CAPÍTULO 1

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Lee Donghae estaba sentado en su coche estacionado a un lado de la carretera mirando el cartel de Bienvenido a Cheonan. Población 8653 habitantes.

¿Cómo había conseguido que su vida estuviera al revés en tan poco tiempo? DongHae todavía podía sentir la tensión en los músculos de su cuerpo, sanando lentamente, mientras trataba de no pensar en esa fatídica noche de hace una semana. Gracias a la genética de su hombre lobo, la mayoría de los moretones y cortes se habían curado mientras se encontraba en el camino. Sabía que iba a necesitar mucho más que sólo el desvanecimiento de sus heridas para ser capaz de vivir normalmente otra vez, y el venir aquí era el primer paso hacia su curación.

Sungmin había sonado tan feliz en su nueva vida cuando hablaron, y DongHae esperaba que su amigo pudiera ser capaz de ayudarle a sanar.

Ellos eran amigos desde el kínder, cuando Sungmin se ofreció a compartir sus bloques con un tímido e inseguro DongHae y desde entonces no se habían separado. Tal vez esa era la razón por la que sintió que perdió a un hermano cuando Sungmin fue expulsado de su manada. Extrañaba a su amigo y realmente podría usar su ayuda en este momento.

Pasando su temblorosas manos por su cabello, trataba de reunir valor para hacer la llamada telefónica que sabía tenía que hacer. Respirando profundamente, cogió su teléfono y pulsó el botón de marcación rápida de Sungmin. Escuchaba que el teléfono sonaba en su oído.

— Hae. ¿Cómo estás, hombre?— se oyó la voz de su mejor amigo, tan pronto como el teléfono conectó.

— Min... — DongHae no podía conseguir que nada más saliera de su boca. Sabía que Sungmin comenzaría a preocuparse si no respondía pronto.

— Oye, ¿qué pasa? ¿Estás bien?

Sungmin lo conocía tan bien. A pesar de haber estado alejado por semanas, podía reconocer si algo malo le pasaba. DongHae rápidamente controló sus nervios y le dijo el motivo de su llamada.

— Sí, hombre, yo estoy bien. Oye, ¿la oferta para visitarte, sigue abierta?— le preguntó.

Sabía que era mucho pedir, ya que Sungmin se había acoplado muy recientemente, pero no tenía a dónde ir y realmente necesitaba a su amigo en este momento.

— Espera. Voy a asegurarme que está bien con los chicos.

Joder. Había olvidado que Sungmin estaba viviendo con KyuHyun y sus tres hermanos. Comenzó a temblar pensando en estar cerca de tantos hombres. Podía oír la voz apagada de Sungmin en el fondo, hablando con los otros chicos.

En lo que pareció una eternidad después, Sungmin respondió. — Claro, hombre. ¿Cuándo puedes venir?

— Umm. Yo estoy entrando al pueblo— dijo vacilante.

— ¿Qué? Mierda, Hae, ¿qué demonios ha pasado?

DongHae sabía que Sungmin iba a insistir y aun no estaba muy dispuesto a hablar de todo lo que le sucedió.

— Te lo diré cuando llegue allí.

Sabía que probablemente no era lo que Sungmin quería escuchar, pero era todo lo podía hacer por ahora; estaba al borde de las lágrimas. Estaba haciendo lo posible para no romper a llorar.

— Está bien — respondió Sungmin.

Después que Sungmin le hubiera dado las instrucciones de cómo llegar a casa de KyuHyun, DongHae colgó. Respiró profundamente, podía sentir las lágrimas pujando por salir.

— ¡Mierda! Hombre tienes que llegar completo. Después puedes romperte.

Esperó a un lado de la carretera, tratando de reunir coraje para iniciar el corto viaje que lo llevaría a su mejor amigo. Cinco minutos más tarde, estaba listo para continuar. Se limpió la cara para tratar de eliminar todas las pruebas de sus lágrimas, pero sabía que probablemente no tendría un éxito completo. Puso la luz de cruce y se incorporó a la vía.

(2) Compañero Determinado - EunhaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora