Abrí la puerta lentamente y mirando a mis costados salí silenciosamente, había tomado esta decisión varios días y hasta semanas atrás, pero hoy podía llevar a cabo lo que tanto había estado esperando.
Iba tranquilo por los pasillos, ya que sabía que la enfermera/profesora de guardia hoy, tenía el sueño muy profundo, y las pastillas que le había puesto en su café hoy, harían que tenga al menos 6 horas de sueño profundo.
—Cordovero... -Escuché una tajante voz a mis espaldas, rápidamente me giré y vi a Roma sentada en el piso mientras fumaba y pasaba una cuchilla entre sus brazos, logrando que pequeñas gotas de sangre cayeran sobre su falda. La miré atónito, no sabía que la denominada 'señorita correcta' fumaba y mucho menos que se cortaba.
—N-no te duele? -Me animé a preguntar
—Me duelen otras cosas como para preocuparme de unos cortesitos
—Yo...N-no creía que vos... -No terminé la frase porque era un tema sensible y no quería ser entrometido.
—No, nadie lo cree, la chica correcta no puede tener pensamientos suicidas, pero tranqui, es normal que pienses eso -Respondió sin importancia.
Dudé un poco pero me senté a su lado, tenía tiempo todavía.
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