Capítulo 8

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Pasado: Infancia.

—¡Kacchan!

Alzo mis ojos. ¿Por qué Deku grita mi nombre con tanta desesperación?

El niño corría hasta mi, con sus ojitos llorosos.

No me gusta que Deku llore.

Se ve feo.

Y parece un niño débil.

Mi mejor amigo no puede ser un niño débil.

¡Yo soy muy fuerte!

—¡Deku! —grité. Se detuvo frente a mi y me abrazó. Su cabecita se apegó a mí pecho y sentí un calor fuerte—. ¿Qué pasó? ¿Por qué estás llorando otra vez?

—M-Me... Me echaron del resbalín... Hay unos... Unos niños mas grandes...

Esto está mal. Nadie puede hacer llorar a Deku. Ni siquiera unos niños tontos.

Lo tomo de la mano, para comenzar a avanzar hacia el resbalín con él detrás de mi.

—¿K-Kacchan? ¿A... A donde vamos?

—A darles una lección a esos niños malditos, Deku.

—¡No maldigas, Kacchan, tía Mitsuki se molestará contigo!

—¡Al diablo la bruja!

—¡No le digas así a tu madre, que malo eres!

Sonrío de lado. Me gusta mucho decir groserías enfrente de Deku, porque se molesta y su carita enojada es muy tierna. Se inflan sus mejillas y se cruza de brazos adorablemente.

Mi amigo es el niño más lindo y tierno de todos.

Finalmente llegamos al sitio de juegos. Busco el resbalín con mis ojos y lo encuentro con niños unos años mayores que yo.

¿Puede ser que gane la pelea si derribo a uno de los niños? De esa forma quedaría uno y la niña que lo acompaña.

—Dame una piedra —le susurro a Deku—. No tan grande ni tan pequeña.

Estiro mi mano y pronto recibo lo que pedí. Lo miro de reojo. Ya no llora. Solo me observa esperando qué haré.

—¿Vas a pelear? —farfulla, acercándose un poquito. Enrolla su mano en mi brazo y ahora si lo miro directamente—. No me gusta cuando peleas... Tía Mitsuki te castiga y no te puedo ver en muchos días...

—Tengo que defenderte —contesto. Es obvio que debo defenderlo. No tiene fuerza. No sabe hacer nada. Es un niño inútil. Mi deber es que protegerlo—. Y me puedo escapar de casa para visitarte, no importa lo que diga la bruja pesada.

—P-Pero...

—Cállate, Deku.

Él asiente, sabiendo que nunca dejo nada a medias. ¡Jamás!

¡Un niño tiene que hacer todo completamente, o será un fracasado al crecer!

Vuelvo mi vista adelante y me acerco un poco más. Balanceo la piedra en mi mano, buscando el ángulo perfecto.

Si le doy a la cabeza con fuerza, se desmaya y no podrá ayudarle al otro niño.

Alzo mi mano. Retrocedo un poco.

Ahí. En ese espacio.

Lanzo la piedra y cae en su cabeza. Pronto el cuerpo lo acompaña al suelo.

¡Deku! (Katsudeku) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora