Estaba en mi oficina cuando vi un auto irse directo contra un bus que iba en su recorrido. Baje rápidamente para ver si había heridos, la gente se empezó a amontonar.
Todos dieron por perdido al hombre del auto puesto a que la sangre que salía era demasiada como para sobrevivir, todos se encargaron de de abrir la puerta del bus mientras llegaban los bomberos, ambulancias y la policía.
Me acerque al hombre, podía notar como luchaba por sobrevivir, cuando ví algo en la parte de atrás del auto.
Abrí la puerta sacando una manta, bajo ella una niña amarrada, semi desnuda y muy golpeada. Saque mi abrigo la levanté.
—¡La llevaré a mi oficina! para que en lo que llega la policía ella pueda comer algo. Trabajo aquí al frente, piso 7, oficina de Martina Brown.
Esperamos en la oficina a que llegara la policía, le pregunte a la niña cómo se llamaba, de donde era pero parecía no saber, estaba desorientada, quizás se golpeó algo. Pedi un té y un pan con jamón para que comiera, parecía no haberlo echo en un tiempo.
—Señora, soy policía, ¿puedo pasar?
—Adelante.
El policía quedó asombrado al ver la niña en esas condiciones, estaba cubierta con un abrigo mio ya que esa manta tenía olor a horina.
Me llevaron a tomar declaraciones, para saber que había sucedido, les expliqué todo, que era sicóloga y está a dispuesta a tener contacto con ella.
Pasaron los días y la niña cada vez se abría más, me contó que ella llegó aquí en un barco con muchas otras mujeres. Era evidente que se trataba de "trata de blancas" y para otras esclavitud.
Estaba armando los papeles de la niña cuando mi secretaria me dijo que abajo había un hombre buscándome. Le informe que lo dejará pasar.
—Hola, Martina.
—¿Tomas?, tanto tiempo —me sentí alegre de verlo
—Quería pasar a verte, hace mucho que no lo hacemos, no me siento bien y quiero un trago.
—Sabes que soy psicóloga, puedo escucharte.
—Lo se, pero ahora quiero una amiga para que me acompañe a beber y quejarme de mi mujer a gusto.
—Pasa a las siete, a esa hora salgo del trabajo.
—Nos vemos a los siete entonces.
Esperaba que las horas pasaran rápido, estaba armando demasiados informes, la única vez que conocí a la esposa de Tomas fue en la casa de el, llegué a verlo y estaba con ella, una chica muy linda, era colombiana o cubana, no estoy segura.
Tomas y yo fuimos novios de adolecentes, el era muy lindo, amable y encantador, todas querían estar con el pero el quería estar conmigo. Era la chica más feliz hasta que sus padres le prohibieron verse conmigo y lo sacaron de la escuela para que trabajara.
Me fue a buscar a al trabajo y llevo a un bar, estaba casi vacio y la música estaba alta, bailamos, reímos, hablamos, aunque creo que se olvidó por un momento de su mujer ya que me besó como cuando éramos niños.
Me sentí mal por lo que hacía pero era justamente lo que quería, en el fondo aún lo quería, a pesar de tantos años, ya que nosotros terminamos pero nos veíamos de vez en cuando.
Me empecé a sentir un poco mareada y el me tomó en sus brazos, entramos a un área que fuera había un número que no puede ver perfectamente.
Me recostó en una cama mientras apenas podía escucharlo.
—Siento que sea así —lo vi desabrochar su pantalón —el idiota de Lorenzo nunca debió sacar a esa chica de aquí.
—¿Tu tenías a la niña? —dije tratando de moverme.
—Así es, este es el trabajo al que me trajo mi padre, te estabas acercando mucho, no debiste entrometerte.
—¿Vas a violarme? —dije casi cerrando mis ojos, con algunas lágrimas y sin fuerzas para gritar.
—Tengo que hacerlo, tengo que demostrarle a la policía que deben alejarse de esto.
—Me quiero ir, dejame ir o matame pero no lo hagas.
—Te di un sedante, luego de tener sexo contigo te daré adrenalina, parecerá que tu corazón se acelero y ya, lo siento mucho, siempre te voy a amar, te a...
Yo solo quería hacer el bien, No pude sentir cuando me violó, ni cuando me inyecto la adrenalina porque una vez me dormí no volví a despertar.
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Vida y Muerte (¿Quienes Somos?)
Historia CortaLa vida, siempre nos lleva a buscar su propósito, pero al concentrarnos en algo a lo que no le tenemos mínimo hilo que nos conduzca nos terminamos alejando de aquello que tenemos seguro, la muerte.