C A P Í T U L O X L I V

5.5K 730 677
                                    

Me quedo quieta sin expresión alguna hasta que sus palabras cobran sentido.

Frunzo mas cejas, lo miro de arriba a abajo con recelo. Una sonrisa seguido de una risa se me escapa de la impresión.  

—Wouh... espera — extiendo una mano hacia él y doy un paso hacia atrás, tratando de poner distancia entre ambos. Trastabillo un poco, casi caigo de no ser porque Calum alcanza a tomarme de los codos.

Su "mi tipo" me ha puesto tan nerviosa y confundida que olvidé por completo que estoy en la parte superior de unas escaleras. Debo concentrarme.

Pensándolo bien, esto no me cuadra.

—¿Yo te gusto...? — inquiero, aunque me arrepiento al instante y formulo otra pregunta antws de que responda —. No, espera... Daven es mi novio —le recuerdo— ¿Que no acabas de decir que no harías algo como eso?

¿Es que acaso ya cambió su forma de ser en unos cuantos años? Hace poco dijo que no saldría con la novia de alguien y, minutos después, demuestra lo contrario... a menos que sea mi imaginación y se refiera a que se ha liado con tipas que se parecen a mí.

Sí, tiene algo más de sentido.

—Bueno... eh...— se le escapa una pequeña risa, mira al piso, luego al cielo y se rasca la nuca sin dejar de sonreír —. Digamos que, esto va a sonar mal — Lleva ambas manos a los bolsillos de sus pantalones —, pero Daven ya no es mi amigo y tú... tú sí eres mi tipo.

...

—Y eso pasó. — sonrio de una forma que no puedo explicar.

Durante todo el relato, mi vista estuvo en el plato de comida.

Me animo a mirar a las personas frente a mí, en especial, Sofía que se ha quedado con la boca y ojos abiertos.

—¿Le gustas a mi hermano? — pregunta con asombro.

Me encojo de hombros.

—Eso iba a preguntarte.

La verdad es que no quise indagar tanto en si le gusto o no porque seguro querría una respuesta, la cual no tenía ni tengo, y mejor dejar reposar su confesión un momento. No necesito sentirme presionada.

—¿Qué pasó después? ¿Se besaron? ¿Lo hicieron en la tierra? — pregunta Georgina con sus ojos pícaros.

—No. Nos reímos, me llevó a casa y eso fue todo.

La pelinegra se acomoda en su lugar, desanimada por la respuesta que le di. En lo personal no me imagino haciéndolo arriba de una piedra, en la tierra ni el monte.

—Que aburrido.

—Ella tiene novio.— le recuerda Mía, horrorizada por la idea de que haga algo "indebido" —. No sé si sabes lo que es fidelidad — me ahorro un suspiro cansado, Mía sigue hablando en un susurro, pero lo alcanzamos a escuchar —, aunque lo más seguro es que no sepas su significado.

—Y tú tampoco lo sabes.— Georgina da una mirada venenosa a la rubia —. Porque novio, no tienes. Y no, Adrián no es tu novio, tú fuiste el juguete del fin de semana o, con suerte, de la quincena, dependiendo de qué tanto te creíste las mentiras de "lo siento, estoy estudiando, no puedo verte".

La mesa se transforma en un área de guerra: por un lado está el reino de la princesa que cree que con amor cualquier cosa se soluciona y, del otro, está la princesa que ya pasó por la etapa del atontamiento llamado "creer que todos son buenos y que los malos pueden cambiar".

Me quedo en silencio en lo que ellas discuten sobre qué chico con el que ha estado la otra es peor que su actual.

Suelto un suspiro recordando las palabras de Calum, no solo las de "mi tipo" que son a la que más les prestan atención todos. Admito que en ese momento me dio risa y ternura. Lo veo en mis pensamientos y me da un no sé qué que qué sé yo que me da un ligero escalofrío en el cuerpo.

Un chico para el baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora