RENATA

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La noche previa, luego de haber acabado dentro del rizado, Joaquín se acomodó en un lado de cama, mientras el otro chico le daba la espalda, dormido. Por lo que aprovecho de acariciar su cabellera.

—Necesito poseer un cuerpo para mantenerme cerca —dijo en voz baja Joaquín, aunque esta vez estaba seguro de que Emilio no le escuchaba, ya que comenzó a roncar sonoramente —. Solamente a ti te acepto aquel ruido del infierno. Y eso que he estado allí un par de veces.

Se quedo allí, ahora acariciando su mejilla, le gustaba mucho sentir su suave piel, pensando en una solución. De pronto esta se le vino a la cabeza.

—Puede que no acepte, pero debo intentarlo —siguió hablando en voz baja. Se bajo de la cama, haciendo aparecer su ropa; ventajas de ser un ángel. Luego le dio un beso tierno en los labios al sacerdote y salió de la habitación.

A unos kilómetros del Psiquiátrico, Renata se encontraba leyendo una novela romántica en su dormitorio. Ella vivía junto a su madre en un pequeño departamento, cuando no le tocaba ronda nocturna, aprovechaba de despejarse de todo leyendo o viendo series.

—¿Te gustaría vivir un romance así con el padrecito? —una voz la sacó de su lectura, al verlo no podía creer quien era, se supone que estaba bajo tierra.

—¡Un fantasma!—grito ella, saliendo apresurada de su cama hacia la puerta, pero Joaquín la cerró de golpe, dejándola a ella quieta y sin habla.

—No quiero dañarte, porque te necesito —al decirle eso, Renata agrandó los ojos del miedo —. No, no es lo que piensas. No me interesas de aquella manera. Por favor solamente escucha; sé que Emilio es muy importante para ti, y no como un paciente.

Ante aquello último, la chica se sonrojo levemente.

—Lo que sospeche ¿te has enamorado? ...Oh cierto debo dejarte hablar —Joaquín en un chasquido hizo que la voz de la enfermera regresara —. Ahora sí.

—¿Cómo sabes? —preguntó ella, el miedo se esfumo rápidamente siendo reemplazado por la curiosidad.

—No fue azar que dijera lo del romance con el padrecito. Además, la novela te delata —Joaquín le quito el libro que ella aún tenía en sus manos, la portada y titulo eran de esos clásicos clichés de amores imposibles —. Crees que no tienes oportunidad, pero yo te puedo dar esa opción.

—¿Qui...quién eres? —inquirió Renata.

—Un ángel.

—¿Algo así como cupido? —por un segundo los ojos de ella brillaron.

—Por favor, no soy uno de esos bebés alados. Soy alguien superior —bufó Joaquín

—¿Por qué haces esto?

—Ya te dije, te necesito. Y me dijiste que no merece estar en el psiquiátrico, y pues esta es la oportunidad.

—Pero yo se lo dije al Doctor... —Renata no termino su oración, porque Joaquín la silencio con un chasquido de sus dedos.

—Solo te diré que estaba allí para cuidarlo, y ahora tu podrás hacerlo con mi poder —dijo Joaquín, aplicando su sonrisa convencible y seductora —. Solo debes decir que "sí" aceptas ser mi receptora. Necesito un cuerpo para seguir ayudándole, y tú eres la indicada.

—No sé, suena tan maravilloso...espera ¿tengo voz? —se sorprendió ella al notar que sus cuerdas vocales funcionaban nuevamente.

—Lo es querida, y solo es un préstamo temporal. Prometo que tu cuerpo será regresado intacto.

—¿Tendré consciencia? —preguntó Renata, aunque estaba tentada en aceptar, seguía dudando.

—Por supuesto, bueno será compartido —mintió Joaquín sonriendo —. Pequeña, piensa que lo haces por su bien, y sé que eso quieres. Y si luego algo más resulta, mejor.

Joaquín le guiño un ojo a Renata, quien se sonrojo como tomate. Era cierto que quizás había tenido pensamientos no inocentes con el sacerdote, pero le daba pena que otra persona lo supiera. Se quedo allí aún parada cerca de la puerta, pero su cuerpo ya tenía voluntad. El ondulado pudo notar como ella se seguía debatiendo, por lo que hizo su ultimo convencimiento.

—Eres una enfermera que tiene la oportunidad de salvar a un paciente. Tu pedías que Dios no lo abandonara, pues yo soy esa ayuda. Solo dime que SÍ.

—Sí, acepto —dijo ella en un tono firme.

Al decir esas palabras, estaba firmando un contrato del que luego podría arrepentirse, pero mientras pensaba y sentía que solo hacía un bien. Un halo de luz azul inundo la habitación, ahora solo estaba el cuerpo de Renata allí. Ya que su alma era ocupada por un ser caído, y ella era dejada en un rincón de su inconsciente dormida.

°°°

Emilio había retornado a su dormitorio, se sentía adormilado. Usualmente le sucedía luego del almuerzo y de beber su medicamente. Renata estaba junto a él, aunque había sido muy perceptivo cuando Joaquín poseyó al doctor, esta no se percató de que su verdugo estaba a solo unos centímetros de él. En el cuerpo de la enfermera, el ángel sentía que tenía mayor opción de dominarlo, aunque no creía que Emilio se sintiera atraído por aquella mujer, pero nada era imposible.

El rizado cayo dormido, Joaquín quería aprovechar el momento, pero debía mantener su actuación, por lo que simplemente besó su frente dejando una promesa.

—Volveré mi sacerdote.

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¿Creían que verían lo último de mí? jajaja ya estoy como Joaco del fic. Pues mi mente no deja de crear, así que quise traer un poco más de esta trama.

A quienes me leen, muchas gracias en serio.

Saludos

Rovallie.

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