Capítulo 5

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Me despierto en la cama de la residencia, desorientada. Recuerdos borrosos de la noche anterior abruman mi mente, así que me tomo un segundo para ordenarlos todos.

Me tomé un trago que debía de provenir del mismísimo infierno y luego... Alessandro desmayándose de la nada y cayendo contra el pavimento de la discoteca...
Pelea con Damiano.

Me agarro el puente de la nariz avergonzada, rememorando en contra de mi voluntad como lo plaqué e inmovilice en el suelo mientras una multitud de gente cotilla observaba. Se que he hecho cosas peores de fiesta, pero no quita que me arrepienta de las acciones que hago que me dejan peor que una loca obsesiva que además es una histérica.

Me incorporo con torpeza, lo más lento que puedo. Siento náuseas en la boca del estómago y un incipiente dolor de cabeza que me molestará por todo el día. Siempre que creo que me he vuelto inmune a la resaca, ataca de nuevo. Me consuelo sabiendo que Alessandro se tiene que encontrar en un estado peor que el mio.

Alessandro...

¿Porque tengo la sensación de que se me olvida algo?

Las sienes me palpitan mientras busco una respuesta entre todo lo acontecido ayer.
Después de que Alessandro se desmayara ¿Que ocurrió? Hay un vacío en ese punto de la línea temporal.

Me dispongo a llamarlo, girándome hacia un lado y alargando un brazo hacia la mesita de noche en la que está mi móvil. Es entonces cuando lo veo.

El chico rubio descansa en la cama contigua a la mía, justo donde debería estar mi compañera de habitación (Al menos si se dejara ver de vez en cuando). No puedo evitar sonrojarme lo más mínimo. Se me hace atractivo hasta babeando sobre la funda de la almohada mientras disfruta de sus sueños más profundos.

Es entonces cuando, a trazos, logró rellenar los puntos en blanco de la noche anterior.

Ahora menos que nunca me apetece cruzarme con Damiano. Después de haber hecho el ridículo de tal manera lo único que el chico puede pensar de mi es que soy una desquiciada de libro...

¿Porque demonios me importa lo que ese snob cultureta piense de mí? 


Nos conocemos desde hace apenas un día, y en el tiempo transcurrido, solo ha demostrado ser un idiota prepotente que se las da inteligente. Lo más repelente que te puedes encontrar en una persona.

Me froto los ojos con los puños cerrados para acto seguido fijarme en la hora que marca el despertador de la mesita. Son apenas las ocho menos cuarto y no tengo clases hasta las 10. Por una vez en mi vida, no es necesario que vaya a las carreras.

Me levanto de la cama finalmente, pegando un salto que solo provoca que tenga que tomarme unos segundos para dejar el mareo atrás. Acto seguido, me acuclilló frente a la cama donde está Alessandro para intentar despertarlo suavemente...

-¡ALESSANDROOOOOOOOO!
-¡AAAAH, JODER!

El rubio se espabila rápidamente, sentándose sobre el colchón con los ojos abiertos como dos bolas de billar. Estos están inyectados en un rojo claro y  se ven algo llorosos, pero más azules que nunca. No tarda en darse cuenta de que la causante de su alteración fui yo, arremetiendo contra mi con un fuerte almohadazo que me deja de espaldas al suelo.

-Serás capulla- Exclama molesto, dejándose caer en la cama de nuevo.
-No seré, lo soy ya- Apunto.

Alessandro me dedica una mirada divertida, esbozando una sonrisa blanca que me cala hasta lo más profundo de mi ser. Las mariposas revolotean tanto que amenazan con salirse de mi estómago. Tengo que tragar saliva para poder centrarme y comportarme correctamente.

Cuando por fin me recupero, observo como Alessandro se lleva una mano a los ojos con expresión dolorida y se los frota con suavidad mientras hace una mueca extraña, pero la mar de graciosa, por lo que esbozo una sonrisa divertida.

—¿Que demonios pasó ayer?— Pregunta, parpadeando y enfocándome de nuevo con sus preciosos ojos azules—¿Te estás riendo de mi, Hestia Ricci?

No puedo evitar agrandar dicha sonrisa.

—Si— Me levanto del suelo y, casi a trompicones, me dejo caer en el hueco que hay a su lado en la cama— Y con respecto a lo que pasó ayer, te desmayaste en mitad de la disco... De una manera muy dramática he de decir.

Se cubre la cara con las manos.

—Dime que es coña.

Emito una carcajada mientras le doy unas palmaditas en el antebrazo, en un intento muy burdo de reconfortarlo. Alessandro parece genuinamente avergonzado pero no puede evitar colar una sonrisa en su rostro. Una sonrisa preciosa que me quita el habla.

No se en que momento lo empecé a encontrar atractivo. Ni siquiera recuerdo porque razón exacta me empezó a gustar. El caso es que ahora me gusta, y mucho. Demasiado a mi parecer teniendo en cuenta que él me ve tan solo como a una amiga, su compañera especial de fiestas... Nada más que eso.

Me trago mis sentimientos y planto una expresión pícara en mi rostro.

—Oh, créeme, no es coña— Niego con la cabeza— Imaginate la gravedad de la situación, que quien nos trajo hasta aquí fue Damiano

Suelta una risilla ligera, fina.

—¿Y se puede saber que hacía ese... Damiano, de fiesta con nosotros?— De nuevo hace una mueca—Madre mía, pedazo resaca.

Me encojo de hombros, alcanzando un paquete de pastillas de la mesa de noche adyacente a ambas camas. Me fijo en que sean las correctas y una vez asegurada, se las paso a Alessandro.

—Paracetamol—Indico cuando las toma con una expresión de pura extrañeza.

—Pensaba por un momento que me querías drogar o algo— Bromea, abriendo el producto e introduciéndose uno de los farmacos en la boca—No me has contestado a la pregunta.

Resoplo con hastío.

—Damiano vino a dejar mi collar—Viendo como enarca una ceja, me apresuro a añadir— Se me debió de caer en el café antes de ir.

Alessandro se incorpora por completo, separando su cuerpo del espaldar y sentándose en el borde de la cama para encararme.

-¡¿Te dejaste tu collar?!- Exclama, o más bien grita, mientras abre los ojos dramáticamente extrañado- ¿El mismo que no te quitas nunca?

Dirijo una mano hasta mi cuello para acariciar el dije de plata que cuelga de la cadena mientras asiento efusivamente.

-De locos ¿A que si? Creo que en los 20 años de vida que tengo, nunca se me había caído...

El rubio frente a mi resopla y se frota la cara con las palmas de las manos. Permanece unos segundos callado, mirando un punto fijo de la pared desconchada. Parece estar reflexionando sobre algo y no estar sacando nada en claro de ello.

-Hestia... Ese Damiano no me da buena espina- Sentencia para mi sorpresa finalmente.

-¿Que? ¿Por qué?

Es cierto que Damiano no es santo de mi devoción. En el poco tiempo que lo he conocido ha demostrado ser un tipo maleducado, altivo y no ha perdido tiempo en humillarme, pero más allá de eso no lo conocemos tanto como para afirmar que es una mala persona. Además, por muy capullo que haya probado ser, no quita que sin él no hubiésemos llegado a casa anoche.

-Es una vibra rara que tengo... Algo me dice que no es genuino, que no es de fiar...- Se detiene un segundo y se encoge de hombros- Instinto de forense, supongo.

Dejo escapar una risotada.

-Mira que eres tonto.

-Solo... Prométeme que tendrás cuidado con él Hestia, por favor.

Me encuentro asintiendo hacia una promesa que me resulta tan extraña como repentina. Alessandro nunca se había preocupado tanto por la gente con la que me relacionaba... También es cierto que hasta hace dia y medio la única persona con la que me relacionaba era  Artie... Sin contar los tíos con los que me liaba en las discotecas, claro.  Esta súbita desconfianza hacia Damiano es algo completamente nuevo y no puedo asegurar que me disguste.

-Prometido.



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⏰ Última actualización: Jun 17 ⏰

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𝐑𝐢𝐨 𝐝𝐞 𝐕𝐨𝐜𝐞𝐬- Damiano DavidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora