Carta 9

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⚠️ADVERTENCIA⚠️

En éste capítulo se hace mención de autolesiones, sangre e intento de suicidio, si eres sensible a éste tipo de contenido no lo leas. 

⚠️SIGUE BAJO TU RESPONSABILIDAD⚠️
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10-09-20XX

Querido Sam:

Sigo sin saber de ti o tu paradero, los días pasan tan lento y las noches tan largas, se hace más frecuente escuchar mi llanto por la madrugada. Creo que no seré capaz de soportar tu ausencia, mi cabeza sigue golpeando donde más me duele, me hace recordar momentos a tu lado que se perfectamente no son los más felices.

Un momento de debilidad, solo faltaba eso para que estuviera en el balcón del apartamento, mirando como pasaba la gente riendo, paseando a sus mascotas o comiendo algo en los restaurantes.

Sentí mi mirada vacía fija en la calle a 5 pisos de altura, en ese momento todo lo que podía escuchar era mi cabeza, reclamando el haberte hablado cortante, aunque no lo hice por estar enojado o irritado. Solo, no tenía un buen día.

Mis manos se aferraron a el barandal de metal, mis piernas temblaron y mis ojos se volvieron borrosos.

Me pregunté ¿por qué seguía intentando?, soy un fracasado, solo causo problemas a los demás, quiero dejar de ser una carga, necesito dejar de sentirme pesado y tener paz en mi mente.

Saqué el teléfono de la bolsa de mi sudadera, lo desbloque y mire tu contacto.

No creí tener la fuerza de llamarte o enviarte un mensaje, pero lo hice, llamé...

-¡Hola! , Rub voy de camino a tu departamento, compré unas cuantas cosas para ver la película.

-Perdóname

-¿Eh?, ¿de qué hablas?...

-Por favor, di que me perdonas...

-Rubén me estas asustando, no te muevas, quédate en donde estás, ya casi llego.

-Samuel, dímelo...

-Rub, ¿por qué me pides ésto?, Rub... ¡Rubén!.

No recuerdo que la llamada se cortara o que alguno de los dos colgara, solo sentía como mi ojos se cerraban, mi respiración disminuía y tu voz se alejaba cada vez un poco más.

Todo era un vacío negro, callado y frío.

De alguna forma, sentí paz y miedo al mismo tiempo, pero no duraría mucho, mis ojos se abrieron lentamente, dejando ver como llorabas y susurrabas "todo está bien tranquilo, estoy aquí..." repetidas veces mientras curabas y vendabas mis muñecas, me dolió tanto verte en esa situación que el dolor agudo del alcohol sobre mis heridas pasaba a segundo plano.

Trate de incorporarme, sentándose en la cama, pero rápidamente me lo negaste, tus ojos seguían cristalinos e inchados por llorar.

-Perd-...

-Callate, no me pidas perdón, es estúpido...

Tus brazos me rodearon fuertemente pero sin llegar a asfixiarme, era una abrazo lleno de preocupación, cariño y miedo.

Mis ojos ardieron, dejando salir las lágrimas, te abracé débilmente mientras susurraba casí inaudible, “perdón"  repetidas veces. Yo sólo quería hacerte la vida más fácil, pero cada vez creo que la complico más, preocupandote sin razón, dándote problemas.

No recuerdo nada más de esa noche, supongo que me quedé dormido, por la falta de sangre y por llorar tanto.

Las cicatrices en mis muñecas siguen ahí, recordandome que te importe en ese momento, que al siguiente día, estabas ahí al lado de mi cama con la cabeza recostada en la misma y  tu mano sujetando la mía.

No te pido que seas mi héroe.

Quiero que seas la voz de la razón en mi cabeza.

Te necesito para vivir.

Quiero vivir, pero si ti, no se como hacerlo.

Atte: Rubén Doblas.

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ℍ𝕀ℝ𝔸𝔼𝕋ℍ •𝙻𝚊 ú𝚕𝚝𝚒𝚖𝚊 𝙲𝚊𝚛𝚝𝚊•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora