LA DECEPCIÓN

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Una semana después de la visita de mi padre al cuartel número ocho.

—Alex, te pido que hagas un listado de las cosas que necesitamos en el dormitorio; el general pidió que vaya a comprarlas lo antes posible y, la verdad, vamos atrasados.

—Pensaba que nunca lo pedirías, ya no nos queda casi nada de productos para limpieza y no podemos exigir que limpien si no proveemos de los materiales.

—Sí, he descuidado un poco el tema. Si mal no recuerdo, creo que le encomendé esta tarea a Rafael; por cierto, no lo he visto desde hace un rato, ¿no sabes dónde se encuentra?

—Si te digo que sé dónde está te mentiría, tampoco lo he visto en un buen rato. Moi, no quieres aceptarlo: Rafael está descuidando poco a poco sus tareas, no soy quién para decirte lo que tienes que hacer, pero es la verdad.

—Tranquilo, Alex, como te dije son cosas suyas; mejor asígname a un soldado para salir a comprar las cosas; dile al soldado que lo espero en el aparcamiento, en el coche número tres.

—Entendido; te lo envío de inmediato —me dijo Alexander mientras yo me dirijo al aparcamiento.

Acto seguido.

—Buenos días, mi cabo —saludó Rodríguez entrando al coche.

—Buenos días, Rodríguez, no entiendo por qué te volvieron a enviar a ti. Se supone que saliste la primera vez conmigo, hay que ir rotando al personal.

—Yo no pedí venir, mi cabo; de hecho, le rogué a su compañero si me podía cambiar y darle la oportunidad a otro compañero para que conozca la ciudad.

—¿Que tú has pedido qué? —pregunté, dándole un fuerte golpe al volante del coche—. O sea, ¿le replicaste una orden a mi compañero?

—Sí, mi cabo. Disculpe, pero eso le pedí —contestó muy nervioso.

—Mejor vámonos, que se nos hace tarde. Para la próxima escogeré yo mismo y así evitaré estos disgustos innecesarios —dije mientras arrancaba.

—Rodríguez, ¿por qué tan callado? Ya han pasado varios minutos desde que salimos del cuartel y no has dicho nada, ¿te pasa algo? Puedes confiar en mí si tienes algún problema —dije mientras conducía.

—Mi cabo, ¿le puedo contestar eso con una pregunta?

—Sí claro; dime lo que quieras.

—¿Por qué desde hace un tiempo me trata diferente?

—¿Diferente cómo? No sé a qué te refieres.

—Con todo el respeto que le tengo, desde lo que pasó en la ducha usted me ignora por completo... Pensé que podía ser diferente.

—No entiendo cuando me dices diferente. Mira, Rodríguez, la verdad es que he estado un poco estresado y si te he tratado con un poco de indiferencia ha sido sin darme cuenta.

—¿Lo dice en serio o solo para que no me sienta mal?

—¡Ja ja ja ja! De verdad lo digo en serio, cambia la cara —le dije dándole un pequeño golpe en el brazo—. Y me alegra que Alex te haya elegido a ti para venir a hacer las compras, discúlpame por lo de hace rato; a veces no mido lo torpe que puedo ser.

—Gracias, de todos modos, creo que tengo que cambiar un poco la actitud; puedo ser a veces muy sentimental y creo que me puede jugar en contra siendo militar.

—Hagamos algo; creo que tenemos un poco más de tiempo que la última vez que salimos. ¿Te parece si te invito a mi casa? Aprovechemos la hora de la comida; mi madre siempre hace más cantidad de la necesaria.

LOS DEMONIOS DE MOIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora