CONFESIÓN
Apenas si puedo abrir mis ojos, observo y estoy en la cama de Aaron pero el no está. aprovecho la soledad para llegar al baño y ver el desastre que quedó en la noche. observo en el espejo mi rostro con algunas manchas de pintura y mi pelo esponjado que apenas si puedo controlar con un poco de agua. Hago algunas gárgaras con un enjuague bucal que hay en uno de los cajones que husmeo y quedo frente al espejo.
―Hola ―sonrío mientras me observo. Y es que cada vez que veo hacia la ducha siento que estuve en una novela erótica. La única diferencia es que esta no es un libro que pueda cerrar y el protagonista de esta escena es de carne y hueso y en cualquier momento debo verlo a la cara, sin maquillaje y con su camiseta blanca que apenas cubre mi trasero.
―¡Kate! ―escucho en la habitación. Entro en pánico y lo único que se me puede ocurrir en esos momentos es darme algunas palmadas en mis mejillas, morder mis labios, hacer un intento de alisado con mis manos y acomodar de alguna forma lo que tengo puesto ―¡Kate! Un llamado más enérgico resuena y me resigno a tomar aire y a salir con una pequeña sonrisa. Veo a Aaron con dos tazas de café.
―Creo que dormí demasiado ―digo con esa pequeña sonrisa que trata de cubrir esas imágenes mentales que me hacen querer salir corriendo.
―No quise despertarte...además te veías muy bien durmiendo.
Es algo temprano para que mis mejillas ardan intensamente pero ahí esta de nuevo el efecto Aaron.
―Te traje café ―Aaron va a la cama con una mirada distante y yo le sigo. Ambos nos sentamos y mientras recibo la taza de café, le veo observar fijamente al piso mientras bebe un sorbo de café. Sus gestos algo lúgubre me cohíbe por completo, y lo único que me resta es acompañarlo en silencio.
―Perdí a mi prometida hace diez años por VIH.
El trago de café se atraviesa en mi garganta y una pequeña tos sale de mi.
― Tuve la fortuna de no salir infectado. En algo fue honesta... Lo único que pude hacer fue cuidarla mientras veía como moría... Solo hasta entonces me enteré que llevaba una relación de más de un año con la persona que la infectó. No merecía morir de esa forma como yo tampoco merecía verla mientras el dolor, la rabia y la impotencia me consumía. Cuando murió quedé tan perdido que apenas si me reconocía. La empresa que hoy vez, no tiene ningún sentido altruista. Es el dolor y la rabia de no poder expresar lo que sentía por alguien que estaba muriendo.
La confesión de Aaron me deja en un limbo del que no sé como salir. Y es que todavía puedo ver el dolor que le produce su pasado. y el esfuerzo de no destrozar esa taza con sus manos que se empuñan tan fuerte que sus venas parecen estallar. Y en un instante es como si una niebla oscura lo consumiera tanto que nos aleja por completo.
―Cuando conocí a Adam, y vi como sufría por tu rechazo... Sentí envidia de él y tenía curiosidad de conocer a la mujer que tuvo el valor de terminar una relación sin necesidad de engaños.
Aaron guarda silencio por un momento y toma otro sorbo de café. Su mirada se pierde en esa bebida oscura y humeante. Sus ojos los cubre una capa invisible y el borde de sus párpados se delinean de un rojo intenso que opaca su rostro.
Siento que su mente se aleja de mi a kilómetros de distancia y se ahoga en recuerdos amargos. Tomo su mano tibia y la sujeto con delicadeza. Quiero decir tantas cosas y al mismo tiempo sé que no existen las palabras perfectas que cambie la realidad que vivió.
―No quiero ocultarte nada Kate...―su voz ronca sale con dificultad.
―No fue tu culpa...
―Eso no lo hace menos doloroso... y es que aunque me quedé con ella hasta el final...la odié cada instante.
―Somos humanos Aaron... no puedes culparte por odiar... no nacimos preparados para cada situación que la vida nos pone al frente. Y tu amor por ella fue más fuerte que tu odio cuando decidiste quedarte a su lado.
―Me idealizas Katheryn.
