Llamé al timbre y al cabo de unos minutos una chica de pelo castaño largo, un poco más abajo de los hombros y más baja que yo me abrió la puerta mirándome con cara aburrida mientras se quitaba los auriculares.
—¿Qué demonios quieres? —preguntó con mala cara.
—Mhm, vengo a ver a tu herma...
—No está —dijo cerrándome la puerta en la narices de un portazo.
Vaya, no esperaba eso.
«Un poco más de respeto, por favor»
Concuerdo contigo.
Extrañada, volví a llamar al timbre y esperé a que alguien me abriese la puerta.
—¡TE HE DICHO QUE NO ESTÁ! —escuché como gritó desde dentro.
Oí los pasos de otra persona y su conversación.
—¿Quién es? —oí como le preguntaron.
—...no le abras, es una tía rara —escuché como decía la niña.
«¿Perdona?»
Frunzo el ceño, indignada. ¿Tía rara? Yo no soy quien le a cerrado la puerta en la cara a otra persona.
Unos segundos después la puerta se abrió de nuevo.
—Hol...
—Pero mira quién tenemos aquí... —me veo interrumpida a callarme cuando aparece en mi campo de visión, es él.
Me fijé en su aspecto, llevaba unos pantalones cortos de entrenar con una sudadera con la capucha puesta y pude notar que lucía ligeramente sudado.
«Mhm... el chico guapo del otro día»
Sí, querida consciencia el que casi envenena a Spark, está bueno, sí, las cosas hay que decirlas, aunque eso tampoco me importa ya que tengo novio, pero no me cayó bien, ni me gustó el tono que usó para hablarme, por lo que decidí ponerme a la defensiva.
—Hola —contesté seria cruzando los brazos sobre mi pecho.
Metió las manos en los bolsillos de su pantalón.
—¿Qué se te ofrece? —preguntó con aire sarcástico y semblante serio.
—Vengo a ver a Maya —dije dando un paso hacia adelante con la clara intención de que quería que me dejase pasar.
—Ya —frunció el ceño.
Se hizo a un lado dejándome pasar, mientras cerraba la puerta y su delicioso aroma me inundó. Me aparté rápidamente.
Observo todo detalladamente a mi al rededor, es una copia de mi casa, lo cual tiene sentido porque somos vecinos y todas las casas de esta calle son casi iguales, solo que sin nada de decoración en las paredes, lo que hace del ambiente algo más formal y limpio resaltando los colores neutros, en cambio, mi casa está llena de cuadros de la galería de arte de mi tía; la más pequeña en la familia de mi padre, que es artista, básicamente porque a mi madre le gustan y no los quitó cuando nos mudamos.
—Está en su habitación, es la última —le escuché decir detrás de mí.
No digo nada y cruzo el pasillo a la izquierda subiendo las escaleras que hay en este, y me dirijo hacia la última puerta. Doy tres toques antes de entrar, asomando la cabeza.
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Adicción
Fantasy«Insaciable Adicción» Recién llegada a su antigua casa en Seattle después de diez años, a Maeve, una adolescente aparentemente normal, dispuesta a hacer amigos y nuevos planes, el destino le enseñará lo egoísta y peligroso que puede ser cuando se to...