Carta 5

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**•̩̩͙✩•̩̩͙*˚ℂ𝕆𝕃𝕌𝕄ℙ𝕀𝕆𝕊˚*•̩̩͙✩•̩̩͙*˚*

03-09-20XX

Querido Sam:

Fue un día muy lleno de sentimientos, no hice mucho, sí, lo sé, sigo siendo un vago sin energía, pero sorprendentemente desperté de madrugada, a las 4:33am para ser exactos.

Miré mi techo, como esas noches de la adolescencia, las pegatinas de estrellas ya son muy pocas, ¿debería comprar más?, yo pensaría que es muy de niños pequeños, tú dirías "¿qué tiene de malo?, a ti te encantan, anda, compra otro paquete".

Gire mi vista a mi pequeña mesa de noche, donde siempre están mi llaves, el collar que compartimos y la libreta que me regalaste con un lápiz de color negro que marca la página en la que me quedé el día de ayer dibujando. Lo único de esa mesa que me hace mirarla con terror, es ése pequeño frasco naranja, con pastillas blancas y olor a medicamento fuerte.

Los antidepresivos siempre me mantienen drogado para no pensar en la realidad y me llevaban a una parte de mi memoria dónde estabas tú, ahí, sentado en los columpios, balanceandote de atrás para delante.

Escuchaba tu risa, tu respiración y suspiros, como si realmente estuvieras ahí, junto a mi, tomados de la mano mientras pasábamos el rato específicamente en esa zona del área infantil.

Los columpios estaban oxidados, el color café del óxido se quedaba impregnado en nuestra ropa, pero jamás nos importó, con tal de estar en la compañía del otro, lo demás era solo algo secundario e insignificante.

Me senté en la orilla de la cama, sin dejar de mirar el pequeño contenedor, creo que mi expresión era totalmente neutral, hasta que ése recuerdo llegó a mi, la respiración se aceleró, mi pecho quemaba y el característico nudo en la garganta apareció.

"¿Por qué te fuiste?... "

Logré pronunciar antes de soltar en llanto.

El dolor se escuchaba en mi voz, la nostalgia se podía apreciar y la desesperación era como la cereza del pastel.

Me levanté de la cama, aún llorando y repitiendo esa frase, tomé las llaves, me colgué el collar alrededor del cuello y salí de mi apartamento.

Caminé sin rumbo por una o dos horas, pero al final, llegué a ese lugar, lleno de recuerdos, risas, bromas y sobretodo ésos momentos de comprensión, consejos y cariño.

Mi cuerpo automáticamente avanzó a la estructura metálica con dos columpios colgantes, tomé asiento, mis manos tomaron las cadenas de los lados con fuerza y mi vista calló al suelo. Lágrimas incontrolables corrían por mis mejillas, mi respiración se cortaba y mi cuerpo temblaba.

Ahora el columpio a mi lado estaba vacío.

No estaba la persona con la que solía tomarme de la mano y balancearnos juntos hasta llegar al punto máximo de altura.

No estabas ahí para limpiar mis lágrimas, abrazarme y decirme que todo estaría bien...

Sam, porfavor...

Necesito saber que aún estarás para mi.

Necesito balancearme a tu lado y sentirme seguro de nuevo.

Vuelve.

Atte: Rubén Doblas
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