Dɪ́ᴀ Sɪᴇᴛᴇ: Gᴇɴᴅᴇʀ Bᴇɴᴅᴇʀ

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Nota: este escrito no está relacionado con los anteriores 6.
 
Disfrutad de la lectura.
 
 
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Capítulo Siete
"Gender Bender"
 

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Tomó el teléfono de su bolsillo y desbloqueó la pantalla sin mucho interés.
 
Era sábado, sin tarea ni nada que ocupase su tiempo y aún así estaba en casa encerrado como prisionero de alto rango.
 
Sus padres, sus benditos padres habían salido a alguna de esas reuniones de trabajo alegando que era imperativo para "la economía familiar" aunque ello significara tener un pretexto para beber en espacios sociales.
 
Y bueno, él sólo se dedicaba a mirar su celular esperando encontrar algo, lo que fuese que pudiera valer un poco el entretenimiento.
 
Eran las 5:00 de la tarde y no tenía novia  ni planes de algo interesante que hacer por la noche.
 
Había pensado en llamar a sus amigos y tener una noche de videojuegos, pizza y un poco de cerveza barata pero al parecer todos tenían planes.
 
Abatido y sobretodas las cosas aburrido de su sola existencia pensó que lo mejor sería atiborrarse de carbohidratos y tecleó el número de la pizzería más cercana ordenando una grande de peperoni con jamón y extraqueso.
 
Si iba a pasar su tarde solo al menos comería algo rico y jugaría en línea hasta que le dolieran los dedos.
 
Los jugadores alemanes si le prestaban atención.
 
Después de hacer el pedido decidió que navegaría un rato en mobius face esperando que al menos los memes le entretuviesen un rato.
 
Deslizó el dedo leyendo sin interés algunas de las publicaciones de sus compañeros de clase.
 
Un like aquí, un corazón allá.
 
La foto de Sonia y sus bonitos ojos verdes llena de corazones le recordó lo loser que era y que nadie como ella se fijaría en el.
 
Suspiró...
 
Había estado enamorado durante años de la chica más cool y popular de la escuela, era la capitana del equipo de atletismo, la más guapa y más genial chica que sus ojos hubiesen visto jamás.
 
Y bueno, ella sólo le miraba como su torpe e irritante amigo que le regalaba las respuestas del exámen de vez en cuando.
 
Era patético...
 
Pero bueno, no hay mal que por bien no venga, ¿no? Era un buen sujeto después de todo. Tenía 16, de ojos verdes y estatura promedio. No se consideraba alguien feo, aunque algunas veces solían confundirlo con una chica debido al color  peculiarmente rosado de su cabello.
 
Ya se había acostumbrado, aunque era graciosamente incómodo tener que explicar que no era una chica.
 
Tal vez se debía a que era demasiado retraído y disfrutaba de actividades que normalmente estaban dominadas por las féminas, como la repostería, las manualidades y la jardinería, específicamente el manejo de las flores y la decoración.
 
−Eres un caso perdido, Rose−Se dijo para sí y cerró la aplicación dejando el teléfono a un lado.
 
Las chicas como Sonia no se fijaban en alguien como él.
 
El sonido del timbre resonando por toda su morada le hizo dejar sus lamentaciones a un lado y escaleras abajo abrió la puerta sin prestar atención a lo que estaba frente él.
 
−Buenas tardes−Respondió mecánicamente y llevó una mano hasta su bolsillo trasero tomando su billetera−¿Cuánto...?−Sus palabras se vieron obstruidas ante la fémina que tenía justo frente a él.
 
La morena de mechones color carmín tenía en el rostro una expresión de desinterés y sostenía la pizza entre sus manos esperando a que le entregara el dinero para seguir con su vida cómo si nada.
 
Y él, siendo el torpe y retraído social que era, sintió como las palabras se le atoraban en la garganta y sus extremidades dejaron de responderle correctamente.
 
Sólo se quedo ahí mirando embobado a la chica que le devolvía el gesto removiéndose incómoda.
 
