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Merida

-Merida, cariño, ¡¿podrías apresurarte, por favor?!- dijo la irritante voz de mi madre por la escalera.

-¡¡YA VOY MUJER, NO ME APURES!!-grité un tanto molesta.

-¡¡NO ME ALCES LA VOZ, SEÑORITA, O VAS A PERDER TU CLASE DE ARQUERÍA!! -exclamó de nuevo-.

Bufé y le grité de vuelta: -¡¡OKAY, PERDÓN!!-.

Suspire y me pasé las manos por la cara restregandome los ojos. Soy Merida, pertenesco al clan de los DunBroch...por desgracia. No es que me apenen mis genes, es solo...mi madre, quiere que sea perfecta...y no puedo serlo.

Tengo dieciseis años, y solo espero el tener dieciocho para poder largarme y ser libre lejos de la gran ciudad.

Pero por ahora, debo "ser un ejemplo a seguir" -inserten la voz de mi madre, agh...-

Bajé a buscar algo de comer, quizás un pastel relleno de mermelada, son mis favoritos, de casi toda mi familia lo son...¿adivinan de quién no? Ajá, sip...de mi madre, ella prefiere "las ensaladas y frutas", porque una dama jamás debe ser imperfecta.

En fin, bajé y estaban los tres diablillos de mis hermanos sentados a la mesa devorando los pasteles de mermelada.

-Oigan, osos hambrientos, dejenme algo -dije riendo y agarrando cinco pasteles. Tres para el camino, dos para la academia.

Abrí la puerta para irme ya a la academia y grité: -¡¡ADIÓS MAMÁÁÁÁ!!-.

-¡¡NO GRITES, QUE TODOS SE ENTERAN DE LO QUE PASA!!-.

Creo que debí haber hecho una epic poker face, porque mis hermanos estaban que se orinaban encima de la risa.

-¿Y me lo dices tú...? -susurré desconcertada y salí por la puerta cerrándola detrás de mi "cuidadosamente".

Comencé a comerme mis pasteles de mermelada, cuando un chico en motocicleta pasa cerca mio y se detiene en el semáforo de la esquina.

-Hola rulosa preciosa, ¿vas en R.A, verdad?, ¿quieres que te lleve? -se levantó las oscuras gafas, dejandome ver unos ojos azules profundos que me hipnotizaron por unos cuantos segundos, hasta que volví a la realidad.

-No, gracias. Puedo caminar -le sonreí amable y seguí con mi camino-.

-Como quieras -se encogió de hombros y se bajó las gafas- tú te lo pierdes, antorcha -rió amargamente y se marchó cuando el semáforo se puso en verde-.

-¡¡NO ME DIGAS ASÍ, INÚTIL!!

Y simplemente se fue, dejandome con todas la palabras "inadecuadas para una dama", en la boca.

-Agh...cuando te agarre vas a desear no haberme llamado antorcha...jodido pálido subnormal...

The Big Four: Real AcademyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora