VII

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Maya Reyes

La escuela estaba casi vacía no había nadie excepto por algunos maestros, Arlo y yo, él levantaba las sillas y yo barría para terminar rápido, el primer día del castigo se nos hizo difícil limpiar todo pero conforme los días avanzaron la dificultad disminuyó.

—Es el último día de castigo ¿Estás feliz?—pregunto Arlo sentado en la ventana.

—¿Por qué debería estar feliz?—pregunte levantando la basura.

—Por que ya no seremos esclavizados, tendremos la tarde para nosotros— mostró una sonrisa y se detuvo por un segundo—. Así podríamos ir por un helado y pasar un rato juntos—propuso jugando con sus dedos.

—¿Me estás invitando a salir?—pregunte dándole el trapeador.

—Si ir a tomar un helado y pasear se le dice cita creo que si—respondio levantándose y comenzando a trapear—. ¿Aceptas?

—Aun no te perdono—respondi sentándome en la ventana.

—Eso no te impide salir conmigo.

—No salgo con idiotas—respondí sonriendo.

Arlo me miró enojado para continuar haciendo su trabajo y solo sonreí, durante este tiempo en el que he convivido con él me he dado cuenta que no es una persona como creía solo es un completo tonto que habla por hablar. Barrer, trapear, sacar basura, colocar mesas, fichar libros, fue todo lo que hicimos y como los demás días el sol se comenzó a ocultar al terminar ambos decidimos ir juntos a casa ya era casi noche y era peligroso.

—¿Por cierto ya no trabajarás?— preguntó Arlo mirándome.

—Si, pero ya no en el mismo lugar—respondí.

—Te deberían haber dado un buen bono ese día, llevabas trabajando casi tres años— habló mirándome pero de pronto  giro su rostro hacia otro lado—. Digo supongo que llevabas tiempo en el trabajo, trabajando supongo no lo sé.

Reí ante su comentario pero me sorprendió mucho al saber que sabía cuántos años llevaba trabajando pero lo ignoré o al menos eso intente porque era muy difícil. El autobús llegó a la parada y ambos bajamos.

—Cierto aún no te pago— hablé sonriendo.

—Me debes mucho dinero, deudora—respondió burlesco—. Es broma, de todos modos no lo necesito puedes quedartelo o podrías perdonarme—sugirió agachando la cabeza.

—Un perdón no se puede comprar tonto—respondí sonriendo—. Debería irme, deberías irte.

—Deberia pero iré contigo ya es muy tarde.

—Tú también corres peligro—respondí sacudiendo mi mano y caminando al lado contrario.

—¡Hey espera voy contigo!— gritó corriendo hacia mí.

Después de llegar a caso me acosté a descansar, pero lo que había dicho Arlo rondaba mi cabeza una y otra vez así que fue difícil dormir pero después de contar algunos borregos quedé completamente dormida hasta que la alarma de mi reloj sonó, me levanté y preparé para ir a trabajar.

—¡Me voy!— grité desde la puerta.

—Llevas el pelo mojado May te vas a resfriar.

—Con el sol se seca ¡Adiós!— grité para salir corriendo a tomar el autobús no quería llegar tarde al primer día.

Después de casi hora y media de viaje llegué al local donde me dijo Nolan, una cafetería de color rosa que estaba casi llena. Allí estaba la chica con la descripción que Nolan me había dado chaparrita, piel blanca cabello castaño casi rubio.

—Hola soy Maya vengo por...

—¡Te esperaba, ven!— dijo tomando mi brazo y jalándome dentro hacia el área donde descansaban los empleados, mucho más amplia del otro lugar donde trabajaba—. Espero te quede este uniforme te espero dentro que estamos llenos—fue lo último que dijo y salió corriendo.

Después de ponerme el vestido rosa y los zapatos blancos salí corriendo para ayudar a aquella chica de ojos verdes tan profundos. El lugar estaba al tope y mis pies dolían como nunca tomar pedidos, dejarlos, limpiar, tomar pedidos, llevarlos, limpiar lo mismo durante aproximadamente tres horas seguidas hasta que el local quedó un poco vacío con algunas personas entrando a comprar algunos postres.

—Maya ¿Qué tal te fue?—pregunto Nolan acercándose a mí.

—Bastante cansado— respondí sonriendo.

—Te irás acostumbrando además solo trabajaremos unas cinco o seis horas.

—Nolan tiene razón Maya, disculpa que no me haya presentado soy Brea supervisora del local— habló sonriendo.

—No, no te preocupes y gracias por aceptarme—respondí sonriendo.

Mientras el local estaba un poco vacío Brea y Nolan me explicaban distintas cosas, no podía evitar ver a Nolan viendo a Brea con sus ojos brillosos y delatadores, era obvio que le gustaba. Después de unas horas más de trabajo Nolan y yo salimos juntos del trabajo.

—Guardaste el número de teléfono que te dije—pregunto sacando su teléfono y asentí—. Puedes darmelo porfavor.

—Te lo pasaré por mensaje pero si es de Brea porque no lo tendrías.

—No suele dar su número mejor dicho no le permiten dar su número a excepción de su familia— respondió con un tono de tristeza y un poco de enojo.

—¿Por qué?—pregunte confundida y el señalo hacia enfrente de nosotros, un hombre estaba junto a ella discutiendo—. ¿Por él?— pregunté y el asintió.

—Es su prometido— respondió dejando salir un suspiro—. Le tiene prohibido todo, es un idiota—soltó enojado y comenzó a caminar.

—¿Te gusta?—pregunté caminando detrás de él y se detuvo en seco, sin decir nada solo apretando sus manos—. No puedes negar...

—¡Si me gusta!— soltó enojado—. Me gusta y no puedo esconderlo ni es lo que  quiero, es lo mismo contigo no puedes esconder que te gusta Arlo porque tus ojos brillan y luces tan diferente cuando estás con él pero tampoco quieres aceptarlo—manifestó molesto.

—Pero...

—Es más difícil para mí, ella no está soltera y mucho menos se fijaría en alguien como yo—dijo desanimado—. No puedo hacer nada.

—Debe de haber algo, lo sé quizás...

—Perdí desde que se comprometió, no hay nada que hacer

Ver a Nolan salir de control, salir de su personalidad tan seria me hizo pensar en lo doloroso que es el amor no correspondido.

Ivette VG🥀

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⏰ Última actualización: Jun 20, 2021 ⏰

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