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Al día siguiente, de abundante viento y hojas colándose en la puerta y sin mencionar en las veredas de un caprichoso cielo vestido de nubes. Yuuji se encontraba caminando a pasos lentos mirando sus pies, su cabello se colocaba juguetón con el ambiente y sus manos estaban cálidas.Había ido a la escuela con algo que nunca había sentido antes, un regocigo: sentimiento tan grande y llena de felicidad. Por una simple razón de estar así, no ver a su niñero.
Aunque ya era hora de regresar a casa, él no deseaba eso y angustiado pensó en una forma de por lo menos llegar unas horas tardes, pero claro, si sólo era un niño. Megumi había faltado ese día porque enfermó, era su amigo muy delicado de salud además de que cualquier cosa fuera de lo común le afecta el doble que a un crío normal.
Detuvo su paso suspirando, ¿qué trataba de hacer? Él no era esa clase de chiquillo. Sintió un tibio en su nuca y esto significaba una cosa; lluvia.
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—Oh por Dios, se vienen fuertes ráfagas de viento, relámpagos y una lluvia sin clemencia, será mejor que se abriguen muy bien porque el invierno vendrá más rápido que padre abandonando a una mujer al enterarse que la embarazó. —rió un hombre delgado y ojerozo, seguido de una mujer con cabello melena—. Eso fue muy cruel jajaja.
La televisión estaba encendida con un Gojo sentado en el sillón, el peliblanco miraba aburrido el programa del tiempo puesto que ya había terminado todas las tareas del hogar, admitía que extrañaba al pequeño y luego de recapacitar pensó que unas galletas y batido de chocolate como bienvenida sería algo estupendo, un aperitivo dulce para el frío. Alistó su chaqueta negra de cuero y acomodó sus preciosos cabellos caídos sobre sus infinitos y celestes ojos, tomó la cartera con su propio dinero y salió no sin antes una lista de todos los ingredientes para la receta, de unas dos cuadras llegó a un almacén.
—Hola, buenas tardes. —saludó mientras entraba, encontrando a una pequeña niña y una mujer que al parecer era su madre, la niña estaba sentada con una muñeca y lo llamativo fue su color de cabello, azul. Ésta lo miró y levemente se ruborizó—. Necesito todo lo que hay en esta lista, por favor. —Satoru le entrega el papel a la mujer mayor y ella acepta con la cabeza, el lugar era pequeño pero con una variedad de mermeladas, muchos sabores y de distintos colores. Miró a la niña quién reaccionó soltando un pequeño suspiro de enamorada y arqueó la ceja.
—Son 2.670 en total. —habló la mujer tecleando una calculadora—.
—Seguro. —respondió Satoru, buscando la cantidad que le habían indicado, y mientras pagaba le entro curiosidad y preguntó—. ¿Usted vende mermeladas?
La mujer sonríe. —Así es, las hago yo con mi pequeña hija Miwa, si quiere comprar una por primera vez le recomiendo el de frutilla, muy dulce y delicioso pero como nunca lo he visto aquí le regalaré un frasco, invita la casa. —El alto sonríe negando, que lo podría pagar pero la señora insistía en dárselo, hasta que finalmente cedió—. Parece que hará una fiesta de dulces, ¿su novia?
Volteó su cuerpo agarrando el frasco sobre su pecho y con una última mirada hacia la niña, responde. —Sí, para mi pequeño niño.
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Preparó las galletas en un plato hondo y blanco, a un lado colocó sobre un mantel el frasco de mermelada seguido de una taza de batido de chocolate. Trapeó el suelo unas 3 veces para que no se perdiera el olor a vainilla y prendió una vela al centro de la mesa.
Se sentó con una alegría tan notable, el único ruido era el de la tv y aparentemente el viento que cada vez se dejaba escuchar, pensó que podría llegar temprano y dejó salir una pequeña sonrisa al imaginarlo despeinado. Analizó las paredes y con sus dedos entrelazados sobre su mentón esperó, esperó y esperó, pero el niño no llegaba, 18:28 y siguió hasta las 20:09, nada, finalizó por ser las 04:34, luego pasó de ser las 12:10 cuando alguien abre la puerta. Era Yuuji.
El menor mió las galletas con moscas, la vela ya gastada y a Satoru sobre sus ojos, tenía ojeras y su piel estaba pálida.
¿Lo estuvo esperando todo este tiempo?
Se adentró tirando su mochila y corrió para abrazarlo, estaba frío, muy frío. Significó que no se había parado desde ese momento y que permaneció allí torturando su cuerpo con el frío de la cruel noche lluviosa que pasó. Volvió a mirarlo. Unas lagrimas recorrieron las rosadas y partidas mejillas del mayor.
—Yuuji, por qué.. —alcanzó a murmurar Gojo antes de tapar su rostro con sus temblorosas manos, el mencionado se odio, incluso quiso tirarse de un puente por su horrible comportamiento, su abuelo tenía razón. Habia estado mal todo este tiempo, ¿qué mierda estaba pensando sobre él, cuando había estado horneando galletitas?
—Lo sien-siento, por favor perdóname, lo siento mucho, todo esto es mi culpa. —suplicó Yuuji llorando en su pecho, lo suficiente para que a Satoru le brillaran los ojos, apretó su abrazo y sonrió sin que el otro lo natara.
—Sí, fue tu culpa, dejarme de esta forma, hacía mucho frío y nunca llegaste. —se lamentó Gojo, llorando más. El corazón de Yuuji comenzó a palpitar más, enterró más su rostro sobre el pecho de Gojo y lo abrazó con más fuerza, deseando piedad.
—¡Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento mucho! —lloró despiadadamente, había perdido el control de su cordura y la culpa lo hundió en un sentimiento tan inestable, llena de odio y culpabilidad sobre sí mismo, estaba claro que el pequeño era muy llorón y emocional cuando en cambio, el mayor no dejaba de sonreír ya que le encantaba esa faceta débil del niño. Puede controlarlo y eso le daba más curiosidad, el saber qué pasaría si.... ¿Cómo reaccionaría?
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Ése día no hubo clases, Yuuji le explicó que había ido a la casa de un amigo a quedarse a dormir, mencionó que lo hizo por ser infantil, porque no confiaba en él y así de crudo fue su corazón, prometió no escapar ni irse a otros lugares sin hacerselo saber a su niñero.
Lo ayudó a lavar la loza, comió un poco de la mermelada y tomaba de la mano de su niñero, más que nada para controlar la temperatura corporal. Aún se sentía culpable.
Decidió por invitarlo a dormir en su cama o simplemente abrigarse porque el día estaba muy helado.
El mayor aceptó gustoso, subieron hacia la habitación del niño tomados de las manos, por alguna extraña razón Satoru se fue a dar una ducha aunque para Yuuji le pareció agradable el hecho de oler bien, asi que también decidió bañarse, sin saber el verdadero significado.
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ʟᴀ ᴛɪᴇɴᴇꜱ, ʟᴀ ᴛʀᴀᴇꜱ
Fanfiction•Advertencias: Esta historia contiene una temática muy oscura y si eres sensible podrá dejarte algo asqueada con los temas que abordan como relaciones tóxicas. ◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸ Era una estupidez para Yuuji el que su querido...