VI.

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El día llegó sin previo aviso, la incertidumbre del menor había sido desvanecida al tomar un largo sueño sombrío, eran las 07:37 y las aves no paraban de hacer danzar sus cantos sobre las húmedas ramas del jardín, estaba haciendo frío y la época del invierno cada vez era más propensa a deambular por el aire. El albino hizo de su presencia una muy silenciosa para no despertar al niño.

—Duermes tan como un bebé, Yuuji.
—Mencionó acariciando levemente sus mejillas mientras observaba el rostro inexpresivo del mencionado, levantó la vista encontrándose con la ventana semiabierta, rechinando y moviendo las claras cortinas de la única habitación.

Suspiró y sobó su sien, no quería despertarlo, como dicho anteriormente pero, para hacer menos sospechosa su desaparición, Yuuji era un crío, debía llevarlo a la escuela.

Sopló gentilmente su nariz esperando alguna señal involuntaria de molestia en sus ojos, no lo consiguió a la primera, pero luego de dos intentos más Yuuji abre perezosamente sus ojos.

—¿Abuelo? —susurró penoso a la par que rascaba su frente—. Abuelo, ¿eres tú?

—Yuuji. —respondió serio el alto.

—Ah, sí, eras tú.

Mencionó lo último y giró su cuerpo, dándole la espalda. Los sueños donde abrazaba a su familiar lo hacían ilusionar bastante.

—Mi vida, tienes que ir a la escuela. —soltó Gojo tratando de no sonar posesivo.

Los ojos le brillaron al niño, ¿este tal vez podría ser una oportunidad para poder huír y pedir ayuda? Sabía que el albino no era un estúpido, obviamente habrá puesto algún tipo de cámara en su ropa o en alguna prenda que debía llevar. Bostezó un poco y estiró sus manos, miró a Satoru y sin sonreír le dedica una mirada.

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—¿Qué estarás haciendo? —Cuestionó Yuuji abriendo la puerta del coche.

Gojo miró sus ojos con seriedad y lentitud, sonríe y responde de forma casual:

—Preparar la cena. —Un pesado silencio reinó entre ambos varones—. Ten cuidado Yuuji, te recogeré de inmediato si no te sientes bien, estaré ahí en la salida esperándote.

Yuuji carraspeó con su mirada y cerró la puerta sin interés, desviando su atención e ignorando el "te amo" de Gojo.

Megumi fue el primero en percartarse de su aparición, dejó la amena conversación que tenía con un flaco de cabellos negros y ojerozo.

—¡IDIOTA! —Exclamó el pálido, corriendo hacia el castaño.

—¿Fushiguro? —Analizó cada detalle de su amigo teniendo la razón, efectivamente era Megumi Fushiguro quién se acercaba velozmente con una rama en su mano de dudoso uso.

—¿Dónde mierda te metiste? El rector te ha tenido en la mira, dice que no puedes seguir aquí si faltas una semana más, que sólo dejas que roben tu silla y no aprovechas los créditos que dan.

—¿Qué créditos? Me vengo a enterar recién de eso y nisiquiera me vendían las papas que quiero, según el tipo siempre se agotaban pero era cosa de ver que al gordo de Mahito se robaba las bolsitas.

—Yuuji. —habló Getto, el poder máximo del recinto y uno de los más bromistas, a pesar de tener un cargo tan relevante con sólo tener 34 años—. ¿Cómo estuvieron los días de fiesta? Me deshonras que no me hayas invitado.

El moreno parpadeó sin cesar. Megumi tosió y lentamente se aleja para evitar problemas ajenos.

—Rector, es que, viera usted....—Tartamudeó el castaño, sintiendo la fuerte mirada terca del pelinegro.

ʟᴀ ᴛɪᴇɴᴇꜱ, ʟᴀ ᴛʀᴀᴇꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora