Capítulo 1

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"Ella estaba rezando para que sus ojos no delataran el amor que sentía por esa persona, esa persona que se había vuelto su mundo de un día para otro, y que ahora, tenía que ver como ese mundo se derrumbaba frente a sus ojos. Él se iba, quizás para siempre, solo quedaba una cosa por decir, una palabra por pronunciar, simplemente un adiós." 

Así terminaba su libro favorito, se lo sabía de memoria, no recordaba cuántas veces lo había leído bajo la luz de la luna apoyada en el tronco del árbol que la había visto crecer. Esta vez no era la excepción, hacia mucho frío pero eso no impedía que volviese a releer esa historia de amor de dos personas que nunca confesaron lo que sentían el uno por el otro. 

Miro la hora, eran las 22:35 de ese jueves, todavía le quedaba tiempo para avanzar en uno de sus poemas. Desde siempre le había gustado escribir, pero nadie lo sabía, solo las ramas de ese viejo árbol eran testigo de todas las palabras que había ido plasmando en hojas sueltas a lo largo de toda su vida. Algunos eran versos cortos y otros eran poemas extensos pero ambos estaban cargados de sentimientos y emociones. Nostalgia, soledad, inseguridad y amores imposibles eran lo que ella iba descargando a través de palabras en su cuaderno.

Siempre había soñado con un amor de cuentos de hadas, un amor inquebrantable y perfecto, un amor para siempre pero sabía que la realidad no era así, que era casi, si no imposible, que un amor sea eterno. 

Terminó la última estrofa y cerró el cuaderno, sentía como sus dedos se entumecían poco a poco debido al aire helado de la noche y sabía que ya era hora de volver. Lo más probable es que su madre ya estuviera dormida así que fue directamente a su cuarto y guardó en el cajón su cuaderno más preciado para luego intentar descansar. No podía quedarse dormida ya que solo bastaba con llegar un par de minutos tarde para que la directora del colegio le pusiera un castigo de dos horas terminadas las clases y nadie quería ese castigo, menos un viernes. 

Quizás pensó que esa noche sería una tranquila, pero no, nunca eran tranquilas. Siempre tenían que volver esos recuerdos que tanto la atormentaban, esas pesadillas que, cada noche sin falta, la dejaban sin descanso alguno, esos pensamientos que no abandonaban su cabeza a lo largo del día y que la recriminaban cada vez que cerraba los ojos para poder dormir. Siempre tenía la esperanza de que eso cambiara pero nunca sucedía; así que, acostumbrada a que su cabeza jugara en su contra, apagó la luz y como pudo se durmió. 

Antes de partirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora