Dance

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Luego de un descenso sicosexual sé que debo canalizar mi energía en una actividad donde el género masculino no sea el protagonista. Y la verdad es que me concentré tanto en mi trabajo que hace años no tengo un encuentro íntimo con Katheryn Johnson para saber que la hace feliz o qué le gusta.

Salgo de la oficina y me encuentro a Penélope en el ascensor con ropa deportiva que por cierto como todo lo que se pone la hace ver inalcanzable. Se observa en el espejo pidiendo su aprobación y me hace tanta gracia que es imposible no observarla.

−Veo que vas al gimnasio –pregunto con un poco de curiosidad.

−La verdad lo odio, no puedo estar más de diez minutos en alguna máquina asquerosamente deprimente –responde con esa seguridad que da la juventud.

−Dímelo a mí, apenas si soporto la elíptica de mi oficina.

−Te vez espectacular Kate. Espero verme como tú.

Y aunque odie admitirlo. Suena realmente honesta y eso hace que la odie más... Aunque ya no tanto.

−Gracias Penélope. Y creo que es imposible que dejes de ser bella, realmente eres perfecta. «Si lo reconozco, y eso me hace sentir bien» ¿Entonces a dónde vas?.

−Voy a clases de salsa todos los días... ¡es genial!... Además de ejercitar el cuerpo relajo la mente. Es lo mejor. ¿Por qué no vas conmigo?.

Y ahí está nuevamente con su amabilidad que antes me parecía excesiva, y su hermosa sonrisa invitándome a un plan de chicas.

−No creo que sea tan buena para el baile. Además no estoy preparada como tú –le digo señalando su ropa.

−Eso es lo de menos, te vas a sentir muy bien.

Y aquí estoy junto a Penélope en un gran salón rodeado de espejos y un brillante piso de madera. Escuchando salsa Latina y deseando que ella me pierda de vista para salir corriendo.

Pero antes de cualquier intento de escape. Del otro extremo sale un joven alto, delgado con el pelo negro y ondulado que viene hacia nosotras con pasos largos y ligeros luciendo un cuerpo de catálogo con una ajustada licra que deja ver todos sus atributos.

−Penélope, mi Barbie ejecutiva y a quién traes hoy...a la impactante Mérida.

−Y tú eres Aladín.

−Si fuera hombre querida. ¿vienes a tomar clases de salsa?

−Más bien vine como observadora.

−Los presento. Ella es katheryn mi jefe y él es Thiago. Y aunque casi no la convenzo al final se animó –interrumpe Penélope.

Thiago me toma de la mano y me hace dar una vuelta.

−No puedes hacerle eso a tu cuerpo. Tus curvas piden a gritos ser expuestas al mundo... ¡Que caderas! sino bailas serás un desperdicio.

−Tendrán que vivir con eso, además el baile nunca me ha hecho falta.

−Esto es como el sexo querida. Siempre hace falta –Thiago me sonríe con picardía, sujeta nuevamente mi mano y antes que yo diga algo Penélope sostiene mi bolso y agarra mi gabán y quedo en medio del salón –Mi Barbie ejecutiva súbele a la música porque esta noche vamos a bailar.

Las manos grandes de Thiago sujetan con firmeza mi cintura y me pega a su cuerpo.

−Hoy vas a vivir.

Observo de reojo a Penélope y piso a Thiago –Lo siento.

−Esto es entre tú y yo.

−Creo que no soy tan buena.

Mi primera cita a los 40 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora