seis

9 1 0
                                    

—Dominic, detente...—interrumpió la otra pelinegra quitando por fin las manos del nombrado de sus hombros suavemente, sin dejar de sujetarlas—. Yo... Yo no sé qué decir en este momento, apenas nos conocemos y, siendo sincera has estado comportándote un idiota cada que nos encontramos y-

—No me dejarás mentir—fue esta vez Dominic interrumpiendo—, puedo notar ese destello en tus ojos cada vez que me ves, también noto lo nerviosa que actúas cuando estoy cerca. ¿A caso no te agrada ni un poco este idiota?—expresó al borde del llanto, lo cual desconcertó completamente a Eleanor, nunca lo había visto de esa forma tan vulnerable. Algo dentro de ella le decía que esta situación estaba completamente mal, que se estaba dejando hechizar por aquella barata manipulación, pero al final terminó cediendo todo ante él.

Y no, la verdad no mentía. Todo lo que describió Dominic y más era provocado cada vez que estaba cerca de ella, o incluso cuándo apenas lo veía. Eleanor era capaz de sentir esas descargas eléctricas en su ser cuándo él estaba cerca. Podía sentirse divagar en sus perfectas facciones, pero sobre todo algo en la seguridad de Dominic la atrajo más. Sentirse entre nubes cuando lo observaba, siendo hipnotizada por aquellos bellos y enigmáticos ojos verdes. Incluso llegó a pensar secretamente en unas cuantos versos para una canción, deseaba estar junto a él de otra forma que no fuera lo que sea que estaban teniendo. Pero todo esto no quitaba el hecho de que eran apenas personas que vivían en el mismo barrio y tal vez esa era la razón por la que se encontraban tanto, exceptuando el extraño y cambiante comportamiento de Dominic que la sacaba de quicio muchas veces. Un día era tan atento y amable y al otro se comportaba tan engreído...

—Lo único que puedo proponer es que nos conozcamos más, no soy del tipo de tener relaciones con extraños—para ese punto Dominic había derramado unqs cuántas lágrimas que habían sido mezcladas con las gotas de lluvia que recorrían su rostro. La expresión del muchacho se relajó un poco sorbiendo su nariz ql escuchar aquello.

—Bien respetaré el tiempo, tampoco quiero asustarte queriendo ir tan rápido como lo hice hasta ahora— limpió bruscamente su rostro con sus manos, despejándose un poco del agua en esta. 

—Bueno joven inquieto, tengo que ir a casa—señaló con su pulgar la pelinegra el camino a casa, a lo que un tímido Dominic se le acercó posando sus labios en la mejilla húmeda de la chica tiernamente. Sinceramente la chica podía volverse adicta a esa versión de Dominic y disfrutarlo todos los días. Otra vez divagando Eleanor, se reprendió a sí misma mentalmente, verse por fuera podía ser vomitivo, siendo fácilmente manipulada por un completo desconocido.

Ella sólo agitó su mano en forma de despedida y caminó con su bicicleta hasta su casa un tanto pensativa. Una sensación de felicidad la invadió de pronto y eso la reconfortó aún más. Parecía que por fin, después de mucha oscuridad, aquel túnel oscuro que venía recorriendo por fin le mostraba luz.

Al llegar allí escuchó desde la entrada murmullos y extrañas palabras (Eleanor llegó a pensar que era la invocación a un demonio o algo por el estilo), pero al llegar a la puerta que dividía el pasillo de la cocina, logró notar a un Tuukka muy concentrado moviendo alguna sustancia en una cacerola con un pala de madera, mientras cantaba una canción en su lengua, claramente no era una invocación en latín. La chica, encantada de contemplar lo divertido que se notaba el rubio, se recargó en el marco de la puerta y ladeo ligeramente la cabeza.

—¿Qué se supone que haces?—cuestionó lo chica aún en su posición con un tono divertido, y el rubio al escucharla, saltó del susto lanzando por los aires la pala de madera que sostenía en la mano cayendo quién sabe dónde—. ¿Alguna clase de pócima mágica o algo de alquimia?—bromeó la pelinegra con un tono divertido en su voz.

—En realidad, si lo es...—dijo el rubio aclarando su garganta e intentando disimular sus nervios mientras la chica se acercaba para observar más de cerca el líquido de olor floral. En cambio Eleanor quedó sorprendida ante la respuesta del joven, en realidad había preguntado por morbo y fue una pregunta retórica, esperando que el chico respondiera que lo que preparaba era una clase de tisana o algo por el estilo—. Es una clase de remedio que me enseñó mi abuela. Me preocupa que no puedas conciliar el sueño por las noches, incluso veo la luz encendida de tu habitación, o como ya sabemos, sales casa. Y b-bueno, creí que esto te funcionaría—añadió traspasando la infusión a una taza y dándosela a la muchacha, a lo que ella agradeció dando una reverencia al estilo asiático.

You could be my only starDonde viven las historias. Descúbrelo ahora