2 CLAUDIA

85 52 64
                                    

La policía entró apenas Marco disparo el arma contra Jhon una mocosa de la escuela había llamado a la policía para que siguiera a mis hijos.

En el juicio no los miré, solo veía a mi hombre, mi amor, el que en realidad me amaba y pasaba tiempo conmigo.

Lo encerraron por el asesinato de Jhon y a mi por cómplice, cosa que es una completa estupidez.

La cárcel de mujeres era asquerosa, el olor, la comida y las personas, por un tiempo me tuvieron encerrada en aislamiento, al parecer ni siquiera había una celda disponible.

A los días me llevaron a una en la que habían cinco mujeres asquerosas, tenían apariencia de prostitutas baratas.

—¿Cómo te llamas?  Soy Raquel —dijo una perra cargada en la reja de la celda.

La muy estúpida tenía una sonrisa plasmada en la cara, como si nos conociéramos en un salón de belleza o algo parecido.

—Claudia —me sente en mi cama y ella junto a mi.

—¿Es cierto que estas aquí por cómplice de asesinato?— masticaba un chicle que seguro que se lo sacó del culo porque el olor que emanaba de su boca era putrefacto.

No soy de paciencia y reaccione como lo hago de costumbre

—¡Si!, Si joder, por cómplice de asesinato, mi amante le disparo a mi marido marido en frente de los bastardos que me dio —todas se levantaron y me miraron en forma de desprecio.

—Espera, eres la mujer del hombre que prostituye niñas — les asentí con la cabeza y me acosté en mi cama.

Con el paso del tiempo las luces se apagaron, estaba apunto de dormirme cuando jalaron mi pelo lanzado me fuera de la cama.

—Escucha estúpida, sabes que aquí hay mujeres porque mataron por sus hijos ¡y a ti te valió madres que estuvieran ahí!  ¡Te valió madres lo que vivían con el bastardo! Te van a matar aquí, más bien, te voy a a matar— el sudor corría por mi cuerpo causando asco en mi.

—¿Tu crees que las polis te dejarán? Eres una maldita perra, ellas están aquí para que cumplamos la condena y si me matas yo no la cumplo.

—Sabes ellas también son mujeres y madres, tu faltaste el respeto al salir con un hombre que prostituye a mujeres, hasta ellas te prefieren muerta.

Me soltaron el pelo y su última palabra antes de acostarse "Cuidado con dormirse, las noches son muy oscuras aquí" me senté en mi cama y no pude dormir en toda la noche por los nervios y el miedo.

En la mañana las policías pasaron despertandonos a todas, yo estaba asustada y no quería salir, me levantaron con fuerza del brazo

—¡al baño reclusa!

Todas estaban desnudas, gordas, flacas, obesas y escuálidas, algunas parecía que no se duchaba hace años.

Hablaban de mi entre todas era notorio, un baño con quince reclusas y todas hablaban de mi.

Un par de chicas me cogieron de brazos y otras me metieron bajo el agua.

—Debes ducharte y de hecho deberías estar con menos ropa.

Rompieron la tela de mi polera, dejando mis pechos al desnudo.

—Traela para aca.

Las perras obedecieron a esta chica, la que se llama Raquel y me arrodillaron ante ella con mucha fuerza.

—te gusta salir con hombres que prostituyen, ahors tu seras mi puta —lo dijo tan relajada como si pensará que yo lo haría.

Las mujeres se miraron entre sí y con fuerza me metieron entre sus piernas, mi cara estaba en su coño.

—Levantenla que me mire, si las polis no están aquí es porque ellas están de acuerdo, eres una perra como persona y asi te trataremos aqui.

Las mujeres volvieron a meter mi cara entre sus piernas, era tan asqueroso, me resistí y me golpearon con algo filoso, sentí como si cortaran mi piel.

—Colabora y has lo que yo te diga —una lágrima corrió por mi cara y tuve que obedecerla.

Me hizo lamer su parte intima y luego las de todas, cada una más asquerosa que la otra, una gorda y obesa tipa hasta me orino en la boca.

—¡La chupa coños! —Raquel grito eso y todas le festejaron, estaba realmente jodida y humillada.

En el tiempo de sol todo empeoró me molestaron y golpearon, esta vez las reclusas si intervinieron pero me aislaron en una parte que me llegaba demaciado sol.

Al anocher mi espalda dolía, me sentía asqueada y mi cara estaba dolorida por el sol.

—Levantate —puso un paño en mi boca intenté gritar pero fue inútil.

Aparecieron dos polis, salimos de la celda, Raquel, otra reclusa y yo, acompañadas de las policías llegamos a la lavandería.

Genial ahora me pondrían a lavar cochinadas de otra.

Entre las reclusas y las policías me tomaron y encerraron en una lavadora, intenté gritar con todas mis fuerzas.

—Tu, preferiste ser mujer que madre, ahora te toca —intente gritar, pero me ignoraron.

La lavadora empezó a llenarse de agua, tenía desesperación y sentía que me iba a ahogar antes de que el agua subiera.

El agua llegó a mis pulmones, intentaba gritar, empecé a dar vueltas y vueltas, hasta que mis pulmones no soportaron más.

Vida y Muerte (¿Quienes Somos?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora