Capítulo 5

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El encuentro con Fletcher me ha dejado noqueada un poco, porque de regreso a casa, me pierdo una cuadra y  llego quince minutos después. Julie habla por teléfono. Con bridge, seguramente. Mamá cocina mientras baila y canta. Nadie se ríe de ella. La primera razón es que lo hace muy bien. La segunda es que le ayuda a calmar sus nervios. Y a nadie le parece divertido compartir un día con Jo y sus nervios. Cuando era más pequeña, la llamaba “HisteriJo”, pero casi siempre me tiraba la oreja o el pelo. Así que perdí la costumbre. Mi pelo es muy sensible.

Mamá nos hace preparar todos los útiles escolares dos días antes, así no tenemos que preocuparnos el mismo día. Fuimos a comprar los uniformes que me parecieron muy monos. En Londres no usábamos y siempre me habían parecido lindos. No había que preocuparse por la ropa que nos pondríamos al día siguiente. Jo nos hacía viandas para llevarnos todos los días, pero como es un internado, se rehúsa a ello. Decidimos comprar bastante snacks para toda la semana; estoy casi segura de que no nos darán mucho de comer, y yo tengo el estómago grande. Digo que me siente descompuesta para no ir hasta el mercadillo, pero oh, casualidad, mi hermana se ha ido hace 30 segundos a correr y mi madre se está dando un baño. Y lo peor, es que solo faltan 10 minutos o menos para que cierre. Salgo corriendo por la calle y cuando llego, estoy jadeando, sin aliento y la cara roja. Entro y busco lo que quiero. Cuando llego a la caja, Fletcher se encuentra ahí y no me había dado cuenta que estaba trabajando. Juro que era una joven con rulos. Fletcher sonríe de lado mientras me cobra y me ruborizo. Es que las media sonrisas… ¡arghhh! Este muchacho. No entiendo cómo puede causar eso en mí si ni me conoce. Cuando termina, agarro las bolas y enfilo para la puerta.

-¡Jane!- me llama una voz grave. Me doy media vuelta, sorprendida de que sepa mí nombre.- Se te ha olvidado esto.

Levanta una bolsa y me la enseña. Que despistada. La cojo y me voy con un asentamiento a modo de gracias.

¿Cómo podía saber mi nombre? La vez pasada no me he presentado y estoy segura que no tenía un cartel en la frente donde se leyera mi nombre.

La última cena en la casa antes que nos vayamos al internado, transcurre con tranquilidad, aunque se la ansiedad se huele en el ambiente.

-Tengo algo que decirles.- mamá nos mira con mirada seria.- No he conseguido el trabajo. He recorrido toda la ciudad, y no nos conviene que trabaje en una más lejos. La única opción es…

-¡NO!- gritamos Julie y yo al mismo tiempo, con expresión horrorizada.- No puedes mamá.- digo más calmada.

Mamá nos estudia con cautela, midiendo nuestras expresiones.

-No hay nada más que hacer, niñas.- contesta, firmemente.

-Puedes trabajar en otra cosa, lo que sea. En el mercadillo quizá nos tengan clemencia.- implora Julie. Le aprieto la mano. La esperanza es lo primero que se pierde en esta familia.

-Saben que no podrían ir al internado con el sueldo de un mercadillo. Ni siquiera podríamos vivir en esta casa. Y ni hablar de comer bien todos los días. Lo necesitamos. Una vez que poseamos esa cantidad de capital, haré mi propio spa y nada malo pasará. Los cambios son buenos.

Mañana les traigo un capítulo más largo. ¡Espero que estén disfrutando la historia! 

JUST JDonde viven las historias. Descúbrelo ahora