La bestia giró rápidamente para seguir persiguiendo a sus presas cuando estas lo esquivaron, repitiendo su ataque una y otra vez contra sobre el semidiós descendiente de Helios. El joven austriaco podía evitar sus afilados colmillos con un mínimo margen de error, pero no salío limpio de sus ataques, entre las tantas bocas de la criatura lograron dañar al muchacho.
A diferencia de su colega, Kat se quedó congelado ante la batalla, el terrible estrés lo hizo paralizarse a mitad de la cueva, hecho que su mortífero enemigo trató de aprovechar para darle fin, lanzando un fuerte golpe a Adler, usando su cola. Con un preciso y veloz movimiento se intentaría abalanzar sobre Hideo, pero su compañero pudo evitar que lo fulminaran al lanzar una roca de buen tamaño en contra de Cipactli, quien fue aturdido momentáneamente, dando el tiempo suficiente para que Hayashi por fin reaccionara. Al acercarse a su amigo, le entregó el arma que por cuenta propia trajo al plano físico. La bestia cuadrúpeda se mantenía a la defensiva, esperando la siguiente acción de sus presas-
- ¿Qué diablos pasa contigo, Katsaros? No puedes quedarte quieto cuando un enemigo trata de matarte, si no puedes manejar tu miedo solo harás que nos maten. - aunque herido, Adler se mantenía firme como un roble, y su expresión tomaba ese semblante duro que tanto impresionaba a los demás durante el entrenamiento en el Olimpo - ¡Eres hijo de la diosa de la guerra, actúa como tal!
Se sentía patético al recibir un discurso de tal tipo a mitad de una batalla, y más aún porque no era la primera vez que se lo daban. Por más que luchaba por controlar su pánico, el miedo era más fuerte que él al momento de enfrentarse directamente a un enemigo, esa es la razón de que se haya podido controlar durante la batalla contra Humbaba, porque sus compañeros estaban ahí para combatir a su lado. Sabía perfectamente todos los fundamentos de la batalla, ninguno de los demás semidioses del Olimpo tenía el conocimiento sobre la guerra que él poseyó, solo que durante una batalla real era matar o morir, y eso era la fuente de su pánico.
Su mente se nublaba a causa del miedo, no era capaz de pensar con claridad una estrategia para defenderse, pero se concentró en las palabras de su compañero, no luchaba solo, era el hijo de la diosa de la guerra y la estrategia; si su intención era honrarla, solo luchando y ganando lo lograría.
- Podemos matarlo, ese no es el verdadero Cipactli - sentenció Kat, con más seguridad en su voz, poniéndose en guardia.
- ¿Cómo estás tan seguro de eso? - Adler dudaba de su colega, no era capaz de confiar totalmente en alguien que cediera a su miedo.
- Por dos razones, la primera es que si fuera el verdadero Cipactli ya estaríamos muertos, era colosal, cientos de veces más grande que la Hidra de Lerna; la segunda es que hace milenios dos dioses lo mataron, Tezcatlipoca y Quetzalcoatl, si ellos pudieron nosotros también.
¿Demasiado optimismo? En momentos de desesperación como ese era bueno pensar en que quizá tenían una oportunidad de salir con vida de la fría y húmeda cueva que los atrapó. Katsaros entonces hizo que su cerebro maquinara un plan con el que podrían defenderse. La anatomía de la bestia era cuadrúpeda, como todos los reptiles similares, arrastraba su cuerpo al andar por tierra y era veloz pero incapaz de girar súbitamente. Kat pensó en una manera de contrarrestar la superioridad física y espacial de la criatura pero solo pudo apoyarse de esa desventaja física, pues aquel no era un reptil cualquiera, solo podían enfrentarla haciendo daño a sus ojos y múltiples bocas, ya que su piel era difícil de atravesar con espadas comunes.
Cipactli se hartó de la espera y con un salto cortó la distancia que separaba a los rivales de sus fauces mortales, ambos jóvenes saltaron a un lado para evitar su ataque, mientras que en su trayecto intentaron dañar la fuerte coraza que lo protegía. Tratar de cansarlo para lanzar una contraofensiva era inviable, al igual que repetir la estrategia empleada con Humbaba, pues requería de un tiempo de espera del que no disponían en ese momento.
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Crónicas Divinas: Rosas y Dioses.
FantasíaLos antiguos dioses griegos están muriendo poco a poco, la gente deja de creer en su existencia y las energías que guardaron comienzan a escasear. Ya no son lo que eran en su época dorada, son la sombra de los dioses que alguna vez gobernaron al mun...