LLAMADA INESPERADA

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DÍAS DESPUÉS DE LA DESTITUCIÓN DE RAFAEL.

ARRIBA, ABAJO; ARRIBA, ABAJO.

Era un día de entrenamiento como cualquier otro, todos sudábamos dándolo todo en la cancha.

—¡¡¡Atención!!! Ya es suficiente, diríjanse todos a las duchas EN ORDEN, no quiero que los oficiales digan que somos desordenados —le ordené al pelotón.

—Moi, te veo enérgico y entusiasmado, me alegra mucho verte con esa nueva actitud.

—No puedo echarme a morir todo el día, tú sabes cuánto di para que Rafael se mantuviera alejado de los problemas, pero fue inevitable, tú y yo sabemos que eso tenía que suceder en algún momento u otro. Mejor llévatelos a todos, que se cambien y vayan a desayunar; yo voy a intentar hablar con el general; necesito salir, ya que es fin de semana y no me he atrevido hablar con él desde mi degradación —dije retirándome de la cancha hacia el despacho de Azuaje.

—Mi sargento, permiso, ¿sería posible que pueda hablar con mi general? —le dije con dudas, ya que Azuaje estaba molesto conmigo y no sabía si me querría recibir.

—Beirut, ¿tú pidiéndome permiso a mí para hablar con mi general? ¿Acaso estás enfermo? ¿Desde cuándo tengo que anunciarte para que hables con él?

—Desde que se molestó conmigo, mi sargento, no sé cómo reaccionará si llamo directamente a su puerta. Por favor, dígale que el soldado de primera Beirut solicita hablar con él.

—¿Soldado de primera? ¿Acaso no eres cabo? —dijo la sargento muy extrañada.

—A eso me refiero, mi sargento; desde que se fue de permiso pasaron varias cosas de las que aún no se ha enterado, y bueno, yo fui el protagonista, como podrá ver.

—Bueno, bueno; veo que la cosa es grave, mejor te anuncio—. Levantó el teléfono y llamando a la línea directa... Mi general el soldado Beirut solicita hablar con usted; ok, se lo digo, mi general.

—¿Qué le dijo, mi sargento? ¿Puedo pasar?

—Mi general dice que te largues y mejor no aparezcas por aquí nunca.

—¡Oooh! Es peor de lo que pensaba —le dije completamente desmoralizado mientras me tronaba los dedos.

—Mentira, solo bromeaba contigo. ¡Tendrías que haberte visto la cara! ¡Ja ja ja ja! Mejor pasa y no lo hagas esperar —dijo burlándose de mí.

TOC TOC.

Llamé a la puerta, ya que no se me ocurriría de nuevo entrar sin llamar antes; me daba cuenta de que el general podía ser un poco complicado.

—Adelante, Beirut.

—Permiso, mi general.

—Me extrañaba no verle por aquí. Pensaba que estaba molesto con su general —dijo muy irónicamente mientras le daba la vuelta a su silla para quedar de espalda al escritorio.

—No, mi general; ¿cómo puede pensar que estoy molesto con mi comandante? Al contrario, yo creí que usted era el que se había molestado...

—Beirut, Beirut; le falta más coraje. Como a su padre, ¿usted cree que esa simple caída que tuvo le tiene que detener? ¿Sabe por qué le degradé a soldado de primera?

—Porque no fui responsable con las tareas asignadas.

—Error: le degradé para que le doliera mucho y así pudiera ser más fuerte; mírelo desde este punto de vista, todo en esta vida tiene un equilibrio; su padre pasó más allá de ese equilibrio y pagó las consecuencias; usted tenía todo mi apoyo y el equilibrio existiría mientras usted diera el todo por el todo, y falló; se salió de la raya y por eso pagó las consecuencias...

LOS DEMONIOS DE MOIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora