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El día siguiente fue como un calvario para Yuuji, quien se hayaba al lado de un contento y atractivo albino, sí, lo de siempre. Habían quedado en mirar una película juntos, obviamente en el primer piso y la razón pues clarísima como el agua.
Sólo faltaban unos minutos para que comenzara a llover, eran ya las 20:28 y siempre era así, lluvia y más lluvia. Le sería difícil para el menor huír si es que lo logra antes de que su niñero leyera su alma y con ella sus pensamientos.
—Hoy estás más extraño de lo normal, Yuuji. —el nombrado alzó su rostro sorprendido pues sólo se limitaba a observar los detalles del suelo, con sus dedos entrelazados sobre su vientre— ¿Te encuentras bien?
No. No estaba bien, ha estado con miedo todo este proceso, desde que lo vió hasta ahora mismo y las seguirá teniendo hasta reportarlo con la policia.
—Para nada —vociferó—. Sólo que esta casa es tan grande. —se detuvo un momento, una idea majestuosa se le cruzó por su mente como la luz al morir, le costaría dos y de las muy caras, una misión suicida; librarse o fracasar en el intento. Colocó su mejor sonrisa, sin notar sus ganas de echar a llorar—. Juguemos a las llevas.
—¿Eh? —lo miró dudoso, buscando algo más concreto en sus palabras.
—¿Qué ocurre? —este era el plan: jugar a las llevas, él correría y Satoru es el que las lleva, ¿suficiente para ser entendible?— tú la traes, debes contar hasta 20 y cuando termines debes tocarme.
—Oh, ¡ooh! claro que lo conozco, solía jugarlo hace bastante años atrás, tendrás que correr mucho porque siempre te voy a tocar. —embozó una sonrisa, sabía que él iba a ganar pero, no pensó que esto era un plan del menor—. Sólo con una condición, la primera planta es permitida correr, si vas a la segunda tendré que castigarte.
Yuuji aceptó con su cabeza, el plan había comenzado. La lluvia por fin cayó con pesadas gotas acompañada de sus amigos los relámpagos, fuertes y ruidosos que golpeaban y quitaban almas que gracias al Dios no existían.
—Entonces, ¿por qué contar hasta 20? —le parecía extraña esa nueva regla que implementó su enamorado.
—Para hacerlo más intenso. —respondió con picardía—. serás aburrido si no aceptas porque yo accedí sólo jugar en este piso así que esa es mi condición, cuenta ahora, en una pared.
El alto llevó su rostro hacia un muro de la cocina y comenzó a contar con sus manos sobre sus ojos.
Bien, excelente comienzo, Satoru le creyó profundamente sin condiciones fuera del apartado, exceptuando el uso de los demás pisos por razones obvias aunque eso le ayudó para sólo correr en este entorno y que así no sospechara que su único objetivo era la primera sala.
—1, 2, 3, 4... —empezó a contar Satoru, en cuanto Yuuji escucha su voz corre hacia una habitación aleatoria y simula entrar en ella para cerrar la puerta fuertemente, haciendo parecer como si estuviera allí adentro cuando realmente fue lo contrario, se quitó sus zapatos y corrió con los pasos más silenciosos que pudo dar hacia alguna ventana abierta, tuvo éxito. Una ventana estaba a su disposición, se trataba de una que estaba ubicada al lado de la puerta principal, con todo el coraje saltó lentamente tocando el frío y mojado pasto de la entrada.
Miró sus zapatos y sin dudarlo se los volvió a colocar, agachó su cuerpo y con la mirada buscó un medio de transporte: recordó que al bajar del auto, antes de mirar aquella escena de horror, vió una bicicleta a un lado de un oxidado grifo en una muralla cubierta de plantas y malesas. Grande fue su sorpresa cuando el objeto se hizo presente en su círculo de visión, estaba en buen estado, o fue robada o algún nene lo dejó ahí como todo olvidadizo.
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ʟᴀ ᴛɪᴇɴᴇꜱ, ʟᴀ ᴛʀᴀᴇꜱ
Fanfiction•Advertencias: Esta historia contiene una temática muy oscura y si eres sensible podrá dejarte algo asqueada con los temas que abordan como relaciones tóxicas. ◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸◂▸ Era una estupidez para Yuuji el que su querido...