2. Desconocidas.

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Narra Diane

Estaba deseando que llegara este día, el día en el que por fin mi tía y yo nos vamos de este pueblo a la ciudad. Lo estaba esperando porque ODIO este pueblo, quiero tener amigos, quiero no volver a sufrir y quiero no tener que fingir una sonrisa falsa ante mi tía y mentirle a la cara.
Siempre he intentado caerle bien a todos, pero veo que no funciona, por eso quiero ir a la ciudad, porque allí hay un montón de tipos de personas y supongo que corresponderé con alguien o con algún grupo.
Son las seis y media de la mañana, mi tía aún está dormida, pero es que no podía dormir sabiendo que me iba hoy. Era un gran día, no podía esperar más.
Después de más o menos una hora, Matrona despertó, desayunamos, recogimos las maletas y nos fuimos con el coche.
Amaba esa sensación del viento en la cara, me sentía como una modelo.
Estaba viendo paisajes que no había visto nunca . Ya quedaba menos, estaba constantemente preguntado le a Matrona que si quedaba mucho, estaba demasiado emocionada.

Narra la escritora

Después de dos hora aproximadamente, las chicas llegaron a la ciudad de Liones.
Matrona se dirigió junto a Diane a su nueva casa. A Diane le pareció realmente acogedora y fue la primera en entrar.
Diane, para entrar necesitarás las llaves, no?-Le dijo al ver que la oji violeta iba corriendo hacia la puerta.
Pues tienes razón-Le respondió la nombrada. Eso hizo que Matrona se riera, algo que Diane hacía mucho tiempo que no veía, se daba cuenta de que aunque ella sufriera, su tía no tenía la culpa.
Entraron a la casa y Diane no se decepcionó, le gustaba mucho, era mejor que su casa del pueblo. Parecía más grande y más acogedora, incluso mejor distribuida.
Después de ver la casa, repartirse las habitaciones y vaciar las maletas, Diane le preguntó a Matrona que si podía dar una vuelta para conocer mejor el barrio y si podía ser, conocer a alguien.

Narra Elizabeth

Esta mañana habían llamado a mi padre del instituto diciéndole que me habían elegido para mañana guiar a una alumna nueva que se acababa de mudar. Estaba muy emocionada de eso, podría tener una nueva amiga y la podría ayudar a integrarse.
Le dije a mi padre que iba a salir un rato para despejar la mente y porque llevaba todo el fin de semana en casa. Este fin de semana no habíamos salido porque mi hermana Verónica tenía exámenes y debía estudiar y porque mi otra hermana Margaret había quedado con su novio Gilthunder, al que llamábamos Gil, a comer. Mi padre decidió que nos quedásemos en casa y yo tuve que aceptar.
Vivo en un pequeño barrio pero no está muy lejos del instituto y del centro. Suelo quedar con mis amigos para salir o comprar, pero hoy me apetecía salir sola, además no creo que puedan salir un domingo y menos ahora que es por la tarde.

Narra la escritora

Cada chica iba paseando por un sitio diferente del barrio ya que cada una vivía en una esquina, es decir, estaban bastante lejos como para encontrarse...o no.
La castaña de coletas se dirigía brincando muy feliz y emocionada hacia el centro, donde había una plaza con una gran fuente y bancos alrededor. Observaba cada detalle del barrio, cada mascota, cada persona... No se quería perder nada. Llegó a un punto en el que se encontraba en la plaza y decidió sentarse en un banco a descansar.
Otra peli gris de pelo suelto y largo llegaba hacia la plaza tranquila, ya se sabía el barrio de memoria. Estaba despejando su mente de todo. También quería que llegase el Lunes para conocer a la chica nueva y para reencontrarse con sus amigos y con aquel chico de su grupo.
De mientras, Diane seguía observando todo desde el banco hasta que vio a un niño pequeño acercarse demasiado rápido a la fuente, tenía un mal presentimiento. De repente miró hacia los lados por si estaban sus padres, pero no, no había más ser vivo que ellos en la plaza. Entendió que tenía que ayudar a ese niño. Al levantarse vio que el niño chocó con la fuente y metió la cabeza en la fuente dándose un golpe muy fuerte. Diane no dudo en ir corriendo hacia el para ayudarle. El chico no despertaba y como no había nadie en la plaza no se le ocurrió otra cosa que empezar a gritar pidiendo ayuda.

Narra Elizabeth

Me encontraba paseando con los ojos cerrados para despejar mi mente cuando un grito me saco de mis pensamientos, preste más atención y ese grito pedía ayuda. Venía de la plaza y como estaba llegando allí solo tuve que correr un poco para llegar. Al llegar a la plaza vi a una chica castaña con coletas y de ojos violetas con un chico desangrado la cabeza y parecía inconsciente. La chica no se había percatado de mi presencia y seguía pidiendo ayuda y llorando, me tuve que acercar a ella para descubrir que había pasado.
-Chica, tranquila, dime ¿Qué ha pasado?-dije llamado la atención de la nombrada, al verme noté una sensación de alivio.
-Gracias a Dios, te contaré todo pero ayudame a sanar al chico- yo asentí y llevamos al chico al hospital. Allí nos preguntaron si éramos familiares suyos a lo que la chica respondió que se encontraba sentada cuando el chico apareció solo, no había nadie más y fue corriendo hasta la fuente hasta chocarse. El acto de la chica de ayudarle sin conocerle me pareció increíble, sin duda era una gran persona.

Narra la escritora

Las chicas la salir del hospital se volvieron a dirigir a la plaza ya más calmadas.
-Dime, ¿Tu eres de por aquí?- le pregunto la castaña a Elizabeth.
-Si, desde siempre, me llamo Elizabeth, pero no recuerdo haberte visto antes.
-Ya, es que me mudado hoy, se podría decir que vaya primer día, ¿No?- la peli gris asintió- por cierto, soy Diane.
-Pues mañana te vas a llevar una sorpresa en el instituto Diane- Elizabeth sabía que ella era la chica nueva.
-Espero que sea mejor que la de hoy- las chicas rieron.
Al terminar su charla, se despidieron. Diane estaba feliz porque había conseguido una amiga, encima el primer día, se sentía muy afortunada por ello.

Pues aquí el segundo capítulo, estoy empezando y aunque sea poco, estoy recibiendo más apoyo del que creía. Muchas gracias de veras, espero que os guste. Chaoo.


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