V.

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Prisionero de él, como un trapo manejable. Lo llevaba consigo a un pobre niño con heridas en el cuello producto de un intento de extrangulamiento, se sentía inconsciente, aturdido, no estaba en plena forma.

Satoru, su extrañamente maníatico niñero lo traía tan apegado a su cuerpo, no dejándolo escapar en el agonizante abrazo. Miró hacia ambos lados de la calle y volvió a emprender su marcha, escapando de las multitudes por si eran los vecinos quejozos que reclamaban y gritaban: ¡robo, robo!

Logró acelerar el paso y divisó un Club nocturno algo lejos de las cuadras habitadas, por donde el sendero no era seguro ni fiable.

Así que, adelantó a su gusto aún con el infante cargando, recibiendo la bienvenida de jóvenes mujeres que se recargaban en su pecho, estaban drogadas por voluntad propia, ignorando a la criatura ajena.

Se alejó asqueado y observó de cerca a un grupo de hombres con un semblante de estar cabreados, fumaban y tiraban dinero a ciertos bailarines en un tubo. Al ver tal escena opuesta a la que él esperaba, sonrió y cargó a Yuuji estilo princesa como siempre suele hacerlo. Se sentó enfrente de ellos colocando sus pies sobre la mesa.

—Muy aburrido, ¿cierto? —habló relajado. Los tipos quedaron en silencio, no obstante uno de ellos interpuso su opinión.

—Sí, ya ni se me para cuando me la chupan esas putas.

—Siempre son las mismas, esa de ahí ya tiene 47 años, joder, qué asco. —entonó un segundo, dejando su cigarrillo sobre un gastado cenizero—. La clientela aquí es grande pero sólo porque llegan cabros jóvenes, mira a ése, —señala a un chico siendo seducido por una mujer de quizás unos 39 años, posando su trasero que lo sostenía una prenda un tanto ajustada para su talla, el joven sólo babeaba tocando las caderas deformes de la señora—. dan pena, hombre.

—Jaja. —rió el albino—. Estoy de acuerdo con ustedes, sé que es difícil conseguir carne joven pero.. —acaricia la frente del niño desmayado—. si ustedes aplican el término de que culo es culo, ¿les parece intentarlo con éste jovencito?

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El sueño repentino que Yuuji experimentó fue gracias al miedo y unos golpes que lo dejaron aturdido, fuera de sí, no le dejaba procesar cómo aquel hombre logró saber su paradero. Se sentía débil, fisíca y mentalmente. Era claro que todo lo que tenía lo perdió, su amigo no lo volvió a llamar y no lo culpaba; no había forma de hacerlo, Satoru cortó toda comunicación en esa mansión, como si quisiera que él le hablara, sólo a su niñero, eso le atormentaba. Estar con la misma persona todos los días, recibir los tratos que eran iguales y con el mínimo aroma de su perfume ya era uns costumbre.

No fue tanto tiempo cuando despertó, amarrado y desnudo. Con 5 hombres gimiendo, su propio niñero lo reclamó colocandolo en una orgia.

Su trasero dolía como el infierno, cada zona de su cuerpo quemaba, incluso el más mínimo toque lo hacía llorar. No estaba del todo cuerdo pero sus sentidos estaban un 50% sobrios. Algo enorme, mas bien dos pollas penetrando su culo le bastaba para identificar que estaba siendo violado, no sólo era su ano el que sufría, su boca se encontraba ocupada siendo forzado a saborear distintos penes, como en una ronda obsena y asquerosamente placentero.

Aquellos sujetos, quienes gustosos y dispersos se turnaban en follar el virgen culo de Yuuji, le producía cierto rechazo y era obvio, no eran hombres feos pero el hecho de que no los conociera y que tocasen sin su permiso le parecía totalmente desagradable como su niñero tratando de hacerlo reír con esos chistes sacados de tono. Se preguntó dónde estaba, con lo poco de conciencia que le quedaba...

ʟᴀ ᴛɪᴇɴᴇꜱ, ʟᴀ ᴛʀᴀᴇꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora