15. Muero por saber.

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Mi cabeza duele.

Mucho.

Me levanto con el mundo dándome vueltas y un dolor punzante en la cabeza. Sé que ya no tengo dieciséis años cuando después de tomar menos de lo que tomaba en ese entonces, tengo una jaqueca de proporciones épicas. Es notable que he envejecido y ya no puedo intoxicarme como cuando era una adolescente.

Trato de levantarme poniendo mis manos a los lados y cuando lo hago cada una de mis manos toca una piel desnuda y casi salto a un hacia atrás al notar que tanto Ryu como Eddie están cada uno a mi lado, las camisas abiertas y durmiendo plácidamente en mi cama —más bien la cama del cuarto de huéspedes de Ty—.

Me toco la cabeza y parpadeo varias veces tratando de pensar en todo lo que ocurrió ayer. Mi último recuerdo se remonta a Ryu y Eddie hablando conmigo y pasando cada una de sus manos lentamente por mis brazos hasta que me quedé dormida. Jamás en mi vida me sentí tan deseada y querida hasta que estos hombres se aseguraron de que yo cerrara los ojos mientras me miraban con ternura.

Quisiera conservarlos a los dos.

Vine a Payson con una loca esperanza en mi corazón... y no sé qué está pasando, pero esto no es lo que planeaba.

Sin embargo no es del todo raro.

Salgo de la habitación con cuidado de no despertar a mis dos príncipes durmientes y me escabullo hacia la cocina, esperando que Graham no esté aquí pero como era de esperarse, me golpea el olor de un bacon recién hecho; nada más y nada menos que Graham haciendo el desayuno con una cerveza en la mano.

La cosa con Graham después de que bebe es que él aguanta hasta el día siguiente, se bebe una cerveza para la resaca, hace el desayuno y acto seguido cae rendido hasta el día siguiente. Y despierta luego fresco como una lechuga. Es un método que voy a tener que empezar a considerar.

Para mi mayor sorpresa Ty y Eric están sentados en la barra de la cocina esperando por el desayuno.

—¡Buenos días, hermanita! —exclama Graham—. Que gusto verte levantada, anoche te fuiste temprano.

—Sí —yo me abrazo a mi misma y me doy cuenta de que tengo la pijama puesta.

Luego recuerdo que a trompicones me la cambié anoche mientras Ryu y Eddie esperaban afuera del baño.

—Acabo de despertar —le digo.

—Siempre te digo que no te vayas a dormir así —él me pone un vaso con una pastillla para la resaca en frente—. Bebe eso, vas a estar mejor.

—Oye, Eddie está aquí ¿Verdad? —pregunta Eric, veo como Ty le golpea el brazo y Eric ni se inmuta—. Cristina me llamó, su padre lo ha llamado y no responde, pero su auto está afuera.

—Um... sí, está aquí.

Hay un silencio incómodo que solo es llenado por el sonido del bacon friéndose en la sartén.

—Bueno... —comenta Ty— ¿Y sabes de casualidad.... Dónde está Ryu? Declan lo ha estado llamando porque no llegó a casa de su padre anoche, tampoco contesta.

—Mmm...

—¡Dios, huele a bacon! —me exalto cuando Eddie sale detrás de mí del pasillo y me volteo para encontrármelos a los dos viniéndose hacia la cocina con cara de recién levantados—. Qué bien se le recibe a uno al despertarse en esta casa. ¡Buenos días, mi diosa! —Eddie me pone una mano en la cintura y me planta un beso en los labios.

Ryu pone su gran mano sobre mi hombro, luego sobre mi cabello y me da el más dulce de los besos sobre mi mejilla.

No sé sobre cual beso sentirme más emocionada.

Quiéreme otra vez |Payson 4|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora