"Sin escala"

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Segunda parte

Al salir de la cabina, Win sentía la necesidad de no dejar ir a Bright, él había aprendido a vivir la vida con todo, aunque con cuidado, su condición había dejado una pena en su corazón, siempre pensaba qué pasará mañana, así que desde que le diagnosticaron una cardiopatía comenzó a disfrutar más, y Bright no sería la excepción.

Tomaron la limusina que los esperaba en las afueras del aeropuerto y se dirigieron al departamento de Win, él lo había invitado, en el fondo ansiaba seguir a su lado. Al llegar Bright quedó sorprendido, el departamento era simple, todo en blanco, negro y gris, sobrio y sofisticado, se notaba la elegancia, miraba hacia todos lados.

Win: Pasa y toma a siento por favor, ¿Te sirvo algo de tomar? – preguntó dirigiéndose a la cocina.

Bright: Gracias, agua por favor – se sentó en el sillón blanco admirando el lugar.

Win: Iré a por una ducha, el viaje fue largo... ¿Tú quieres... (tragó saliva) acompañarme? – su mirada era expectante, se mordió el labio esperando la respuesta del otro.

Bright: Me encantaría – se levantó tomando a Win de la mano y lo siguió hasta la ducha.

En el interior uno desvistió al otro, de forma lenta, como analizando aún el cuerpo del otro, intentando dejar plasmado en sus mentes cada parte contemplada, sus dedos rozaban la piel ajena, quemaba, dolía, se sentía el tacto bajo la piel, crecía la necesidad de saciarse y no se hicieron esperar.

Bright tomó de la cintura a Win que se encontraba completamente desnudo, acarició su espalda y lo besó, suave, sólo rozándolo, quería sentirlo, tan lento, tan suave, sin apuro, después de unos besos, su lengua comenzó a lamer el labio inferior haciéndose paso en esa boca caliente y húmeda, Win jadeo, aquello se sentía tan bien, tan sexy y ardiente. Ese jadeo hizo arder el bajo vientre de Bright quien no demoró en devorarlo a besos, en ese lugar aumentaba el calor y la entrepierna de Win pudo hacer otra cosa más que reaccionar.

Al separarse sus ojos no dejaban de mirarse, ambos se preguntaban ¿Qué sucedía? Sentían que ya no había otro lugar al que quisieran ir, sin más ingresaron a la ducha para darse una nueva ronda de besos y caricias, el jabón se deslizaba lentamente por los cuerpos húmedos, Win untaba shampoo en el cabello de Bright y viceversa, eso hacía sentir a sus corazones cálidos, tanta familiaridad y comodidad les provocaba un sentimiento extraño, como si fueran una pareja que llevaba años juntos.

Ambos se envolvieron una toalla en la cintura, Win admiraba la escultural figura de Bright, músculos marcados y fuertes, abdomen con six pack que dejaban ver que más debajo de esa línea había más músculos que observar, el solo pensarlo le hizo hervir la sangre, Bright por su parte observaba cada movimiento de Win, sabía que éste lo miraba con deseo, mismo que él sentía, el contrario no tenía músculos trabajados como los suyos, pero los tenía, su cintura era más pequeña que la propia, pensaba en cómo sus manos se perdían en ella cada vez más, una imagen erótica era la que presenciaba y no pudo evitarlo más, se abalanzó sobre el contario para besarlo en el cuello, caminaron toqueteándose hasta el dormitorio, Bright se sentó en la cama separó sus piernas y acercó a Win frente a él, tomó la toalla y comenzó a quitársela lentamente, aquello encendió a ambos.

Las mejillas de Win volvieron a colorearse, Bright podía ser tan erótico y romántico a la vez y eso le encantaba, se sentía cómodo en su compañía y cada día a su lado lo hacía pensar en lo que podría venir más adelante, llevó sus manos al cuello de Bright y se sentó desnudo sobre las piernas de éste, lo besó suavemente, tomándose todo el tiempo, disfrutando del aroma de su cuerpo, de la humedad que aún quedaba, Bright llevó sus manos a las caderas de Win y comenzó a acariciarlo, recorrió sus piernas de manera seductora hasta subir a sus nalgas, mientras mordía sus pezones y besaba su cuello dejó que sus traviesas manos masajearan las nalgas de Win, éste seguía jugando con el cuello, clavícula y nuez de adán del otro, ambos jadeaban de placer, se lamían, marcaban y dejaban llevar por lo que sus cuerpos pidieran.

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