Cometí un error en la secundaria.
No.
Me retracto.
Cometí muchos errores, pero el peor error fue cuando era niño, en la primaria.
Tenía detrás de mí a un precioso y adorable pecoso, que no se rendía. Deku, que me había tomado como fuente de adoración y admiración.
Sus ojos jade, brillantes, tan grandes y con muestra de tanta alabanza, me dejaban claro que su felicidad era conmigo.
«¡Eres genial, Kacchan!»
Lo escuchaba siempre.
Ese niño se encargaba de repetirme constantemente lo perfecto que yo, Katsuki Bakugo, era.
Luego, ya no lo volví a escuchar.
Esa equivocación por parte mía fue catastrófica y aún así, mi mente de niño comprendía una cosa.
Él era débil.
Y yo era fuerte.
¿Qué tendría de malo hacerle entender al débil su lugar?
Equivocaciones y dolor, eso era lo malo. Eso fue completamente lo malo. Tanto sufrimiento al cual simplemente decidí someterlo, es imperdonable y me recorre los huesos el pensar que Deku hubiera desarrollado un odio hacia mi.
Los años pasaron y aquel vínculo que tenía con él, ya no existía. Lo que nos unía se rompió. Yo lo rompí.
¿Miedo? Más que miedo, Deku me debería tener odio.
¿Quién amaría a la persona que hizo casi toda su vida una mierda?
Yo no lo haría.
No me amaría a mi mismo.
Me daría asco.
Me doy asco.
Pero soy un imbécil egoísta y no lo niego, solo porque recuerdo esa promesa infantil.
Dónde él prometía ser mío por el resto de su vida, y yo prometía adorar el suelo por donde pisaba el resto de la mía.
Nunca rompí mi promesa.
Lo adoro como si fuera el maldito creador del puto universo.
Y si lo es.
Es mi universo.
Pero es el universo de un mundo que no es el mío.
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¡Deku! (Katsudeku)
Hayran KurguEse imbécil. Ese maldito. ¿Cómo puedo ir y amarlo con todo? La culpa me ciega. Y por si fuera poco, no tiene idea. No tiene idea de que me tiene a sus pies, completamente enamorado. - Soft. Rebuscadamente, un poco angst. Historia corta. Mención...