−Son 13.99$−Le dijo y estiró su mano esperando el dinero.
 
Y sin mover un músculo solo pudo sentir como sus mejillas se ponían cual tomates y ella le miraba de manera incómoda.
 
−Que bonita eres−Dijo al fin.
 
Bastaron dos segundos para que cayese en cuenta de lo que salió de su boca.
 
−¡No, no, no! ¡disculpa! no eres bonita−la chica le miró con una ceja levantada−¡Quiero decir! Sí eres muy bonita, la chica más bonita... ¡No, no! Es decir, tu, yo...−.
 
−Sólo toma la pizza y ya−Ella se estaba cansando de lo idiota que estaba siendo.
 
Avergonzado, tomó el dinero de su billetera y se lo tendió, evitando su mirada.
 
−Yo... lo siento−se disculpó avergonzado−Soy un desastre socializando−se rascó la nuca, divagando−En fin, lo siento mucho−.
 
Ella no parecía estarle prestándole atención, así que solo recibió el dinero dispuesta a subirse a su moto y pretender que nada de eso había sucedido.
 
Aunque, para su mala suerte esta no arrancó.
 
Desde el umbral de su puerta pudo escucharla maldecir, golpear el vehículo y seguir maldiciendo con todas las maldiciones que pudiese imaginar al pobre objeto causante de su enojo.
 
Los ojos escarlata de la joven estaban furiosos y el sudor en su frente debido a la frustración y el esfuerzo no disminuían su belleza.
 
Tenía su uniforme de la pizzería ceñido al cuerpo debido al calor generado por el esfuerzo.
 
Pero por mas golpes y acciones racionales que llevase a cabo, la moto no tenía intenciones de arrancar.
 
Bufó derrotada y se sentó en el pavimento a recuperar el aliento.
 
La observó tomar su teléfono y hacer lo que pudo definir como una llamada, aunque segundos después la escucho gritarle a quien sea que estuviese del otro lado de la línea.
 
Dio un paso y se detuvo unos segundos a cuestionarse si era prudente ofrecer su ayuda a la fémina que estaba teniendo un ataque de histeria.
 
Lo meditó unos cuantos segundos y decidió que le ofrecería su ayuda porque eso hacían los caballeros.
 
Caminó unos cuantos pasos hasta la joven que miraba furiosa a la nada y se sentó a su lado a una distancia prudencial.
 
−¿Necesitas ayuda?−Le pregunto con cortesía y ella le miró de arriba abajo analizando algún tipo de error en sus palabras.
 
De brazos cruzados y sin mirarle, respondió.
 
−Si no tienes un carburador, no me interesa−Fue su respuesta y espero que fuese suficiente para que se alejase de ella.
 
Pero el jovencito que era seguramente muy idiota o muy inocente, sonrió.
 
−No tengo uno de esos, pero si una camioneta y un amigo que seguramente sí tiene uno de esos−se puso de pie y corrió hacía la casa para tomar sus llaves−¿Te gustaría que te lleve?−Le pregunto sin perder la sonrisa de bobo.
 
Y ella negó por inercia con la cabeza. Estaba muy molesta y no quería la ayuda de nadie.
 
−No, déjame sola−dictaminó cortante.
 
Y el siendo el necio pero bien intencionado que era, pensó en alguna forma de convencerla de lo contrario.
 
−Sabes... sería una lástima que todas esas pizzas que tienes ahí se enfríen y te las descuenten de tu pago, por una motocicleta descompuesta, ¿no crees?−.
 
Mierda...
 
Había olvidado por completo ese asunto de las pizzas por estar tan molesta con la maldita moto.
 
Miró de reojo al puberto que tenía frente a ella y antes de que pudiese decir algo más éste continuó.
 
−Déjame llevarte a hacer tus entregas y después te llevaré a reparar tu moto, ¿qué te parece?−ofreció con tranquilidad y ella le miró desconfiada.
 
No se fiaba del todo de ese tipo rosado.
 
Ningún hombre se ofrecía a hacerle favores sin ningún tipo de recompensa a cambio.
 
−Claro y supongo que quieres algo a cambio, ¿no?−Respondió a la defensiva.
 
Él pareció genuinamente sorprendido ante esto.
 
−¡No, claro que no!−aseguró−Sólo pensé que necesitarías ayuda y bueno yo no tengo nada que hacer−confesó.
 
Ese tipo le resultó un poco idiota pero si lo pensaba con detenimiento sí que tenía que entregar las pizzas y sí él se ofrecía a ayudarle sin ningún costo, quizá sí debía aceptar.
 
−Muy bien−Tomó la bolsa llena de pizzas y lo fulminó con la mirada−Te dejaré ayudarme, pero si intentas algo te patearé las bolas sin dudarlo−le advirtió mientras subían al auto y éste le dedicaba una sonrisa boba.
 
Encendió el motor y al salir de aquel vecindario le dio instrucciones para llegar al destino.
 
En silencio, pensó que quizá un poco de música ayudaría para aligerar el ambiente.
 
Encendió la radio y una de esas canciones pegajosas que estaban muy de moda sonó sin poder evitar cantarla a todo pulmón.
 
Ella por su parte sólo le observó sin saber que debía pensar o decir.
 
Era extraño, era un chico muy extraño.
 
YQue al sentirse observado se avergonzó.
 
−Perdón−se disculpó y le bajó a la música−Creo que este es el lugar−detuvo el auto y esperó a que ella entregase la pizza.
 
Cinco minutos después y con una mano repleta de monedas y una expresión de fastidio salieron rumbo a un nuevo destino.
 
Seguían en silencio; luego de la vergüenza de la música pensó que quizá sería bueno tener una plática "normal" con la muchacha.
 
−Y... am... ¿En qué escuela estudias?−Le pregunto tratando de romper el hielo y ella suspiró fastidiada.
 
−Mobius High−Respondió con simpleza y centró su atención en la ventana.
 
−¿En serioo? ¡Que coincidencia! Yo también−se detuvo frente al semáforo en rojo−Aunque creo que nunca te he visto...−Remembró−Por cierto, soy Amir Rose−Se presentó contento.
 
Le tomó unos cuantos segundos asimilar las intenciones de ese chico.
 
No sabía si estaba siendo amistoso o si de verdad estaba intentando algo con ella, así que dudosa respondió.
 
−Shadia−Fue su única respuesta y bajó del auto justo cuando él aparcó.
 
Nunca le había visto en la escuela. Pensó que quizá era muy idiota y por eso no le había notado.
 
Esperó unos minutos a que ella regresara y nada más abrir la puerta continuó con sus "preguntas rompe hielo"
 
−Shadia, tu nombre es muy lindo... cómo tú−la halagó−Aunque creo que nunca te he visto por la escuela... ¿eres nueva?−.
 
Odiaba cuando los demás indagaban tanto en su vida y sus respuestas. La mirada de pocos amigos que le dedicó fue suficiente para que el entendiera que no quería seguir hablando.
 
El viaje silencioso era de vez en cuando interrumpido por los ocasionales silbidos que el rosado dejaba salir cómo método de liberar tensión.
 
Por su parte, Shadia estaba completamente decidida a que entregaría las pizzas recogería su moto y se alejaría de ese sujeto tan raro.
 
No le gustaban los tipos tan animosos como él.
 
Tenía algo que no terminaba de convencerle. Quizá era el tono chillón de su cabello o la expresión de idiota que tenía en el rostro, pero le hacía pensar que tramaba algo.
 
Nadie era lindo y amable con ella sin esperar algo a cambio.
 
Ningún chico en la escuela era lindo o atento sin esperar una cita, cuando menos.
 
Miró de reojo al chico a su lado y este parecía completamente ajeno a que lo observaba. Podía notarlo feliz mientras soltaba pequeñas notas musicales y tarareaba esas canciones en la radio.
 
Parecía un buen tipo...
 
Aunque definitivamente solo quería terminar sus entregas y regresar al trabajo.
 
Aún le restaba una última pizza, la cual se encontraba en uno de esos barrios ricos de la ciudad.
 
Condujeron en silencio mientras observaban las casas y jardines de ese lugar.
 
Era precioso por decir lo menos y Shadia pensó que recibiría una buena propia de quien sea que haya ordenado esa pizza.
 
Bajó del auto dispuesta a entregarla y llamó a la puerta. Espero unos cuantos segundos y ésta se abrió dejando ver a un tipo joven, posiblemente universitario mirarle con una sonrisa en el rostro.
 
−Son 13.99$−Habló la morena con seriedad y el tipo no le quitaba la mirada de encima.
 
Incómoda, mantuvo la mirada seria tratando de ser completamente profesional.
 
−Qué te parece−Saco un par de billetes y se los tendió ladinamente−Si entras un rato y tu y yo nos divertimos primor−el tipo tenía una expresión morbosa en el rostro y esto la asqueó.
 
−Vete al diablo−le dijo dispuesta a irse cuando el tipo la sujeto del antebrazo impidiéndole el moverse−SÚELTAME−demandó, furiosa  pues el agarre la estaba lastimando.
 
−Hay que divertirnos un rato−le atrajo hasta su cuerpo y aspiró el aroma de su cuello−Hoy voy a follarme una dulce perra−se burló el sujeto y ella se tensó ante esto.
 
No podía liberarse del sujeto quien evidentemente le superaba en tamaño y fuerza.
 
Sintiendo la desesperación correr por su cuerpo, trato de asestarle una patada al sujeto la cual falló.
 
−Linda zorra, no debes resistirte−siguió jaloneándole dispuesta a meterla a su casa cuando un golpe en su mejilla le hizo retroceder.
 
−La dama dijo que no−Rose hizo acto de presencia ayudándole a incorporarse−¿Estás bien, te hizo daño?−.
 
Negó con la cabeza y se puso de pie dispuesta a irse cuando el puño contundente de ese sujeto impactó contra el pómulo izquierdo de Rose.
 
No sabía luchar, al menos no profesionalmente, así que el enfrascarse en una pelea sería complicado.
 
Asestaba de cuando en cuando un par de golpes, pero el daño a su pómulo le imposibilitaba ver completamente el panorama debido a la hinchazón.
 
Algunos se congregaron curiosos para ver como se partían el rostro mientras Shadia miraba perpleja lo que estaba sucediendo.
 
¿Por que ese chico se estaba arriesgando por ella?
 
El ruido de las sirenas de policía que fueron llamados por algún vecino con sentido común se hicieron presentes.
 
Lo último que pudo ver antes de perder  el conocimiento fue a la morena acercarse a él con una expresión preocupada.

 
 
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Cuando despertó en el hospital los gritos de su madre le ensordecieron unos instantes.
 
−¡MI POBRE BEBÉ!−La señora Rose le abrazaba fuertemente−Mira nada más como te dejaron, pareces carne molida−.
 
Él se removió incómodo. Lo último que pudo ver fue a la pobre Shadia asustada.
 
¿Cómo estaría ella?
 
Miró a su mamá y preguntó que había pasado.
 
−Después de que ese sujeto se lo llevase la policía, los paramédicos te trajeron acá y esa niña de cabello con mechas estuvo contigo hasta que nosotros llegamos−explicó con simpleza y del bolsillo sacó un trozo de papel que le tendió a su hijo−Te dejo esto−.
 
Tomó ese pequeño papel perfectamente doblado y leyó su contenido rápidamente.
 
"Llámame cuando tu ojo esté menos morado"
 
Escribió la chica y no pudo evitar sonreír como un bobo...
 
Claro que le llamaría...
 
Solo necesitaba que la cara dejase de dolerle.

 
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Me atrasé... perdón.
Se cuidan y gracias por leerme.
Atte.
Gri.

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