―No Aaron... en el fondo quieres ser el villano de la historia para eximirla a ella de toda culpa. Quieres dar un motivo a su decisión.
―Es que nunca supe porque lo hizo... quise preguntarle tantas veces. Pero tampoco tuve ese derecho porque ella estaba agonizando.
Aaron deja la taza de café en el piso y hace lo mismo con la mía. Toma mis manos y me observa un poco más sosegado.
― No quiero que esto cambie quien eres conmigo kate... Desde el momento que decidí estar contigo asumí que estoy dispuesto a lidiar todo lo que venga de ti. No tengo miedo al dolor, lo único que te pido es que seas honesta sin importar la verdad que tengas.
Un escalofrio pasa por mi cuerpo al escuchar sus palabras con tono de súplica. Porque en el fondo siento que tengo el poder de lastimar a las personas que amo como lo hice con Adam.
―Creo que no sabes en que te metiste ―digo en un tono más relajado, lejos de lo que siento realmente. Sin embargo logro que Aaron sonría.
―Me di cuenta anoche que será muy interesante.
―Creo que será muy difícil que superes lo de anoche.
―¿Qué estás pidiendo Kate?.
Me encuentro en mi oficina, sentada en el escritorio detrás de un edificio de papeles esperando por mi firma. Pero si pudiera lanzarlas, lo haría complacidamente. En mi cabeza solo pasan imágenes de las diferentes facetas de Aaron. El que odiaba, el salvador, el lujurioso, la víctima, el que logra disimular muy bien como lo afecta todo y es que no sé como lidiar con la que me ha dicho.
Son las cinco de la tarde y apenas si he mirado tres de los documentos y todavía me faltan más de diez. Agradezco al universo por la reunión que tenía Dominic con un nuevo posible cliente o lo tendría aquí junto a Penélope indagando sobre mi nuevo romance del que no quiero dar ninguna explicación.
Cierro un momento mis ojos para lograr no pensar en nada. Sin embargo mi mente juega a parafrasear las palabras de Aaron una y otra vez. Me levanto del asiento y voy hacia la cafetería para prepararme un café. Golden prácticamente está solo lo que es muy bueno en estos momentos porque no quiero ver a nadie.
―Kate ―La voz de John me sorprende mientras estoy esperando que mi café esté.
Cierro mis ojos y maldigo con mis labios mientras volteo con la madre de las sonrisas falsas. Y ahí está el hombre eyaculación precoz junto a la puerta con su pose de ken de los setenta y su costosa sonrisa que la exhibe grotescamente.
―John ―saludo con desgano.
―Kate tan hermosa como siempre ― dice al mismo tiempo que se acerca y agradezco al cielo por tener la taza de café separándonos.
―Como siempre tan atento ―digo con una incomodidad que se nota a simple vista. ―Debo seguir trabajando... hablamos luego.
―Podríamos vernos esta noche.
―Perdón...!
―Si, podría hacer algo para relajarte.
Quiero evitar esta plática innecesaria. Pero ver esa sonrisa falsa y su maldito cinismo, hacen que quede frente a él para hacerle un favor a la humanidad.
―Creo que lo único que puedes hacer para relajarme, es hacer bien tu trabajo.
―Sé que estás molesta por lo de la otra noche...
―No estoy molesta por la otra noche... De verdad estoy muy agradecida, porque de lo contrario seguiría contigo. Y créeme que ya estaba harta de buscar colores para describir la lencería...Y por favor busca ayuda para tu problema.
―De qué hablas Katheryn.
―John... Eres un pésimo amante... Y por favor déjame en paz.
John queda pasmado, mientras salgo triunfante con mi café. Y siento que me quité un peso de encima. Y de una u otra forma sentía que el universo me había hecho un gran favor al liberarme de este gran sapo.
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Mi primera cita a los 40
RomantikKate acaba de cumplir cuarenta años. Es exitosa, audaz en los negocios. Socia y directora de una agencia de publicidad. Aclamada en las redes pero lleva diez años sin sexo. Ahora quiere solucionar (su problema) y recurre a Tinder. Sin embargo las co...