La alumna Bloom llegó a la estación con la agente Evans. Ella misma fue a recogerla después de clases para evitar inconvenientes, además que solo querían conversar con la alumna. No iba a ser un interrogatorio convencional, ya que no se trataba de ninguna sospechosa y el objetivo era crear confianza. Después de ese encuentro, la dejarían continuar con su vida.
—¿Por qué estoy aquí? Pensé que ayer había sido suficiente —dijo Samantha con cierto atisbo de miedo—. Sé por las películas que no es una buena señal que la policía te volviera a llamar para preguntas.
—No te preocupes por eso, no estás metida en ningún problema. La razón por la que estás aquí es porque eres la que más conocía a Tamara. Hemos tratado de contactar a sus padres, pero seguimos sin recibir una respuesta ¿Los conociste?
—Nunca los conocí, y ella tampoco decía mucho de su familia. Si bien iba a su casa varias veces, ellos jamás estuvieron. Tamara decía que trabajan hasta muy tarde, o se iban de viajes de negocios por lo que siempre estaba sola.
—¿No les pareció extraño a ustedes? Como amigos.
—Al principio, sí —admitió la alumna—. Creíamos que eran agentes secretos, pero dejamos el tema ahí. Era una idea descabellada que al final concluimos que sólo eran adictos al trabajo.
—También, sé que Tamara era citada varias veces por sus pequeñas manifestaciones, ¿quién venía como su tutor?
—Solo sé que era un tío lejano.
—¿Tenía algún hermano? —La agente Evans se sintió contenta de al menos tener una respuesta—. Dime más acerca de él.
—Él estudió sus últimos grados en nuestro colegio y de ahí desapareció —indicó Samantha. Notó que su respuesta no había vuelto a ser suficiente para la agente, así que continuó hablando—. Sí le llegamos a preguntar en su momento sobre qué había pasado con él. Los tres nos habíamos relacionado con su hermano durante el colegio, y nos dijo que se había unido al ejército. Al ver que ella no hablaba más de él, también dejamos de nombrarlo.
Luego la agente Evans le pidió que le contara un poco más de su amiga. Esto fue más un pedido personal, que parte de su trabajo. Quería saber un poco más de cómo había sido en vida esa joven que quería crear un nueva sociedad donde todos pudieran vivir en armonía. La estudiante le contó todas las misiones que ella hacía, que eran principalmente sus pasatiempos subversivos en la escuela. Su amor por el bosque, la naturaleza y hasta el ser más minúsculo. Todo era igual de importante y valioso.
Pero algo destacable fue que aún así, su vida privada era muy hermética. Le pasaron el número de celular y un usuario de una red social que probablemente eran para aparentar su identidad, pero las envió de inmediato a Jeremy para que hiciera sus observaciones respectivas.
—Escuchamos por Oscar que un hombre la seguía —comentó Evans antes de concluir con la conversación.
— Sí, pero ella nos dijo que no nos preocupemos... que no volvería a aparecer. Y realmente ya no importa mencionarlo.
—¿Por qué?
—Lo encontraron muerto hace uno o dos meses...Creo que se rompió el cuello o eso leí en el periódico ¿Ahora sí puedo regresar a mi casa?
—Sí, claro. Gracias por compartir tus recuerdos.
Esa era la única respuesta que podía decirle, ya que no podía prometerle que encontrarían al responsable de su muerte. El caso iba por un sendero sin salida, porque cada vez aparecían más incógnitas que respuestas, que por un segundo pensó que a lo mejor debían dejar las cosas como estaban; si luego llegaban a un punto donde iban a perder el control o quizá ellos iban a ser sometidos por algo más poderoso. McField ya les había advertido que era un tema muy delicado y tocaba información secreta. Era como jugar con fuego, pero con las probabilidades de recibir una quemadura de alto grado en recompensa.
De todos modos, ya se había comprometido con el caso, así que aprovechó el tiempo para hacer una investigación por su lado sobre el último sujeto. Lo que encontró, volvió a dejarla con más dudas, y McField pudo notarlo cuando se reunió con él.
—¿Qué descubriste? —preguntó Mcfield en lo que Evans se acercaba a su escritorio.
—Un número de celular y un perfil en una red social que ahora mismo debe estar descifrando Jeremy —contestó la agente—. Y tenía un hermano en el ejército, así que solo necesitamos buscarlo a través de una foto que nos compartió la estudiante.
—Tengo la sospecha de que hay algo más ¿Qué sucedió con ese otro sujeto?
—Muerto.
—¿Muerto?
—Hace un mes y medio encontraron un hombre sin vida en una de las calles del centro —Evans le acercó la carpeta a McField—. Muerte inminente por una fractura de cuello. No sé encontró ADN ajeno al sujeto ni otra evidencia que sugiriera un asesinato, así que por las condiciones en que se encontró el cuerpo de dictaminó que la causa de muerte fue un simple accidente. No hubo testigos ni culpables, así que no se inició ninguna investigación y todos los casos bajo su nombre se archivaron.
—¿Qué hay con eso?
—El sujeto se llamaba Mike Scarppatti. Un hombre que estaba fichado por el FBI por sus conductas extremistas. Estaba relacionado tanto con la mafia rusa e italiana por el comercio ilegal de armas y hace unos meses se dió la alerta que había sido visto en Canadá. A mí me asignaron el trabajo de vigilarlo luego de hallar su locación en esta ciudad hasta su repentina muerte. Así es como supe de la existencia de Tamara, aunque no sabía quién era todavía. Ahora me estoy haciendo muchas preguntas sobre este caso, ¿qué tan lejos vamos a llegar?
—Lo que se esté ocultando detrás de esa niña no tiene muy buena pinta. Para qué mentir, no es normal que alguien a esa edad sea el objetivo de una persona peligrosa y de la que supuestamente no tiene ninguna relación. La gente podrá ser psicópata, pero siempre tiene un motivo. Tal vez la respuesta la encontremos cuando tengamos la identidad del hermano y el hombre del horario.
McField dejó la carpeta de lado. Necesitaban encontrar una relación, una respuesta coherente que podía recaer en esas dos personas; así que fueron con el resto del equipo a ver si habían conseguido alguna información al respecto. Evans ya les había enviado lo necesario para la búsqueda, algo tenía que haber.
—Al fin sale una persona con una identidad verdadera y que siga con vida —comentó Jones desde su asiento—. Paul Cosgrove es un militar encubierto de alto grado, especialista en casos extraordinarios. También tuvo un rol importante como guardaespaldas de algunos presidentes.
Todos se quedaron en silencio procesando la información, porque todos tenían la misma pregunta del porqué una adolescente estaría relacionada con personas de tal calibre. Quedaba muy claro que toda su vida era una mentira, pero el personaje que habían creado para ella era demasiado real. De repente, uno de los oficiales dijo que había encontrado al hombre del horario y colocó su información en una de las pantallas.
La imagen que se mostraba era la de un señor mayor, contemporáneo a McField, que rápidamente fue reconocido por él mismo. Había coincidido con ese sujeto en el pasado, pero con un nombre completamente diferente que no dudaba en que sería uno falso. Tenía un perfil modesto para no levantar sospechas, de modo que su nombre verdadero no tendría tanta relevancia para el mundo.
—Con que así se llamaba —dijo el Teniente en voz alta.
—¿Quién es? ¿Deberíamos reconocerlo?
—Si lo conocieran, tendría mucho cuidado con ustedes. Se trata de un espía internacional que formaba parte de la CIA y FBI de manera extraoficial... Creo que incluso fue jefe de mando de una de las dos; pero nunca creí que mostraría su verdadero nombre a una chica.
—Ahora sí no entiendo nada, esto va más de lo que pensamos —Evans de todas formas quería saber. A pesar de que estaba en la CIA, no sabía mucho.
—¿Cuándo viene ese señor según el horario? —preguntó McField.
—Dentro de dos días.
—Yo me encargaré de eso.
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¿Por qué ella?
Короткий рассказLa misteriosa muerte de una adolescente viene acompañada de secretos de gran magnitud. Bajo inexplicables circunstancias se buscará la verdad que se oculta, descubriéndose datos de suma importancia en la política ¿mundial?.