonrisa como respuesta.

—Fílosofico simil — Niego en silencio, mientras extiende una de sus manos en mi dirección— Creo que esto es tuyo.

Una pequeña cadena de plata reposa con tranquilidad en su mano, su dique con forma de reloj está oscuricido por el el tiempo y de la cadena cuelgan varias espirales de fino metal.
Por la curiosa forma, y por el hecho de que lo llevaba en mi cuello hace pocos minutos logro reconocerlo al instante.

—Mi colgante— Siseo casi para mi misma mientras no pierdo tiempo en arrancarlo de su mano.

—Te lo dejaste en la cafetería— Señala con su pulgar hacia atrás, con esa sonrisa de suficiencia que no para de lograr sacarme de mis casillas— Pensé que querrías recuperarlo.

—Te lo agradezco— Respondo con sinceridad— Es... Es verdaderamente importante para mi.

Sus facciones parecen fruncirse por un segundo, analizando mis palabras y el tono que había utilizado. Estoy harta de relacionarme con estudiantes con la optativa de psicología, se creen mucho su papel. Como acto reflejo, hago de mis labios una linea y de mis ojos una cueva oscura.

𝐑𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐕𝐨𝐜𝐞𝐬- Damiano DavidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora