capitulo 9. las piezas del tablero se mueven

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Se hacía de noche, y el bosque que rodeaba las montañas de Avalon Comenzaba a ser devorado por las penumbras, aunque aún no había empezado la temporada de demonios, el viajar de noche en el bosque Negro, siempre será sinónimo de peligro, era conocido por todos que en su interior grandes bestias moran, y estás siempre están al acecho de algún torpe aventurero, o de imprudentes viajeros, que aún advertidos de los peligros y horrores que en él habitan, aún así se atrevieran a recorrer tan terrible paisaje.

No obstante aquella noche de Luna llena, se podía escuchar claramente el ruido profuso en el interior del bosque, el traqueteo era característico del andar de los carruajes.

Dentro del bosque alguien se había atrevido a recorrer sus densas sombras bajo el manto de la Luna, el sonido que inicialmente era groso se volvía más y más agudo y lejano, prueba de lo profundo que estos se habían aventurado, los carruajes iban rápido y con prisa con dirección a la fortaleza osa.

Tras un par de horas, la caravana parecía que había llegado a su destino.

Las puertas de la enorme estructura comenzaban a abrirse por señal de un vigía, el cual la custodiaba Celosamente desde uno de sus imponentes muros de roca.

El sonido del acero de las puertas no dejaba de chillar conforme estas se separaban una de la otra, cesando el crujido del acero sobre el suelo una vez que estás se habían abierto de par en par.

Una vez abierta la senda, los carruajes avanzaron al interior de la fortaleza, permitiendo a sus visitantes contemplar el edificio principal, el cual contaba con una modesta iluminación.

La caravana siguió su camino, avanzando los carros por un camino empedrado, el cual estaba débilmente alumbrado por la luz tenue y vacilante, proveída por simples antorchas dispuestas cada cierta distancia.

aún así la luz de estas, fue suficiente para permitir a los carruajes seguir su camino al edificio central, bajo el cobijo de la luz.

De los carruajes se podía apreciar el descenso de importantes figuras del norte y centro del territorio de Darus.

Personajes de gran talla como el Vizconde Olaff Berote, regente de la ciudad de Circuta, así mismo de otro carro descendía su homólogo de la ciudad de Mirella, Gorgo Pitore.

Dichas figuras eran recepcionadas en la entrada de la mansión de la fortaleza, por el Barón Ulises Vaifill, actual comandante y administrador de la fortaleza osa.
Quien estaba acompañado por sus hijos, Abel Vaifill (hijo mayor) y Claus Vaifill (hijo menor).

Así mismo siguieron descendiendo algunos personajes importantes en el ámbito del comercio e industria de la zona, entre los invitados que destacaban, estaba el Baron Cristian Aluss, representante del conde de Noffel, y el padre Vanel de la iglesia de la luz.

Aquellos eran todos los miembros del consejo de Osa, un grupo que buscaba el control y monopolio de las rutas de comercio y bienes de todo tipo en el Sur del reino, desde minerales hasta alimentos.

Tras una cálida recepción por el Barón Ulises Vaifil, los invitados procedían a ser guiados por un séquito de sirvientas y un pequeño grupo de mayordomos con dirección al salón comedor, lugar donde su anfitrión les aguardaba.

-bienvenidos mis estimados amigos, sean bienvenidos a mi mesa.- El conde Darus les daba la bienvenida de forma jubilosa a sus célebres invitados, a quienes invitaba a tomar asiento en su mesa.

Cada uno de los invitados tomó su lugar en la grande y larga mesa del comedor, cada uno sabía cuál era su asiento de antemano, no era la primera cena que tenían los once presentes, por lo que era seguro decir que ninguno era extraño para el otro, pues cada silla pertenecía aún miembro de su selecto círculo interno.

El conde que lo conquisto todo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora