Cap. 21 NO ESTÁS SOLA

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Alina lentamente abrió los ojos, miró a su alrededor y vio que estaba en su dormitorio. Su cabeza le daba vueltas, se sentía mareada, con cuidado se sentó en la cama, pero se llevó un susto terrible al ver a Cristi sentada en una esquina, mirando a Alina con los ojos llenos de lágrimas.

—¿Cristi? ¿Qué sucede? ¿Estás bien? —preguntó Alina mientras se levantaba de la cama.

—Alina. Mateo está muerto —los ojos de Alina se abrieron enormemente—. Se suicidó anoche —expresó Cristi entre lágrimas.

Alina no contestó palabra, estaba tan impactada por lo que hizo Mateo, no podía creerlo, no podía entender por qué llegó tan lejos.

—Alina —dijo Cristi sacándola de sus pensamientos—. ¿Qué fue lo que pasó? Tú estuviste con él anoche, dime qué sucedió.

—Cristi... Anoche las cosas se salieron de control, Mateo me declaró su amor, yo le dije que no sentía lo mismo entonces él...

—¿Qué dices? —preguntó Cristi interrumpiéndola—. ¿Lo rechazaste? Entonces por eso lo hizo, le rompiste el corazón y él se mató.

—Cristi no me digas eso —suplicó Alina entre lágrimas.

—Lo mataste. Pudiste haber evitado todo esto sí sólo le hubieras dicho que sí. Él te quería tanto ¿Qué te costaba darle una oportunidad?

—Cristi por favor, lo lamento tanto —dijo Alina con la vos rota.

—Tu lamento no lo traerá de vuelta —reprochó Cristi mientras salía de la habitación.

—¡Cristi! —gritó destrozada.

Alina pasó unas horas encerrada en su habitación, llorando desgarradamente en el suelo, hasta que Cónfer llegó y fue de inmediato a verla. Entró a la habitación y encontró a Alina tirada en el suelo, totalmente devastada.

—Alina —dijo Cónfer acercándose a ella para tratar de contenerla—. Lamento mucho lo que sucedió, todo es mi culpa, tenía el presentimiento de que esto ocurriría.

—Déjame sola Cónfer —suplicó Alina en vos baja y triste.

—Alina lo que pasó no fue tu culpa, su obsesión lo llevó...

—¡Dije que te fueras! —gritó, antes de volver a llorar—. Vete por favor, sólo vete.

—Está bien, estaré en la sala por si necesitas algo.

Luego de que él saliera, Alina quedó encogida en un rincón, se sentía totalmente culpable por la muerte de Mateo, él era la única familia que le quedaba. Mateo ya no estaba y Cristi se había tornado en su contra, ahora sí consideró que estaba completamente sola. No aguantando más el dolor, la culpa en su pecho, así que se levantó y salió rumbo al ascensor sin que nadie la viera. Subió a la azotea del edificio, donde caminó hasta el borde. Ella podía sentir el viento en su rostro, el vértigo por la altura, el miedo a la muerte, pero lo que no podía dejar de sentir era la culpa. Quería hacerlo, quería lanzarse desde ahí y tener una muerte rápida y sin dolor. El edificio era tan alto que las personas que caminaba por las calles apenas se veían. En ese momento Alina pensó en su familia, en qué pensarían ellos si la vieran ahora,  sabía que era incorrecto, una parte de ella dudaba, pero de todos modos cerró sus ojos, respiró hondo y pidió perdón a su padre por lo que estaba a punto de hacer. Pero luego escuchó una vos.

—¿Disfrutando de la vista? —Alina abrió los ojos rápidamente, y vio a Álefer, parado junto a ella—. Guau, es una larga caída. Me imagino que si alguien se lanzara desde aquí, seguro tendrían que limpiar sus restos con un trapeador, ya que quedaría desecho, como un charco salpicado de sangre y sus pedazos esparcidos por doquier.

GUERREROS La InvasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora