Capítulo 5: Sucesos Extraños. Parte I

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Luego de aquella experiencia tan perturbadora, los semidioses se organizaron para hacer guardia en la cabaña, no se sentían para nada seguros, por ello lo mejor era encontrar de una buena vez a su enemigo sin llamar la atención de los humanos. Los primeros en patrullar fueron los dos hermanos, mientras las chicas y sus compañeros dormían un poco antes de relevarlos, los que lograron hacerlo; durante la madrugada, Charlotte salió a encontrarse con Erick, quien estaba sentado detrás de la casa.

- Hola, Erick, ¿cómo estás? - dijo la peligrís.

- Pues, supongo que bien, al menos sigo vivo. - el hijo de Atenea sonaba bajo de energía - Sabía que los enemigos no se portarían amables, pero aquello fue demasiado, parece que solo está jugando con nosotros, nos tortura... ¿crees que si quisiera matarnos ya lo habría hecho?

- Haces preguntas difíciles de responder.

- Sí, lo siento.

- Hasta hace unos días, jamás se me habría pasado por la cabeza la idea de que los dioses de la mitología griega eran reales, y ahora estoy conversando con un semidiós, la verdad es que no sé qué creer. No sé el alcance de los poderes de quien esté detrás de esto, pero confío en que ustedes cinco son capaces de acabar con ella.

- Ojalá yo tuviera esa confianza en mi mismo, Charlotte, pero me alegra que alguien más crea en nosotros, esto es más de lo que podemos manejar en este momento. - mirando hacia el cielo estrellado, el hijo de Atenea se puso de pie para continuar con su deber de vigilancia - Bueno, gracias por escucharme aunque sea un poco, deberías volver a tu cama, parece que esta va a ser una noche bastante larga y fría, no quiero que te enfermes.

La mortal hizo caso a las sugerencias de su amigo, fue hasta una de las camas de su cabaña para intentar dormir lo más que pudiera, en cuanto Erick se aseguró de que ella estaba bien, continuó con su patrullaje programado, que fue interrumpido al poco tiempo por su hermano mayor. Este muchacho no quería que su hermano y compañeros se involucraran personalmente con las chicas más allá de lo necesario, pues eso revelaría su posición para su panteón y sus enemigos, además de que eso podría causar una histeria colectiva si se sabía que el mundo estaba en peligro de ser destruido por bestias fuera la comprensión humana. Era difícil no tener relación alguna con las chicas, pues fueron ellas quienes les dieron un refugio y alimentos cuando lo necesitaron, sin embargo, si podían evitar involucrarse más allá de lo que ya lo hicieron, mucho mejor. Erick se sintió molesto ante la represalia de parte de su hermano, Hideo faltaba a esta regla más que cualquiera del grupo, por lo que consideraba ligeramente hipócrita el regaño; una discusión entre los hijos de Atenea se desató, misma que fue interrumpida por Adler y Leo luego de varios minutos, su guardia había terminado.

Los hijos del sol y del herrero relevaron a sus colegas para que fueran a descasar, que buena falta les hacía, tanto estrés alteraba los ánimos y se ponían agresivos. Con la soledad de la noche cada uno se encargó de mirar con cuidado su respectivo lado de la base, procurando ocultarse cuando vieran a algún guardia humano acercarse demasiado. La noche transcurría con lentitud, el clima frío los mantuvo despiertos todo el tiempo, nada pasaba, todo se encontraba pacífico, quizá demasiado, ni siquiera había ruido de ambiente, en definitiva aquel campamento humano albergaba algo más que solo mujeres humanas, algo extraño ocurría detrás de la fachada de un asentamiento para chicas. Cuando el sol salió, sus cálidos rayos dieron inicio a un nuevo día de vida, al menos sobrevivieron para luchar una vez más. 

Al llegar el mediodía, las mujeres estaban ocupadas cumpliendo sus responsabilidades en el campamento, era momento de ir a investigar las zonas aledañas, quizá tendrían la suerte de encontrar una pista que les ayudara a saber más de sus enemigos. Escabullirse entre las construcciones no era tan fácil durante el día, pero se las arreglaron para ir hasta la parte trasera de la primera cabaña que ocuparon, ahí estaban las huellas de Humbaba, aún visibles para el ojo cauto de sus cazadores. Siguieron las marcas hasta el lugar de su batalla, los árboles seguían destruidos y la sangre seca manchaba los alrededores, la pelea había concluido con el monstruo diluyéndose en un viscoso líquido que aún tenía remanentes, Armin recogió un poco de aquel fluido con los dedos.

Crónicas Divinas: Rosas y Dioses.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora