❪ . margarita ❫

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«Hablemos de Margarita.

Camina hacia el atardecer como cada jueves, dejando atrás el amanecer que se le clava justo ahí, en la cicatriz.
Es una chica con libélulas en la cabeza que ha crecido con una simple e importante lección: una afición no es un trabajo.
Un trabajo da de comer.
Una afición solo resta tiempo a las responsabilidades del deber.

Margarita quiere ser escritora.
Su familia cree que es feliz encarcelada en una profesión alejada de musas y versos sin rima.
Sin embargo, contempla las estrellas cuando sus dedos se cierran sobre el lápiz antes de afanarse en una danza sin nombre, un preludio sin final.

A Margarita no le gusta su nombre.
Detesta las consonantes sin pétalos rosados, ni espinas penetrantes.
Presa de los encantos de la literatura, sus amigos consideran que no es necesario preguntarle si ha tenido un buen día.
¿Para qué? Margarita no sabe hacer nada útil, salvo presenciar sus conversaciones a cierta distancia, callada como si no entendiera nada.

Margarita se ahoga en la estupidez humana que la rodea.
No espera tener grandes charlas sobre el odio que se esconde tras el amor, ni sobre la hipocresía que conserva las pocas amistades que aún recuerdan la fecha en la que tomó su primera respiración.
Solo anhela una paz que encuentra entre sus estrofas, lejos de miradas que la acusan de ese vicio con el que comparte sus horas.

Margarita  recuerda que su victoria más salada proviene de un susurro entre sus sábanas. 
Tal vez sus amigos piensan que sus aficiones son una pérdida de tiempo,
un Sísifo que sube con su roca a la cima sin recordar que lo hizo hace un momento.

Pero
¿qué sabrán los amigos de Margarita?

No conocen el lenguaje de su alma, ni la canción que guardan sus lágrimas.»



3 de agosto de 2021


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Letras de medianoche ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora